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EL SIBELIUS DEL ÚLTIMO BERNSTEIN
Por
Angel Riego
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Curriculum.
La Deutsche Grammophon ha comenzado a reeditar, en álbumes de formato
estrecho (es decir, los discos en sobrecitos) y a precio muy económico,
buena parte de las grabaciones que en sus últimos años hiciera para ellos
el mítico director y compositor norteamericano Leonard Bernstein, quien en
sus últimos años (a partir de finales de los 70) gozaba de una fama
mediática sólo comparable a la de Karajan. En los tres lustros
transcurridos tras su muerte, y con la perspectiva que da el tiempo,
algunas grabaciones de Bernstein que en su día fueron aclamadas por la
crítica hoy día parecen haber envejecido más de la cuenta, como mucho de
su último Mahler; pero otras se mantienen en lo más alto, en cabeza de
ellas su insuperada "Patética" de Tchaikovsky o, inmediatamente
después, sus grabaciones de sinfonías de Sibelius, que comentaremos a
continuación.
Es una lástima que Bernstein dedicara tanto tiempo y recursos en sus
últimos años a grabar música de autores en los que estuvo lejos de brillar
a la máxima altura (Sinfonías de Mozart y Schumann, por ejemplo)
y sin embargo no le diera tiempo a culminar un ciclo Sibelius que hubiera
estado entre los más grandes de la historia, al menos a la misma altura
que el de Barbirolli, generalmente considerado como el más grande. Pero
así son las cosas: cuando Bernstein murió, en octubre de 1990, sólo había
llegado a grabar para la DG cuatro de las siete sinfonías de Sibelius.
Existe, eso sí, el ciclo completo que grabó en los años 60 para la CBS
(reeditado por Sony), pero no tenía entonces la madurez interpretativa que
demostró en su última época.
Este Sibelius, grabado entre 1986 y 1990, compendia las virtudes del
Bernstein final: sutilísimo, de enorme riqueza de matices, de increíble
refinamiento orquestal que no excluye lo furibundo (ese uso desatado de la
percusión, por ejemplo), y con una ejecución de la Filarmónica de Viena
como sólo tocan los grandes días, y para directores que aprecien
especialmente.
Si en la Primera Sinfonía, que pocas veces habrá sonado tan a
"obra maestra" como aquí, aún puede reconocerse al director de la
grabación de los 60 (ciertas licencias y caprichos nos recuerdan que sigue
siendo el "Lenny" que conocemos), en la Segunda ya se aprecia una
diferencia enorme entre ambas: el tempo es aquí mucho más lento, para
poder sacar más matices a la música, lo que se nota desde el pausado
comienzo del primer movimiento, que adquiere tintes elegíacos. En el
Andante, a diferencia de la versión de los 60, está expresado a la
perfección cada matiz (lo inquietante, lo terrible, lo elegíaco) y parece
imposible hacerlo mejor. El Vivacissimo aquí es mucho menos vivaz que el
de la versión de Sony, más "neblinoso", de un lirismo más delicado, y el
Finale tiene más densidad que el de los 60, aunque no su exaltación. En
conjunto, una grabación que aspira a un puesto entre las más grandes de
todos los tiempos, y seguramente la mejor de las grabadas en digital (lo
que puede predicarse también del resto de las contenidas en este álbum).
La Quinta Sinfonía es, muy posiblemente, la cumbre de este
mini-ciclo, todo él extraordinario. Desde el densísimo comienzo, con un
desarrollo que suena inquietante y un eloquecido final del primer
movimiento; la delicadeza, el "tacto" con que aborda el Andante, y esa
indefinible nostalgia que suena "a despedida" del tercero, no conocemos
otra versióm que se acerque a lo logrado por Bernstein, ni siquiera
Barbirolli, que suena aquí más vigoroso en el Andante y más vertiginoso en
el final de la obra. Un caso donde se puede decir que estamos ante "la
versión de referencia".
La Séptima Sinfonía comienza y termina en una atmósfera sonora
"religiosa" que en manos de Bernstein puede recordar a muchos oyentes el
Adagio de Samuel Barber, y a diferencia de otras grandes
versiones (como la de Barbirolli) no suena vitalista ni siquiera en el
"Allegro molto moderato"; el pesimismo de Bernstein parece que viera esta
obra, de nuevo, como una despedida de la vida. Tal vez fuera más difícil
elegirla como referencia que a sus compañeras, pero volvemos a estar ante
una soberana recreación, donde su carácter "en vivo" se revela en que
además de la música se puede escuchar algún gemido del director.
Los tres discos originales con sinfonías de Sibelius tenían en general
poca duración (entre 40 minutos y una hora) y para esta reedición la DG
pensó en añadirle algunas obras del repertorio británico grabadas por
Bernstein, por aquello de la afinidad de los ingleses por Sibelius, o la
influencia de este sobre aquellos. Las Variaciones Enigma de
Elgar venían en su origen acompañadas por tres de las Marchas de Pompa
y Circunstancia, que aquí se han perdido; en cuanto a los Interludios
Marinos de la ópera Peter Grimes de Britten, acompañaban a la
Séptima Sinfonía de Beethoven en el último concierto que dio
Bernstein, dos meses antes de morir, que fue publicado en disco por la DG
con el título de "The Final Concert".
Las Variaciones Enigma, grabadas en 1982 con la Orquesta de la
BBC, suenan bien poco "británicas", es una visión muy personal de
Bernstein, que juega con fuertes contrastes entre la languidez de algunos
números (el comienzo, "Nimrod", "Dorabella") y los ataques de furia de
"WMB", "Troyte" o "GRS". Una mención especial merece el "Nimrod", que
Lenny parece querer convertir en un Adagietto mahleriano: ¡6 minutos 10
segundos! (recordemos que a Barbirolli le dura 3:25). Mayor interés tienen
los Cuatro Interludios Marinos, aunque se echa en falta la
Passacaglia que siempre les acompaña: sutilísimo y de un sombrío
pesimismo en el primero, muy violento el segundo (casi parece Ives),
lentísimo y de un misticismo "mahleriano" el tercero (el más logrado) y de
grandiosidad "apocalíptica" y tempo muy dilatado el cuarto, que vuelve a
sonar a Mahler.
En conjunto, sin ser estos complementos desdeñables, pensamos que hubiera
sido mejor reunir todo el Sibelius en dos discos, Primera con
Quinta, y Segunda con Séptima; un Sibelius a la
altura de los mejores que se han grabado, y que ya sólo por eso convierte
a este álbum en imprescindible para quien no tuviera ya los discos
sueltos.
REFERENCIAS:
SIBELIUS: Sinfonías 1, 2, 5 y 7.
ELGAR: Variaciones Enigma.
BRITTEN: "Cuatro Interludios Marinos", de Peter Grimes
Orquesta Filarmónica de Viena (Sibelius)
Orquesta Sinfónica de la BBC (Elgar)
Orquesta Sinfónica de Boston (Britten)
Director: Leonard Bernstein
DG 474 936-2 (3 CD's)
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