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Número 8º - Septiembre 2000


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CINE Y MUSICA: LA "FANTASIA" QUE SE HIZO DOS VECES REALIDAD

Por Ángel Riego Cue

La idea de acoplar dibujos animados y música es casi tan vieja como el propio cine sonoro. Cuando en 1928 Walt Disney produce su primera película sonora, en la que se oía hablar a Mickey Mouse, ya llevaba casi una década interesado en los "cartoons" (antes había sido dibujante publicitario y caricaturista). Tan sólo un año después produciría su primer cortometraje uniendo música y animación, "La Danza Macabra" (The Skeleton Dance), que sería el origen de una serie de 75 piezas denominadas "Sinfonías Tontas" (Silly Symphonies).

Estos cortometrajes tenían para Disney un carácter "experimental", con el que ensayar nuevas técnicas, y solían servir en los cines como prólogo antes de una película larga. De hecho, se cuenta la anécdota de que el famoso director de orquesta Arturo Toscanini, tras ver en 1935 "Concierto de Banda" (The Band Concert), donde Mickey Mouse aparecía dirigiendo a una banda de música, consiguió que los encargados del cine detuvieran la película "importante" que venía a continuación, para repetir el corto de Disney.

Precisamente un disco de Toscanini se utilizaba en 1937 en los estudios de Disney en la preparación de su siguiente corto, sobre la historia del Aprendiz de Brujo, utilizando la música de Paul Dukas. Pero a quien deseaba Disney para ese proyecto era a Leopold Stokowski, entonces flamante director de la Orquesta de Filadelfia, y actor de éxito (interpretándose a sí mismo) en películas como "Loca por la música" (101 men and a girl), con Deanna Durbin, uno de los mayores éxitos de taquilla de la temporada. Stokowski encarnaba al tipo de director de orquesta "fotogénico" y de pose "estética", ideal para la pantalla. El encuentro entre ambos fue casual: Disney le vio cenando solo en un restaurante, le invitó a que cenaran juntos, y le habló de su proyecto. "Stokie" se mostró interesado de inmediato, y en noviembre de ese mismo 1937 se anunciaba oficialmente la realización del cortometraje.

La grabación sonora del "Aprendiz de Brujo" tuvo lugar en los estudios Selznick de Hollywood en la noche del 9 al 10 de enero de 1938, con una orquesta de músicos muy competentes, pero no la de Filadelfia, como a veces figura indicado. Ese mismo mes se inició la animación de las imágenes, dirigida por James Algar, aunque siempre bajo la supervisión y crítica constante del propio Disney, como era su norma. Pronto se vio que el coste se disparaba, y que terminaría siendo de unos 125.000 dólares, unas cuatro veces el de una "Silly Symphony": nunca se podría amortizar.

¿Qué hacer? Disney decididió "huir hacia adelante" y ampliar el cortometraje con otras historias, hasta hacer una película larga. De hecho, 1937 había visto nacer su primer largometraje, "Blancanieves y los siete enanitos" (Snow White and the Seven Dwarfs). La idea era imitar en el cine lo que es un concierto sinfónico, donde una orquesta interpreta en la misma velada obras de distintos autores, de ahí el nombre que usaba Disney para su proyecto, "Película de Concierto"; sin embargo, fue Stokowski, contratado como asesor también para el proyecto "ampliado", el que sugirió el término "Fantasía", nombre de una forma musical.

En septiembre de 1938, Stokowski, Disney, y varios colaboradores de este pasaron tres semanas escuchando cientos de discos, para elegir el programa musical de la película. El resultado de sus deliberaciones pasó a la historia del cine: la "Toccata y Fuga en Re menor" de Bach, en orquestación de Stokowski; la Suite del "Cascanueces" de Tchaikovsky; la "Consagración de la Primavera" de Stravinsky (abreviada), la "Sinfonía Pastoral" de Beethoven (reducida a un "resumen" de 17 minutos), la "Danza de las Horas" de la ópera "La Gioconda" de Ponchielli, "Una noche en el Monte Pelado" de Mussogrsky (orquestada por Stokoswki) y el "Ave María" de Schubert, adaptado para orquesta. "El Aprendiz de Brujo" se situó en tercer lugar, entre Tchaikovsy y Stravinsky. El resto del programa fue grabado por Stokowski con la orquesta de Filadelfia, en el auditorio de dicha agrupación. Para la ocasión se utilizó el sistema "Fantasound", que proporcionaba sonido estereofónico cuando tal cosa aún no existía, una muestra del afán de Disney por utilizar siempre lo más avanzado de la técnica.

