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CINE
Y MUSICA: LA "FANTASIA" QUE SE HIZO DOS VECES
REALIDAD
Por Ángel
Riego Cue
La idea de
acoplar dibujos animados y música es casi tan vieja como
el propio cine sonoro. Cuando en 1928 Walt Disney produce
su primera película sonora, en la que se oía hablar a
Mickey Mouse, ya llevaba casi una década interesado en
los "cartoons" (antes había sido dibujante
publicitario y caricaturista). Tan sólo un año después
produciría su primer cortometraje uniendo música y
animación, "La Danza Macabra" (The Skeleton
Dance), que sería el origen de una serie de 75 piezas
denominadas "Sinfonías Tontas" (Silly
Symphonies).
Estos cortometrajes tenían para Disney un carácter
"experimental", con el que ensayar nuevas
técnicas, y solían servir en los cines como prólogo
antes de una película larga. De hecho, se cuenta la
anécdota de que el famoso director de orquesta Arturo
Toscanini, tras ver en 1935 "Concierto de
Banda" (The Band Concert), donde Mickey Mouse
aparecía dirigiendo a una banda de música, consiguió
que los encargados del cine detuvieran la película
"importante" que venía a continuación, para
repetir el corto de Disney.
Precisamente un disco de Toscanini se utilizaba en 1937
en los estudios de Disney en la preparación de su
siguiente corto, sobre la historia del Aprendiz de Brujo,
utilizando la música de Paul Dukas. Pero a quien deseaba
Disney para ese proyecto era a Leopold Stokowski,
entonces flamante director de la Orquesta de Filadelfia,
y actor de éxito (interpretándose a sí mismo) en
películas como "Loca por la música" (101 men
and a girl), con Deanna Durbin, uno de los mayores
éxitos de taquilla de la temporada. Stokowski encarnaba
al tipo de director de orquesta "fotogénico" y
de pose "estética", ideal para la pantalla. El
encuentro entre ambos fue casual: Disney le vio cenando
solo en un restaurante, le invitó a que cenaran juntos,
y le habló de su proyecto. "Stokie" se mostró
interesado de inmediato, y en noviembre de ese mismo 1937
se anunciaba oficialmente la realización del
cortometraje.
La grabación sonora del "Aprendiz de Brujo"
tuvo lugar en los estudios Selznick de Hollywood en la
noche del 9 al 10 de enero de 1938, con una orquesta de
músicos muy competentes, pero no la de Filadelfia, como
a veces figura indicado. Ese mismo mes se inició la
animación de las imágenes, dirigida por James Algar,
aunque siempre bajo la supervisión y crítica constante
del propio Disney, como era su norma. Pronto se vio que
el coste se disparaba, y que terminaría siendo de unos
125.000 dólares, unas cuatro veces el de una "Silly
Symphony": nunca se podría amortizar.
¿Qué hacer? Disney decididió "huir hacia
adelante" y ampliar el cortometraje con otras
historias, hasta hacer una película larga. De hecho,
1937 había visto nacer su primer largometraje,
"Blancanieves y los siete enanitos" (Snow White
and the Seven Dwarfs). La idea era imitar en el cine lo
que es un concierto sinfónico, donde una orquesta
interpreta en la misma velada obras de distintos autores,
de ahí el nombre que usaba Disney para su proyecto,
"Película de Concierto"; sin embargo, fue
Stokowski, contratado como asesor también para el
proyecto "ampliado", el que sugirió el
término "Fantasía", nombre de una forma
musical.
En septiembre de 1938, Stokowski, Disney, y varios
colaboradores de este pasaron tres semanas escuchando
cientos de discos, para elegir el programa musical de la
película. El resultado de sus deliberaciones pasó a la
historia del cine: la "Toccata y Fuga en Re
menor" de Bach, en orquestación de Stokowski; la
Suite del "Cascanueces" de Tchaikovsky; la
"Consagración de la Primavera" de Stravinsky
(abreviada), la "Sinfonía Pastoral" de
Beethoven (reducida a un "resumen" de 17
minutos), la "Danza de las Horas" de la ópera
"La Gioconda" de Ponchielli, "Una noche en
el Monte Pelado" de Mussogrsky (orquestada por
Stokoswki) y el "Ave María" de Schubert,
adaptado para orquesta. "El Aprendiz de Brujo"
se situó en tercer lugar, entre Tchaikovsy y Stravinsky.
El resto del programa fue grabado por Stokowski con la
orquesta de Filadelfia, en el auditorio de dicha
agrupación. Para la ocasión se utilizó el sistema
"Fantasound", que proporcionaba sonido
estereofónico cuando tal cosa aún no existía, una
muestra del afán de Disney por utilizar siempre lo más
avanzado de la técnica.
