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ALFRED BRENDEL,
ELEGANCIA Y ABURRIMIENTO
Por Fernando López
Vargas-Machuca.
Sevilla, Teatro de la Maestranza. 22 de octubre de 2006. Haydn:
Sonata en Re mayor, Hob. XVI/42; Sonata en Do mayor, Hob. XVI/50.
Schubert: Sonata nº 18 en Sol mayor, D. 894. Mozart: Fantasía en
Do menor, KV. 475; Rondo en La menor, KV. 511. Alfred Brendel, piano.
Se
inauguraba la nueva temporada del Maestranza con un a priori muy atractivo
concierto de la ROSS dirigido por José Ramón Encinar -por desgracia no
pudimos asistir al evento- y con la presencia de uno de los mayores mitos
del piano en la actualidad, un Alfred Brendel a sus setenta y cinco años
ya comprensiblemente algo torpe de dedos, este último para ofrecernos un
recital con páginas de la más absoluta hermosura salidas de la pluma de
Haydn, Mozart y Schubert, tres autores con los que el pianista austriaco
ha estado siempre muy vinculado a lo largo de su dilatada carrera
concertística y discográfica.
Es el de Brendel un pianismo elegante y
sensible, en la que un sonido hermoso y dulce aunque jamás almibarado
-nada que ver con la Pires- se pone al servicio de una concepción
interpretativa equilibrada y apolínea, de corte marcadamente humanístico y
teñido de cierta fina ironía, en la que rara vez son puestos de relieve
los aspectos más inquietantes de la música y priman la serenidad y la
poesía íntima por encima de otras consideraciones. ¿Significa este enfoque
limar las aristas expresivas y ofrecer interpretaciones superficiales de
obras que demandan una mayor densidad dramática? Pues no necesariamente,
pero con Brendel así suele ocurrir. Es lo que pasó en el Maestranza.
Lo mejor de la velada estuvo sin la menor
duda en su Haydn, cuya tan infravalorada música para teclado -hay en buen
parte de ella ya mucho de Beethoven- es expuesta por Brendel con poesía
tan sencilla como directa y sincera, sin pretender convertirla en algo
meramente decorativo. Pero claro, el Schubert maduro ya es otro mundo, y
quienes consideramos que en obras como su D. 894 tiene que ponerse
de manifiesto un desgarro interior que hiera el alma, una interpretación
de gama dinámica tan limitada, tan escasa variedad expresiva y tan poca
sustancia dramática resultó de todo punto insuficiente.
Tres cuartos de lo mismo en Mozart. El
Rondó KV. 511 estuvo, aun echándose de menos algo más de chispa y
tensión interna, bellamente sonado y admirablemente expuesto, pero en la
dramática, visionaria y genial Fantasía KV. 475 Brendel se quedó
muy corto con una interpretación plana, insulsa y deslavazada. Desde luego
la mayor parte del público del Maestranza no otorgaría semejantes
calificativos: al finalizar la velada se aplaudió con entusiasmo (¡qué
bonitos son Mozart y Schubert!). Pero el autor de estas líneas, que
sin duda debe de ser un bicho raro, se aburrió muchísimo durante la mayor
parte del concierto.
ENLACES RECOMENDADOS
Web del Maestranza:
http://www.teatromaestranza.com/
Web de Alfred Brendel:
http://www.deccaclassics.com/artists/brendel/mov.htm
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