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Número 74º - Marzo 2.006


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EL SIBELIUS DEL ÚLTIMO BERNSTEIN

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.


La Deutsche Grammophon ha comenzado a reeditar, en álbumes de formato estrecho (es decir, los discos en sobrecitos) y a precio muy económico, buena parte de las grabaciones que en sus últimos años hiciera para ellos el mítico director y compositor norteamericano Leonard Bernstein, quien en sus últimos años (a partir de finales de los 70) gozaba de una fama mediática sólo comparable a la de Karajan. En los tres lustros transcurridos tras su muerte, y con la perspectiva que da el tiempo, algunas grabaciones de Bernstein que en su día fueron aclamadas por la crítica hoy día parecen haber envejecido más de la cuenta, como mucho de su último Mahler; pero otras se mantienen en lo más alto, en cabeza de ellas su insuperada "Patética" de Tchaikovsky o, inmediatamente después, sus grabaciones de sinfonías de Sibelius, que comentaremos a continuación.

Es una lástima que Bernstein dedicara tanto tiempo y recursos en sus últimos años a grabar música de autores en los que estuvo lejos de brillar a la máxima altura (Sinfonías de Mozart y Schumann, por ejemplo) y sin embargo no le diera tiempo a culminar un ciclo Sibelius que hubiera estado entre los más grandes de la historia, al menos a la misma altura que el de Barbirolli, generalmente considerado como el más grande. Pero así son las cosas: cuando Bernstein murió, en octubre de 1990, sólo había llegado a grabar para la DG cuatro de las siete sinfonías de Sibelius. Existe, eso sí, el ciclo completo que grabó en los años 60 para la CBS (reeditado por Sony), pero no tenía entonces la madurez interpretativa que demostró en su última época.

Este Sibelius, grabado entre 1986 y 1990, compendia las virtudes del Bernstein final: sutilísimo, de enorme riqueza de matices, de increíble refinamiento orquestal que no excluye lo furibundo (ese uso desatado de la percusión, por ejemplo), y con una ejecución de la Filarmónica de Viena como sólo tocan los grandes días, y para directores que aprecien especialmente.

Si en la Primera Sinfonía, que pocas veces habrá sonado tan a "obra maestra" como aquí, aún puede reconocerse al director de la grabación de los 60 (ciertas licencias y caprichos nos recuerdan que sigue siendo el "Lenny" que conocemos), en la Segunda ya se aprecia una diferencia enorme entre ambas: el tempo es aquí mucho más lento, para poder sacar más matices a la música, lo que se nota desde el pausado comienzo del primer movimiento, que adquiere tintes elegíacos. En el Andante, a diferencia de la versión de los 60, está expresado a la perfección cada matiz (lo inquietante, lo terrible, lo elegíaco) y parece imposible hacerlo mejor. El Vivacissimo aquí es mucho menos vivaz que el de la versión de Sony, más "neblinoso", de un lirismo más delicado, y el Finale tiene más densidad que el de los 60, aunque no su exaltación. En conjunto, una grabación que aspira a un puesto entre las más grandes de todos los tiempos, y seguramente la mejor de las grabadas en digital (lo que puede predicarse también del resto de las contenidas en este álbum).

La Quinta Sinfonía es, muy posiblemente, la cumbre de este mini-ciclo, todo él extraordinario. Desde el densísimo comienzo, con un desarrollo que suena inquietante y un eloquecido final del primer movimiento; la delicadeza, el "tacto" con que aborda el Andante, y esa indefinible nostalgia que suena "a despedida" del tercero, no conocemos otra versióm que se acerque a lo logrado por Bernstein, ni siquiera Barbirolli, que suena aquí más vigoroso en el Andante y más vertiginoso en el final de la obra. Un caso donde se puede decir que estamos ante "la versión de referencia".

La Séptima Sinfonía comienza y termina en una atmósfera sonora "religiosa" que en manos de Bernstein puede recordar a muchos oyentes el Adagio de Samuel Barber, y a diferencia de otras grandes versiones (como la de Barbirolli) no suena vitalista ni siquiera en el "Allegro molto moderato"; el pesimismo de Bernstein parece que viera esta obra, de nuevo, como una despedida de la vida. Tal vez fuera más difícil elegirla como referencia que a sus compañeras, pero volvemos a estar ante una soberana recreación, donde su carácter "en vivo" se revela en que además de la música se puede escuchar algún gemido del director.

Los tres discos originales con sinfonías de Sibelius tenían en general poca duración (entre 40 minutos y una hora) y para esta reedición la DG pensó en añadirle algunas obras del repertorio británico grabadas por Bernstein, por aquello de la afinidad de los ingleses por Sibelius, o la influencia de este sobre aquellos. Las Variaciones Enigma de Elgar venían en su origen acompañadas por tres de las Marchas de Pompa y Circunstancia, que aquí se han perdido; en cuanto a los Interludios Marinos de la ópera Peter Grimes de Britten, acompañaban a la Séptima Sinfonía de Beethoven en el último concierto que dio Bernstein, dos meses antes de morir, que fue publicado en disco por la DG con el título de "The Final Concert".

Las Variaciones Enigma, grabadas en 1982 con la Orquesta de la BBC, suenan bien poco "británicas", es una visión muy personal de Bernstein, que juega con fuertes contrastes entre la languidez de algunos números (el comienzo, "Nimrod", "Dorabella") y los ataques de furia de "WMB", "Troyte" o "GRS". Una mención especial merece el "Nimrod", que Lenny parece querer convertir en un Adagietto mahleriano: ¡6 minutos 10 segundos! (recordemos que a Barbirolli le dura 3:25). Mayor interés tienen los Cuatro Interludios Marinos, aunque se echa en falta la Passacaglia que siempre les acompaña: sutilísimo y de un sombrío pesimismo en el primero, muy violento el segundo (casi parece Ives), lentísimo y de un misticismo "mahleriano" el tercero (el más logrado) y de grandiosidad "apocalíptica" y tempo muy dilatado el cuarto, que vuelve a sonar a Mahler.

En conjunto, sin ser estos complementos desdeñables, pensamos que hubiera sido mejor reunir todo el Sibelius en dos discos, Primera con Quinta, y Segunda con Séptima; un Sibelius a la altura de los mejores que se han grabado, y que ya sólo por eso convierte a este álbum en imprescindible para quien no tuviera ya los discos sueltos.
 

REFERENCIAS: 

SIBELIUS: Sinfonías 1, 2, 5 y 7.
ELGAR: Variaciones Enigma.
BRITTEN: "Cuatro Interludios Marinos", de Peter Grimes
Orquesta Filarmónica de Viena (Sibelius)
Orquesta Sinfónica de la BBC (Elgar)
Orquesta Sinfónica de Boston (Britten)
Director: Leonard Bernstein
DG 474 936-2 (3 CD's)