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CLÁSICA A TROCITOS
Por
Angel Riego
Cue. Lee su
Curriculum.
Es habitual que quienes desean empezar a escuchar algo de música "clásica"
por ver si les gusta, busquen grabaciones no de una obra completa, sino de
trocitos célebres o "hits", del tipo como esta que nos presenta EMI con el
título un tanto pretencioso de "El mejor álbum de música clásica del
mundo", que de hecho no es novedad (ya se había editado hace algunos
años) aunque ahora vuelve a lanzarse al mercado con su título en inglés.
La introducción a la música clásica que nos propone este álbum consta de
tres discos, el primero de ellos dedicado a músicas "de relajación" o
"chillout" (que parece estar muy de moda, ya se sabe que algunos es eso lo
que buscan en la música "clásica"), el segundo a clásicos vocales (aquí
entrarían algunos "hits" de ópera y de música religiosa) y el tercero a
músicas espectaculares (algo que también tiene bastante aceptación).
De entrada siempre podría decirse que dar una idea de lo que es la música
"clásica" en sólo tres discos es tarea imposible, y así es seguramente;
pero aquí de lo que se trata es de saber si al menos esos tres discos se
han aprovechado al máximo posible, todo lo que pueden dar, tanto en la
selección de obras como en las versiones elegidas, obviamente disponiendo
del fondo de catálogo de EMI. Veamos.
En el primer CD, o clásicos "relajantes", encontramos los inevitables
Adagio de Albinoni y Canon de Pachelbel (correctas, aunque
quizá un poco mustias, lecturas de Marriner), Aria de la Suite nº 3
de Bach (agradable sorpresa la versión de Loughran, dentro de un estilo
muy romántico, por supuesto), Concierto para clarinete (2º mov.)
de Mozart (bien por Sabine Meyer, pero habría que haber incluido la más
antigua de Brymer-Beecham, eso sí que es de ensueño), Adagio para
cuerdas de Barber (excelente versión de Ormandy) o el Andante del
Concierto para piano nº 21 de Mozart (correctos Hough y Thomson).
Este último está incompleto (incluso el propio movimiento), y por supuesto
lleva al lado el alias de "Elvira Madigan" por la película sueca
de marras. Ambos detalles serán frecuentes en esta edición: el que no
estén completos ni los movimientos de las obras, y el que se hagan
referencias a películas donde sonaba tal o cual música (por ejemplo, el
Concierto para clarinete de Mozart es, en la contraportada del
álbum, "Memorias de África").
Otros clásicos "de relajación" que encontramos aquí ya son menos
habituales que aparezcan: el último movimiento de la Sinfonía
"Pastoral" de Beethoven (poco poética versión de Muti, habría que
haber elegido la de Giulini), los Adagios de conciertos como el 2º de
piano de Rachmaninov (correctos Ousset y Rattle) y 1º de violín
de Bruch (muy poética versión de Menuhin con Susskind) o el Largo de
"El invierno" de Vivaldi (otra vez un sutil Menuhin con la Camerata
Lysy). El repertorio pianístico está representado por tres piezas: el Aria
de las Variaciones Goldberg de Bach, el primer movimiento
(incompleto) de la Sonata "Claro de Luna" de Beethoven y la
inevitable en estos casos Gymnopedie nº 1 de Satie; las tres en
versiones más que correctas (respectivamente María Tipo, Moura Lympany y
Anne Queffélec). Por último nos encontramos con arreglos de temas de
música para películas, como La lista de Schindler, American
Beauty o Titanic, que pueden hacer que se interese por este
producto un público más amplio, pero no son realmente "música clásica",
así que no sirven para divulgarla. En conjunto se echan en falta
demasiadas piezas que deberían estar en una selección de este tipo, y la
propia EMI ya hizo una selección mejor en sus dos dobles CD's de "El
mejor álbum de relajación del mundo".
Vamos con el segundo CD, el de ópera y música religiosa o coral. De ópera
(números cantados, se entiende) se seleccionan en total 9 piezas, y la
elección de alguna es un tanto rara. Por ejemplo, de Bizet se selecciona
el famoso dúo de Los Pescadores de perlas (gran versión de Gedda
y Blanc), ¡pero nada de Carmen! Verdi queda reducido al "Coro de
esclavos" de Nabucco (por cierto en versión correcta pero
rutinaria de Haitink; aquí habría que haber puesto la de Muti). ¿Cómo se
puede no incluir arias como "La donna è mobile" o "Di quella pira", o el
Brindis de La Traviata? Puccini es más afortunado, pues tiene
cuatro números: "Che gelida manina" por Alagna (de un recital), "Vissi
d'arte" y "O mio babbino caro" por la Gheorghiu y el "Nessun dorma" por
Carreras, extraído de su grabación completa, con un horrendo montaje que
une el aria con el final de la ópera ("O sole, vita, eternitá"), donde
vuelve a sonar el tema del "Nessun dorma". En realidad habría que haber
incluido esta aria por Corelli, el "Vissi d'arte" por la Callas y el
"Babbino caro" por la Caballé, eso sí son versiones que crean afición.
Completando el apartado de ópera italiana, Rossini queda representado por
el "Largo al factotum" de su Barbero (una pieza que sí merecería
estar, aunque sea en una versión tan fuera de onda como la de Hampson), y
Bellini por "Casta Diva" (aquí sí está la Callas, en su última grabación
de la obra). En cuanto a la ópera francesa, se añade una pieza tan popular
como el "Dúo de las flores" de Lakmé, de Leo Delibes (además en
una gran versión de Mady Mesplé y Danielle Millet) y algo que más bien es
una rareza, el "J'ai perdu mon Euridice" de Gluck, cantado de forma
sobresaliente por la Von Otter. Nada de ópera alemana, nada de Mozart.
