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EL TARDÍO MAHLER DE BARENBOIM
Por
Angel Riego
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El interés de
Barenboim por la música de Mahler ha tardado en manifestarse hasta una
época bastante tardía. Si entre los autores del repertorio sinfónico
tradicional, antes de los 60 años tenía Barenboim ya grabadas dos veces
las sinfonías de Bruckner y Schumann, y una vez las de Beethoven, Schubert
y Brahms, su discografía como director de Mahler (un compositor tan
frecuente ya en el repertorio como la mayoría de los citados) era muy
exigua: solamente una Canción de la Tierra y una Quinta
Sinfonía de sus años de Chicago, un disco de lieder con
Fischer-Dieskau y la Filarmónica de Berlín en Sony, y unos
Kindertotenlieder de su etapa en París, con Waltraud Meier. El propio
Barenboim explica en su libro de memorias que durante mucho tiempo había
evitado a Mahler a causa de su asociación con supuestos mensajes
"místicos" o por lo menos extramusicales, que se supone han de estar
presentes en sus sinfonías, pero que fue el gran director (y gran
mahleriano) Rafael Kubelik quien le convenció de que se podía "pasar" de
esos mensajes y tratar a las sinfonías de Mahler simplemente como música
pura.
Esta Séptima que ahora nos presenta Warner Classics, sucesora de
Teldec, tal vez sea el comienzo de un nuevo ciclo o al menos de un
semi-ciclo (pues Barenboim aún no dirige en vivo todo Mahler). Grabada en
febrero de 2005, presenta una muy buena toma de sonido y una prestación
orquestal de la Staatskapelle de Berlín al menos satisfactoria, aunque
algunas rudezas en la percusión (tal vez en parte culpa de la batuta) y
alguna afinación "problemática" de los metales (como en las frases
iniciales de la obra) nos recuerden que no estamos ante una de las
grandes.
La versión que nos presenta Barenboim es la propia de un director que
viene de fuera del mundo mahleriano, con sus ventajas y sus
inconvenientes. Las ventajas son que la versión puede ser original,
fijarse en aspectos en los que no repara nadie, pero también le puede
faltar ese "dominio del idioma" que hace que una música "suene a Mahler".
Así, en el primer movimiento encontramos una exhibición de poderío sonoro
que hace sonar a la obra "terrible", "apocalítica", con una crispación que
a veces puede parecer algo exagerada, lo que al menos hace sonar a esta
música distinta de lo habitual, y convence plenamente. La primera
Nachtmusik tiene lirismo, y suena amorosa (lo que sería más adecuado para
la segunda, pero bien en todo caso) y sutil, dentro de lo que puede
significar este término en un director habitualmente tan "explícito" como
Barenboim.
Es a partir del tercer movimiento donde baja el interés de la versión, que
hasta aquí era bastante alto, pues el Scherzo, demasiado "ligero", da la
impresión de superficialidad, como de "echar una cana al aire", en una
música que se supone debe de sonar "onírica", como las pesadillas que
asaltan por la noche, y que aquí no pasa de ser un mero baile. La 2ª
Nachtmusik va a un tempo demasiado rápido para que pueda tener su carácter
"amoroso", quedando un poco mecánica (recuerda un poco a la de Boulez, que
es una de las peores de la discografía de la obra), y algún cambio de
tempo suena "raro". Por último, el Rondó-Finale es grandioso, pero de una
grandiosidad "bruckneriana", por algo Barenboim ha dirigido a Bruckner
mucho más que a Mahler, no encontraremos aquí el humor irónico que le dan
otros directores más mahlerianos.
En resumen, estamos ante una interpretación no de referencia, pero sí que
aporta puntos de interés, tiene originalidad y seguramente no estorbará en
la discoteca de cualquier mahleriano.
En el apartado de las posibles alternativas, hay que señalar primero que
la Séptima debe de ser la única sinfonía de Mahler que tardó
tanto en ser entendida y traducida a sonidos de forma convincente, que las
versiones más satisfactorias son casi todas de la era del sonido digital,
entre las que elegiríamos como referencias la del ciclo de Eliahu Inbal,
la de Abbado en Berlín (no la de Chicago), sin olvidar a la del ciclo de
Edo de Waart con la Filarmónica de la Radio Holandesa; y, ya por debajo de
las anteriores, las de Maazel y Chailly. En este último grupo podría tener
su sitio la presente de Barenboim, a continuación de las citadas. Entre
las versiones de los ciclos analógicos, mantiene su interés la primera
grabación de Haitink, que sigue siendo una de las mejores y en su día fue
la pionera de un nuevo modo de entender esta sinfonía, aunque el propio
Haitink en posteriores ocasiones fuera a peor; y entre los "históricos",
puede acudirse aún a Horenstein y a Scherchen, aunque siempre con algún
reparo. A veces aún se lee por alguna revista que recomiendan la versión
de Klemperer, lo que nos parece un despropósito, pues lo que hizo aquí el
gran director fue un "experimento" no apto para todos los públicos, sólo
para los muy iniciados, pero que no serviría para conocer la obra ni como
única versión a tener.
REFERENCIAS
MAHLER: Sinfonía nº 7
Staatskapelle de Berlín
Director: Daniel Barenboim
Warner Classics 2564 62963-2
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