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TURANDOT cierra la temporada del Liceu Por Ovidi Cobacho Closa, Historiador del arte (Catalunya).
Como el pasado año, el Gran Teatre del Liceu ha despedido su temporada con unas funciones fuera de abono, en este caso con la reposición de la obra póstuma de Puccini, en la producción que sirvió para inaugurar el coliseo después del incendio. Como ya se pudo apreciar para aquella ocasión, se trata de un montaje grandilocuente, con una escenografía efectista, al estilo de la grand-opéra, con un vestuario rico y vistoso, acompañado de una iluminación que logra imprimir una gran plasticidad a cada una de las escenas del drama. Todo ello secundado por una notable dirección escénica a cargo de Núria Espert, especialmente destacada en el movimiento del coro, aunque con el desafortunado atrevimiento de querer cambiar la suerte final de los protagonistas, imponiendo el suicidio de la princesa Turandot, algo que le costó la desaprobación del público el día de la estrena. En el reparto vocal se contaba con el debut en el coliseo barcelonés de dos grandes voces femeninas del momento, Luana DeVol como Turandot y Barbara Frittoli como Liù. DeVol, con una voz flexible y homogénea en toda la extensión de su registro, firmó una princesa de gran calidad vocal, de un carácter más lírico que dramático, con una notable presencia e interpretación escénica. La Liù de Frittoli, con un timbre cálido, rico en cromatismos, y un canto volcado a la expresividad y teñido de deliciosos momentos de musicalidad y matices, supo arrancar la mayor ovación del auditorio con una interpretación conmovedora y francamente excepcional. Tampoco defraudó la intervención de Farina como Calaf, de agudos poderosos y seguros, pero con un fraseo que no acabó de cuajar todos los repliegues expresivos del personaje. Sintes, Vas y Alegret estuvieron a muy alto nivel como trío de mascaras, aunque en algunos pasajes se vieran con problemas para superar la masa sonora del foso. El Mandarín de Cutlip estuvo también dentro de los parámetros de la corrección. Especialmente destacable fue la actuación del coro del Liceu y la Polifònica de Puig-reig, tanto en lo vocal como en lo escénico. La orquestra supo imprimir notablemente los acentos expresivos de la partitura, aunque la dirección de Carella tendiera a un uso un tanto excesivo del volumen y la percusión. Impecable la intervención de las voces blancas del Cor Vivaldi.
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