El proceso de realización de la película fue un
espectáculo social en sí mismo, con desfile de
personalidades por los estudios de Disney; se dejaron ver,
entre otros, la soprano Kirsten Flagstad, el escritor
Thomas Mann, el biólogo Julian Huxley o el astrónomo
Edwin Hubble, estos dos supuestamente para asesorar la
credibilidad científica del episodio que narra la vida
sobre la Tierra con música de Stravinsky. El trabajo de
la animación se prolongó hasta el último momento, y la
secuencia del "Ave María" no quedó terminada
hasta 2 días antes del estreno, anunciado para el 13 de
noviembre de 1940.
Los resultados del film convencieron en general a los
críticos, con alguna excepción entre los de música
clásica; considerada hoy desde la perspectiva de un
aficionado a la música, la película es desigual, y
tiene aciertos y errores, pero estos últimos hace tiempo
que se le han perdonado y la película es ahora, con todo
merecimiento, mítica.
Como prólogo se escogió todo un símbolo del arte
transcriptor de Stokowski, su arreglo orquestal de la
"Toccata y fuga en Re menor" BWV 565, antes
considerada obra de Bach; hoy, al parecer, apócrifa. No
se ilustró con ninguna historia concreta, sino que se
prefirieron imágenes abstractas, incluyendo planos de la
orquesta y del director. Existe también un intermedio
destinado a describir lo que es la banda sonora de una
película
Es curioso, analizando episodio por episodio, cómo los
más logrados nos parecen aquellos en los que el
argumento o "programa" sobre el que se
escribió en su día la música, coincide con el
desarrollado en la película. Así, lo mejor es el
memorable "Aprendiz de Brujo" que era el
proyecto inicial, y que sigue de cerca la historia
original: Mickey Mouse es el discípulo de un mago, y
utiliza los conjuros de su maestro para conseguir que una
escoba "encantada" haga sola el trabajo de
fregar la casa. Sólo que no sabe cómo detenerla para
que no siga trayendo cubos de agua... También hay una
relativa fidelidad a la historia original en la
"Noche en el Monte Pelado", con terrorífica
aparición del Diablo incluida, si bien para conseguir el
"final feliz" se acopla el final de esta obra
al comienzo del "Ave María", acompañando a un
coro de peregrinos.
Este detalle es uno de los momentos que hoy nos parece
cursi o "kitsch" en la película, cuyo peor
episodio es, a nuestro juicio, el de la Sinfonía
Pastoral, con esa historia ambientada en la mitología
griega; mejor hubiera ido conservando el
"programa" original de Beethoven, con
campesinos reuniéndose en acción de gracias tras la
tormenta. También el programa original de Stravinsky en
su "Consagración" (un sacrificio ritual en una
tribu primitiva de Rusia, donde una joven es obligada a
danzar hasta morir de agotamiento) se veía cambiado,
aunque con resultados mucho menos negativos, por la
historia de la vida sobre la Tierra, con episodios como
la extinción de los dinosaurios, un tema que, por
cierto, ha sido objeto este mismo año de una nueva
producción (llamada "Dinosaur") de los
estudios Disney, siempre aplicando las teorías
científicas en boga. Si en 1940 los espectadores veían
una extinción lenta causada por el calor, la sequía,
etc., en el 2000 se ve el famoso meteorito que, según la
teoría que enunciaron los Alvarez (padre e hijo) en
1979, y que hoy se considera ya probada, fue el culpable
de la desaparición de estos "lagartos
terribles".
En las otras dos obras incluidas, al tratarse de ballets
las de Tchaikovsky y Ponchielli, no les sentaba mal un
tratamiento "coreográfico" como el que
reciben, aunque sea sin seguir el argumento original
(menos importante aquí); solamente hay que anotar en el
debe la habitual sensiblería cursi habitual en los
productos Disney. Pero, a pesar de ella, y a pesar
también de la objeción razonable, escuchada a veces, de
que ver una música unida a una imagen haría identificar
siempre una con la otra, el caso es que
"Fantasía" hizo que muchísimas personas
descubrieran la música de los compositores clásicos,
que les "entrara por los ojos", y eso le ha
ganado su merecido prestigio entre los melómanos. Sin
contar, claro está, el mito que representa para un
aficionado al cine.
