Revista mensual de publicación en Internet
Número 67º - Agosto 2.005


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Peralada presenta una Traviata “traviata”

Por Ovidi Cobacho Closa, Historiador del arte (Catalunya). 

  • Autor: Música de G. Verdi, sobre libreto de F. M. Piave.
  • Obra: La Traviata
  • Intérpretes: Ga-Seul Son (Violetta); Sa-Hoon Johannes An (Alfredo Germont), Jae-Seop Kim (Giorgio Germont), Zdravka Ambric (Flora); Elena Maier (Annina); Jan Heinrich Kuschel (Gastone); Peter Maruhn (Barone Douphol) y otros.La JONDE y el coro Der Landesjugendchor Nordrhein-Westfalen.
  • Dirección musical: Yakov Kreizberg
  • Dirección escénica y dramaturgia: Manfred Weib y Silke Meier
  • Lugar y fecha: XIX Festival Castell de Peralada. Auditori Jardins del Castell, 3-VIII-2005.

El pasado 3 de agosto, el prestigioso Festival Castell de Peralada presentó la primera escenificación operística de esta edición veraniega. La producción corría a cargo de Les Jeunesses Musicales de Alemania, con un reparto de voces jóvenes y con la colaboración de la JONDE en el foso. Una propuesta escénica que cabría considerar dentro de la moda del revisionismo experimentalista al orden del día y que, desgraciadamente, rara vez suele aportar gran cosa al sentido dramático de la obra, más allá de confusiones, contradicciones e incluso ridiculeces. Lamentablemente, esta Traviata no fue una excepción.

La idea de estructurar el espacio escénico en cinco grandes contenedores que permitieran una simultaneidad de acciones podía haber ofrecido un juego escénico interesante de no ser secundada por una pésima dirección escénica, que acabó por ahogar el clímax dramático de la obra. El conjunto: un retablo de escenas naïf sin un ápice de tensión ni colorismo dramático.

Las voces, poco ayudaron a paliar el asunto. Encabezadas por una Violetta (Ga-seul Son) que demostró una notable línea de canto, capaz de superar con dignidad los pasajes más escabrosos de la partitura, aunque lejos de poseer credibilidad escénica, el resto del reparto se movió entre lo modesto y lo insípido, con intervenciones más solfeadas que cantadas, nada más lejos de lo que cabría esperar en un escenario como el de Peralada. La orquesta, bajo la amanerada e imprecisa dirección de Yakov Kreizberg, tampoco apartó mucho para redimir una producción cuya mejor definición la sintetiza el mismo título de la obra: “traviata”.