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Metáfora operística Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.
Ariadne auf Naxos. Música de Richard Strauss. Libreto de Hugo von Hofmannsthal. Reparto: Diana Damrau, Joyce DiDonato, Anne Schwanewilms, Richard Margison, Götz Argus, Wolfgang Holzmair, Miguel Borrallo, Graham Clark, Tomeu Bibiloni, Josep Ribot, Stéphane Degout, Francisco Vas, Darren Jeffery, Norman Reinhardt, Susana Cordón, Deanne Meek, Judith van Wanroij. Orquesta titular del Teatro Real. Director musical: Jesús López Cobos. Director de escena: Christof Loy. Escenógrafo y figurinista: Herbert Murauer. Iluminación: Jennifer Tipton. Producción de la Royal Opera House, Covent Garden, Londres (2002). Teatro Real de Madrid, del 27 de septiembre al 15 de octubre de 2006. Ariadane auf Naxos es una deliciosa ópera de Richard Strauss y Hugo von Hofmannstahl, que como, en Il capriccio, hace una reflexión, satiriza sobre el propio género añadiendo, en este caso, teatro dentro del teatro. La obra consta de un prólogo y un acto. El prólogo sirve para discutir los preparativos de una fiesta que incluirá una ópera seria y otra bufa. El mecenas exige que ambas se fundan en una y esto es lo que se presenta en el único acto titulado “ópera” que sigue. Ambas partes son dos piezas casi independientes, como queda resaltado en la presentación de un reparto para cada una de ellas en el programa de mano, aunque varios artistas repitan en ambas. La propuesta es divertida y atrevida, aunque la “ópera” resultante puede defraudar algo las expectativas cómicas que el prólogo parecía anunciar. El personaje de Ariadna es presa de una confusión amorosa que delata la impostura de los convencionalismos operísticos, pero sin llegar a romper con ellos. La producción del Covent Garden presentada en el Teatro Real es bonita e interesante. Muestra con claridad el enredo, añadiendo algún otro a causa de un incomprensible, inesperado e inadecuado vestuario de ciertos personajes. Las voces, especialmente las femeninas, son excelentes y resuelven con éxito sus difíciles papeles. Destaca sobre todo Diana Damrau, que se enfrenta con toda frescura y facilidad a las complicadas coloraturas de Zerbinetta y cautiva con su estupenda voz. No se queda atrás Joyce DiDonato, que aparece como compositor en el prólogo. Se la hecha de menos en la segunda parte. Anne Schwanewilms encarna a la Primadonna y a Ariadna con riqueza tímbrica, seguridad interpretativa y experiencia escénica. Decorados e iluminación son admirables y la dirección de López Cobos tan solovente y estupenda como siempre. La orquesta del Teatro Real, en el reducido formato y con las reminiscencias dieciochescas que Strauss determina, suena muy bien y presenta algunos solos, como el del clarinete al principio de la segunda parte, estupendamente servidos. Richard Strauss es uno de los grandes compositores del siglo pasado y su música tiene pasajes de dificultad que no supusieron ningún problema para los intérpretes. El Teatro Real ha empezado con este título tan interesante una temporada de ópera de primera categoría, que tendrá más funciones y actividades que la anterior.
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