Pero un mito que no nació inmediatamente. En 1940 la
película fue un fracaso económico (el sistema
"Fantasound" era muy caro, y debía trasladarse
de teatro en teatro en "peregrinación";
además el mercado europeo estaba cerrado por la
guerra...). Tampoco en la reposición de 1946 consiguió
Disney recuperar lo invertido. La película empezó a dar
dinero en la nueva reposición de 1956, con una banda
sonora magnética en estéreo de cuatro pistas, que los
cines de la época ya podían reproducir. En 1966 murió
Walt Disney, y tres años después se repuso de nuevo, y
la juventud de los 60 descubrió en ella una experiencia
"psicodélica". Comenzaba a nacer el mito.
Tras una nueva reposición en 1977 (año que murió
Stokowski), se pensó en regrabar la banda sonora
aprovechando las nuevas técnicas de grabación digital.
Sería la primera película así grabada en su
integridad, y se cumplía el deseo de Disney de estar
siempre con los últimos avances técnicos. La tarea fue
encomendada a Irwin Kostal, músico de cine que había
recibido sendos Oscars por la dirección musical de
"West Side Story" y "Sonrisas y
Lágrimas" (The Sound of Music), y se llevó a cabo
en 1982. Kostal se ciñó en general milimétricamente al
"tempo" de Stokowski, aunque es de resaltar el
curioso detalle de utilizar en la "Noche en el Monte
Pelado" la entonces reciente edición de la
orquestación original de Mussogrsky.
"Fantasía" se repuso con la nueva banda
sonora, pero críticos y aficionados exigían la vuelta
al original, y en 1989 el negativo y la banda sonora
originales de la película se restauraron usando la
máxima tecnología disponible, sin reparar en gastos,
con vistas a la reposición del 50 aniversario. Quien
desee comprobar cuánto se puede mejorar una grabación
antigua invirtiendo el dinero que haga falta, puede
escuchar lo que han conseguido hacer con estas viejas
grabaciones de Stokowski, a las que han eliminado casi
por completo el soplido de fondo, aunque la tímbrica
algo estridente de las grabaciones de la época es más
difícil de disimular.
El fracaso comercial de "Fantasía" disuadió a
Disney de llevar a cabo más películas de ese tipo, para
las que incluso tenía escogida música. Tuvieron que
pasar 60 años, y llegar a la fecha "mágica"
del 2000, para que este proyecto tuviera continuación.
La nueva "Fantasía" comenzó a gestarse en
1992 por Roy E. Disney, vicepresidente de la compañía
Disney, y sobrino de Walt. Se buscó en primer lugar un
director de orquesta que pudiera representar lo que
Stokowski en su época. Los candidatos más lógicos
parecerían "a priori" Previn o Mehta, pero Roy
se decantó por James Levine, el conocido director del
Metropolitan Opera House de Nueva York. La razón de
escogerlo fue su "gran flexibilidad". Es decir,
según lo cuenta el propio Roy Disney, alguien a quien no
le importase dirigir una "Quinta Sinfonía" de
Beethoven que durase sólo tres minutos, y en eso Levine
no tuvo ningún problema.
Luego estaba la elección de la música, que comenzaría
precisamente con tan corto extracto del primer movimiento
de la "Quinta" de Beethoven, en la que se quiso
buscar un comienzo "abstracto", como el que
representaba Bach en la primera. A continuación, los
"Pinos de Roma" de Respighi, la "Rhapsody
in blue" de Gershwin, el Allegro inicial del
Concierto para piano nº 2 de Shostakovich, el Finale del
"Carnaval de los Animales" de Saint-Saëns, la
repetición de la misma secuencia del "Aprendiz de
Brujo" de 1940, luego un arreglo de varias marchas
de "Pompa y Circunstancia" de Elgar y por
último unos extractos del "Pájaro de Fuego"
de Stravinsky. Casi toda la música elegida estaba
abreviada o "adaptada", de hecho la única obra
completa original es la de Gershwin, y el único
movimiento completo el de Shostakovich, que curiosamente
suenan en las dos secuencias más logradas del film. Se
da la circunstancia de que algunas de esas músicas
(Stravinsky, Gershwin, Saint-Saëns) ya habían sido
escogidas por Walt Disney para la continuación de
"Fantasía" que nunca llegó a realizar. La
orquesta es ahora la Sinfónica de Chicago, excepto en
Gershwin y en el "Aprendiz" grabado para el
disco de la "banda sonora original" (en la
película vuelve a sonar el de Stokowski, detalle que se
agradece tras comparar ambos), donde interviene la
Philharmonia londinense.
Los tiempos han cambiado, hoy día en cualquier
animación interviene el ordenador, y las innovaciones
técnicas de la factoría Disney (aparte, cómo no, de un
nuevo sistema de sonido para los cines, llamado esta vez
IMAX) consisten ahora en nuevos desarrollos de software.
