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El ballet imperial Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
Le corsaire (El corsario). Música de Adolphe Adam, Cesare Pugni, Léo Delibes, Riccardo Drigo y Pyotr Oldenburgsky. Libreto de Vernoy de Saint-Georges y Joseph Mazilier. Coreografía de Pyotr Gusev basada en el original de Marius Petipa. Ballet del Teatro Mariinsky de San Petersburgo. Director general y artístico: Valery Gergiev. Director del ballet: Makhar Vaziev. Escenografía: Teymuraz Murvanidze. Figurinista: Galina Solovyeva. Orquesta Titular del Teatro Real. Director musical: Valery Ovsiannikov. Producción del Teatro Kirov de Leningrado (1987). Teatro Real de Madrid, del 5 al 10 de septiembre de 2006. El Teatro Real ha inaugurado temporada, como viene siendo habitual, con unas estupendas funciones de ballet. La presencia en Madrid del Ballet Mariinsky de San Petersburgo ha sido un gran acontecimiento que, con cierta injusticia, no tendrá el boato de la inauguración de la temporada operística. La de San Petersburgo es una compañía histórica, con más de dos siglos de antigüedad, de primera categoría mundial, depositaria de la mejor tradición clásica, donde lo excepcional adquiere un insólito carácter cotidiano. Los solistas de los diversos repartos son grandiosos, poderosos, expresivos, flexibles, pero todos los demás componentes y elementos de la producción son también sobresalientes. Las estrellas, muchas extraordinariamente jóvenes, se alternan con los veteranos en los distintos repartos con toda naturalidad. La escuela de ballet de San Petersburgo, la escuela Vaganova, sostiene y alimenta a la compañía. La presencia tantos astros produce un cierto eclipse, porque todo es aquí deslumbrante. A pesar de la profesionalidad y naturalidad de los bailarines, hay que insistir en su nivel absolutamente excepcional. Este ballet ha presentado en Madrid un título legendario: El corsario, una pieza colectiva y depurada que triunfó a hasta principios de siglo pasado y que ha vuelto a asombrar tras resurgir en los últimos años. La primera coreografía original de Petipa es de 1856 y la cuarta revisión del mismo autor data de 1899. Pyotr Gusev hizo en 1987 la reconstrucción que ahora nos llega en todo su esplendor, porque en el ballet clásico se guarda la tradición a la vez que se pueden renovar muchas cosas. Es una reconstrucción respetuosa en lo esencial, que es lo coreográfico, con unas danzas llenas de fuerza, con números vertiginosos y admirables. El ballet se presenta en su integridad, con toda la historia de piratas de cuento basada en el poema de Lord Byron. Pudimos disfrutar del virtuosismo espectacular de los números coreográficos, pero también de las ingenuas y divertidas pantomimas que hilvanan la historieta. Decorados y vestuario son coloristas, tradicionales y algo pasados de moda. Se nota en los diseños cierto aroma de los años ochenta, que fueron festivos y tremendos. Las dos horas y media que dura el ballet se pasan volando, porque es divertido y está lleno de ritmo, de pequeñas joyas engarzadas en una cadena de oro.
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