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LA ORQUESTA DE LOS CARTELESPor Fernando López Vargas-Machuca. Jerez, Teatro Villamarta. 9 de octubre de 2005. Coro y Orquesta de la Nueva Filarmónica de Colonia. Volker Hartung, director. H ace ya más de tres lustros que vengo observando con curiosidad y cierto regocijo, primero en Sevilla y más tarde en Jerez, la aparición periódica en las cristaleras de las tiendas y las paredes de la ciudad de carteles anunciando la inminente actuación en algún templo local de la Nueva Filarmónica de Colonia. En el programa siempre figura alguna obra de gran gancho popular, generalmente alguno de los conciertos de Las Cuatro Estaciones. La verdad es que nunca había asistido a ninguna de sus actuaciones, entre otras cosas porque los precios resultaban un tanto elevados. Y es que estos señores no cuentan con ninguna subvención: movidos por el amor al arte, por el deseo de conocer Europa y -suponemos- por la necesidad de algún dinerillo extra, viajan por el continente alquilando algún local adecuado y obteniendo como única remuneración la recaudación de taquilla. Pues bien, el pasado octubre han aterrizado en el Teatro Villamarta de Jerez, integrándose como inicio de la programación de conciertos de la nueva temporada. Eso sí, hemos de suponer que no han sido contratados por la dirección del teatro, sino que han sido ellos quienes han alquilado el local y se han quedado con parte de la recaudación, pues sus habituales e inconfundibles carteles (siempre con el mismo formato y diseño, a pesar de los largos años transcurridos) han vuelto a florecer en la localidad gaditana y sus alrededores. Carteles por todas partes y obras de tal gancho como la Sinfonía nº 40 y el Réquiem de Mozart han logrado lo que casi nunca consigue en música clásica el Villamarta: el lleno absoluto del aforo. Motivos para congratularse, desde luego, y quizá un punto de reflexión para la dirección del teatro, que quizá debiera reconducir la cuestión de la publicidad en estos momentos de penuria económica. Pero el paciente lector se estará impacientando: ¿cómo estuvo el concierto? Pues muy por debajo de lo deseable. Y eso que Volker Hartung, sin ser precisamente un director poético ni inspirado, concertó con gesto preciso y acertó en el estilo y el temperamento, ofreciendo un Mozart sobrio y equilibrado, orientado más a lo dramático que a lo lúdico y bien alejado de grandilocuencias y efectismos en la misa de difuntos. Pero claro, con una orquesta menos que discreta (el empaste de los violines brillaba por su ausencia), un coro abiertamente malo y unos solistas vocales de los que más vale no hablar resulta imposible sacar a la luz las bellezas de la partitura. El resultado, versiones dirigidas con corrección pero deficientemente ejecutadas. Sólo mereció la pena destacar la intervención del fagotista, que hizo gala de técnica y musicalidad en el Concierto para fagot del salzburgués, pero cuyo nombre se nos escamoteaba en el programa de mano. Al final de la dilatadísima y profundamente aburrida velada el público reaccionó con inmerecido entusiasmo. Quizá la razón resida en la asistencia de varios centenares de personas que no suelen acudir al Villamarta pero se vieron embrujados por la soberbia belleza de las páginas interpretadas. Sea como fuere, en lugares donde rara vez pueden disfrutarse buenos conciertos la llegada de la Nueva Filarmónica de Colonia puede y debe ser bien recibida, pero en un local donde en los últimos nueve años se han podido escuchar a muchas de las grandes estrellas de nuestros días la cosa cambia, dicho sea con todos los respetos para este sufrido grupo de artistas que hace lo que buenamente puede. Por lo demás, pedimos desde aquí al nuevo ayuntamiento socialista que deje de marear la perdiz con historias sobre la participación de la Junta y la Diputación y que se moje de una vez por todas en la financiación del Villamarta: si continúan haciendo con la música lo que sus predecesores del Partido Popular, serán tan responsables como aquéllos de la merma de cantidad y calidad en la programación del coliseo jerezano. Por lo menos que se anime a pagar la impresión de unos cartelitos, que parecen dar muy buen resultado.
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