Pero en algunas cosas los ordenadores aún no pueden
sustituir al trabajo humano. La comparación de las
nuevas secuencias con el "Aprendiz" es
llamativa en ese sentido: las expresiones, tan humanas,
del rostro de Mickey Mouse, no tienen equivalencia en la
nueva "Fantasía", no se pueden generar por
programa, ahí se ve que hay otro ser humano
dibujándolo.
Otro aspecto negativo de la película es su escasa
duración, pues la parte "nueva" no llega a una
hora de animación, la mitad que la de 1940. Cada
episodio lleva además su propia presentación en
"imagen real"; entre los presentadores vemos
caras conocidas como el actor Steve Martin, el músico de
jazz Quincy Jones, la veterana actriz Angela Lansbury e
incluso el violinista "clásico" Ithzak
Perlman.
Puestos a analizar cada episodio, los dos primeros son
francamente tediosos, y hacen esperar lo peor. Ni el
fragmento de Beethoven, con figuras geométricas que
escenifican la lucha entre el Bien y el Mal, ni el de
Respighi, con su historia de ballenas que empiezan a
volar tras la explosión de una supernova, nos parecen
especialmente logrados. Mejora mucho a partir de la
tercera historia (la Rapsodia de Gershwin), animada
reconstruyendo el estilo del dibujante Al Hirschfeld, que
conoció al compositor, y que ha llegado a vivir lo
suficiente para contemplar este episodio, en proyección
privada, el día de su 96 cumpleaños. A pesar de lo
tópico de la historia (la vida en una gran ciudad, y las
inquietudes de cuatro personas concretas) se ve con
agrado.
En el siguiente episodio, inspirado en el "Soldadito
de Plomo" de Hans Christian Andersen, la música de
Shostakovich es todo un hallazgo, parece escrita
especialmente para la ocasión. Junto con el de Gerswhin,
nos parece el mejor "Sketch" original de esta
segunda "Fantasía". Con el breve episodio
sobre Saint-Saëns, el flamenco "rebelde" al
que no le dejan jugar con un yo-yo, no da tiempo a
aburrirse. Y después, como se ha dicho, otra vez el
"Aprendiz de Brujo"; se ha llegado a decir que
esta secuencia es todo un símbolo de la compañía, pues
la personalidad de Walt Disney se puede encontrar
desdoblada en los dos personajes: Disney es el brujo
("el mago de Burbank" le llamaban), y de hecho
en algún momento el movimiento de las cejas del
personaje está inspirado en él; y por otra, es también
el Aprendiz, que experimenta nuevas y revolucionarias
fórmulas, arriesgándose a un final desastroso, en este
caso a perder dinero con una película como la
"Fantasía" de 1940.
Los dos últimos episodios no desmerecen de lo anterior.
Tras Mickey Mouse viene el Pato Donald, pues algún
personaje Disney clásico debía aparecer en las nuevas
secuencias. En este caso es la historia bíblica del
Diluvio de Noé, a la que se adaptan bien las marchas de
Elgar, con los animales entrando y saliendo solemnemente
del arca a los acordes de "Land of Hope and
Glory". Y termina con una fábula sobre la
destrucción y renovación del bosque con la música del
"Pájaro de Fuego", una metáfora sobre el
propio concepto de "Fantasía"; una obra de la
que dijo Disney que era eterna, que con el paso de los
años se iría renovando con sucesivas entregas.
En resumen, esta segunda "Fantasía" llega
demasiado tarde para poder decir que se ha cumplido la
voluntad de Walt Disney, pues se ha esperado a exprimir
económicamente la primera todo lo posible, con nuevas
reposiciones, hasta que por fin salió en video en 1991;
también es demasiado cicatera en la duración, y algunas
de las historias no están especialmente logradas; la
creatividad humana de la primera está sustituida por el
ordenador... El único aspecto a favor de la presente es
la ausencia de la sensiblería "kitsch" de la
primera, aunque para juzgar esto es imprescindible el
paso del tiempo.
La filosofía de la primera película y la segunda son
opuestas, la de 1940 supuso un gran riesgo para Walt
Disney, la de 2000 revela el conservadurismo de sus
herederos, que no proponen nuevas fórmulas, sino se
limitan a repetir las que han demostrado su éxito.
Éxito que, a pesar de todo, no es tan sencillo
conseguir, pues al parecer esta nueva
"Fantasía" ha pasado por los cines sin pena ni
gloria. De todos modos, si el lector está aún a tiempo
de verla, las virtudes de la película son suficientes
para que merezca nuestra recomendación, confiando en
que, como el bosque, "Fantasía" se siga
renovando con el paso de los años, y alcancemos a ver
otras entregas más logradas que esta.
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