Si en ópera se echan en falta títulos fundamentales, veamos el contenido
de música sacra y coral que completa el CD: el "Hallelujah" de Haendel
(inevitable) en una buena versión de Mackerras con los Ambrosian Singers;
el Miserere de Allegri en una versión "resumida" (también buena
la de Cleobury); un fragmento del Requiem de Mozart (Lacrimosa) y
otro del Requiem de Fauré (In paradisum) en correctas versiones
de Welser-Möst y Cleobury, respectivamente. También encontramos el Ave
María de Bach-Gounod (no el de Schubert) en un arreglo cursi a más no
poder cantado por Alagna. Todas estas piezas merecen figurar en cualquier
antología de este tipo, y de hecho se echan en falta otras, como los
Requiem de Brahms o Verdi. En su lugar, lo que encontramos son 3
piezas "comerciales" de autores vivos: el Agnus Dei de Karl
Jenkins (música muy conservadora, pero agradable de escuchar, aunque no es
como para ponerla en una selección de este tipo), el Voca Me de
Prizeman (a medio camino entre una imitación del Miserere de
Allegri y una canción pop "melódica" de los años 60) y un fragmento del
Standing Stone de Paul McCartney (música como la que podemos
encontrar hoy en día en cualquier banda sonora "estándar"). La presencia
de estas piezas en unos discos cuyo espacio, por definición, está muy
limitado sólo se explica, como en el caso del disco de "relajación", por
el querer darle más "comercialidad" al producto,
El último disco, el de los "Clásicos espectaculares", tiene también obras
que deberían figurar obligatoriamente en una selección de este tipo, y
otras que se hace más extraño verlas aquí. Entre las primeras, el
inevitable "O Fortuna" de los Carmina Burana de Orff (buena
versión de Welser-Möst), el primer movimiento de la Quinta Sinfonía
de Beethoven (por Kurt Sanderling, nada menos, aunque si de
espectacularidad se trata igual hubiera dado más juego Sawallisch), el
Bolero de Ravel (correcta versión de Previn aunque se incluya
mutilada), la Cabalgata de las Walkirias de Wagner (en versión
sólo orquestal) o la Obertura 1812 de Tchaikovsky, estas dos
últimas dirigidas por Jansons (bien poco espectacular en la 1812,
todo hay que decirlo). Siguiendo en el repertorio ruso, es lógica la
inclusión del arranque del Concierto para piano nº 1 de
Tchaikovsky (correctos Gutiérrez y Previn), que es uno de los arranques
más famosos de la historia de la música, e incluso de los más infrecuentes
"Capuletos y Montescos" del Romeo de Prokofiev (muy bien Muti).
Más infrecuente aún es encontrar el Zadok the Priest de Haendel,
pero es todo un acierto el haberlo incluido, ya que ha alcanzado gran
popularidad debido a ser la sintonía televisiva de la Champion's League;
la versión de Andrew Davis está bien dentro de una línea "romántica",
colosalista (que era lo que se buscaba).
Más raro se hace ver a otro tipo de piezas calificadas como
"espectaculares", tales como el primer movimiento de La Primavera
de Vivaldi (pasable versión de Nigel Kennedy) o del Concierto de
Brandenburgo nº 3 (correcto Jerzy Maksymiuk); o el Rondó del
Concierto para trompa nº 4 de Mozart o el mismo vals Danubio Azul
de Strauss (ambos por Karajan, el primero en su histórica grabación con
Dennis Brain); o el comienzo del Concierto para piano de Grieg
(correctos Ousset y Marriner); o el comienzo, asimismo, de la Rhapsody
in blue de Gershwin, en charanguera versión de Rattle del original
para jazz-band. Al mismo Rattle lo encontramos dirigiendo Los Planetas
de Holst, pero, increíblemente, no "Marte" (el más adecuado para un disco
de "clásicos espectaculares") sino el final de "Júpiter" (que le queda
algo mustio, todo hay que decirlo).
Se echan en falta muchas más piezas del repertorio ruso, desde Mussogrsky
(Noche en el Monte Pelado, Cuadros de una exposición)
hasta alguna sinfonía de Shostakovich, pasando por las Danzas
Polovtsianas de Borodin. Nada de esto se incluye. Tampoco,
increíblemente, el arranque del Así habló Zarathustra de R.
Strauss. En su lugar, lo que sí encontramos son tres verdareros horrores.
El primero, la Toccata y Fuga en re menor de Bach, pieza que bien
merece estar en una selección como esta, pero no en versión organística ni
siquiera en la orquestal de Stokowski, sino por ¡Vanessa Mae! Si esto es
música clásica, lo que hace Luis Cobos es clásico también. Y lo mismo se
puede decir del "arreglo" de El vuelo del moscardón de
Rimsky-Korsakov por Maksim Mrvica. Por último, de la Novena de
Beethoven (último movimiento) se incluyen tres minutos en la versión de
Muti, pero al escucharlos se nota que están tomados de tres momentos
distintos.
En resumen, un álbum que está lejos de poder ofrecer una introducción a la
música "clásica" al menos hasta lo que pudiera alcanzarse en sólo tres
discos, aunque su intención, dirigida a un público más amplio, bien puede
ser la de mostrar que no hay tanta diferencia entre lo "clásico" y el
repertorio llamado "crossover", como la música de cine. Si así fuera,
puede haber conseguido su objetivo.
REFERENCIAS:
"THE BEST CLASSICAL ALBUM IN THE WORLD... EVER!"
EMI 7243 5 86849 2 6 (3 CD's)
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