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Yuxtaposiciones sobre el teclado Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
Recital de Leif-Ove Andsnes. Cuatro piezas op. 32 de Robert Schumann; Sonata núm. 19 en do menor de Franz Peter Schubert; Sombras del silencio de Bent Sørensen; Sonata núm. 31 en la bemol mayor, op. 110 de Ludwig van Beethoven. Ciclo de Grandes Intérpretes. Auditorio Nacional de Música, Madrid, 21 de marzo de 2006. El teclado de Andsnes no muerde sino que sonríe amable. Es poderosos y resplandeciente, pero nunca amenazador. Ha vuelto a Madrid, al ciclo de la Fundación Scherzo, con un programa aparentemente académico, que solo tras ser escuchado muestra la originalidad de sus intenciones. Como otras veces, ha jugado con los contrastes. Dos obras cumbre, monumentales, alternaron con piezas menores cuya exquisita ligereza impregnó toda la velada. Hubo entre ambas sonatas una clara complicidad, redondeada con las conexiones que también se establecieron entre las piezas más simples que las acompañaron. Fue un programa de ejes yuxtapuestos dentro de una lógica que condujo, ineluctablemente, a la Sonata 31 de Beethoven, compositor que se revela como destino de toda música. La anacrónica fuga final de esta página, que tiene sorprendentes reminiscencias bachianas, cerró en punta la velada, permitiendo al intérprete lucir la claridad de su pulso y de su concepto contrapuntístico. La pareja de baile de esta obra fue la Sonata 19 de Schubert, compuesta posteriormente, un año después de la desaparición del genial sordo, en la estela de su herencia, pero que fue tocada antes sugiriendo con ello un imaginario precedente, contrario al curso del tiempo pero verosímil en las coordenadas fantásticas del arte musical. El parentesco quedó patente en el empleo de un estilo sonoro vehemente pero que no abandona nunca la claridad. El concierto se abrió con las Cuatro piezas op. 32 de un Robert Schumann particularmente “schubertiano”. En su sencillez nos descubrió Andsnes exquisitas grandezas. Precediendo a Beethoven, en vez de quedar relegada al final en el orden temporal que suele ser corriente en este tipo de convocatorias, escuchamos una obra moderna del compositor danés Bent Sørensen (1958), estrenada por el mismo pianista de hoy el año pasado. El título de la creación, Sombras del silencio, es paradójico pues la escritura no tiene nada sombrío ni silencioso, sino que descubre sutiles resonancias tímbricas que, en cierta forma, tienen que ver con la manera que Andsnes reconstruye desde el piano la música de los maestros románticos escuchados en la misma velada. El toque del pianista noruego es de una precisión casi hiriente, es poderoso y contenido. El juego entre graves y agudos, entre planos y voces, tiene una claridad deslumbrante. El público quedó subyugado por la personalidad de este intérprete y obtuvo varias propinas en respuesta a sus calurosos aplausos. (Fotografía de Rafa Martín)
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