El proceso de realización de la película fue un espectáculo social en sí mismo, con desfile de personalidades por los estudios de Disney; se dejaron ver, entre otros, la soprano Kirsten Flagstad, el escritor Thomas Mann, el biólogo Julian Huxley o el astrónomo Edwin Hubble, estos dos supuestamente para asesorar la credibilidad científica del episodio que narra la vida sobre la Tierra con música de Stravinsky. El trabajo de la animación se prolongó hasta el último momento, y la secuencia del "Ave María" no quedó terminada hasta 2 días antes del estreno, anunciado para el 13 de noviembre de 1940.

Los resultados del film convencieron en general a los críticos, con alguna excepción entre los de música clásica; considerada hoy desde la perspectiva de un aficionado a la música, la película es desigual, y tiene aciertos y errores, pero estos últimos hace tiempo que se le han perdonado y la película es ahora, con todo merecimiento, mítica.

Como prólogo se escogió todo un símbolo del arte transcriptor de Stokowski, su arreglo orquestal de la "Toccata y fuga en Re menor" BWV 565, antes considerada obra de Bach; hoy, al parecer, apócrifa. No se ilustró con ninguna historia concreta, sino que se prefirieron imágenes abstractas, incluyendo planos de la orquesta y del director. Existe también un intermedio destinado a describir lo que es la banda sonora de una película

Es curioso, analizando episodio por episodio, cómo los más logrados nos parecen aquellos en los que el argumento o "programa" sobre el que se escribió en su día la música, coincide con el desarrollado en la película. Así, lo mejor es el memorable "Aprendiz de Brujo" que era el proyecto inicial, y que sigue de cerca la historia original: Mickey Mouse es el discípulo de un mago, y utiliza los conjuros de su maestro para conseguir que una escoba "encantada" haga sola el trabajo de fregar la casa. Sólo que no sabe cómo detenerla para que no siga trayendo cubos de agua... También hay una relativa fidelidad a la historia original en la "Noche en el Monte Pelado", con terrorífica aparición del Diablo incluida, si bien para conseguir el "final feliz" se acopla el final de esta obra al comienzo del "Ave María", acompañando a un coro de peregrinos.

Este detalle es uno de los momentos que hoy nos parece cursi o "kitsch" en la película, cuyo peor episodio es, a nuestro juicio, el de la Sinfonía Pastoral, con esa historia ambientada en la mitología griega; mejor hubiera ido conservando el "programa" original de Beethoven, con campesinos reuniéndose en acción de gracias tras la tormenta. También el programa original de Stravinsky en su "Consagración" (un sacrificio ritual en una tribu primitiva de Rusia, donde una joven es obligada a danzar hasta morir de agotamiento) se veía cambiado, aunque con resultados mucho menos negativos, por la historia de la vida sobre la Tierra, con episodios como la extinción de los dinosaurios, un tema que, por cierto, ha sido objeto este mismo año de una nueva producción (llamada "Dinosaur") de los estudios Disney, siempre aplicando las teorías científicas en boga. Si en 1940 los espectadores veían una extinción lenta causada por el calor, la sequía, etc., en el 2000 se ve el famoso meteorito que, según la teoría que enunciaron los Alvarez (padre e hijo) en 1979, y que hoy se considera ya probada, fue el culpable de la desaparición de estos "lagartos terribles".

En las otras dos obras incluidas, al tratarse de ballets las de Tchaikovsky y Ponchielli, no les sentaba mal un tratamiento "coreográfico" como el que reciben, aunque sea sin seguir el argumento original (menos importante aquí); solamente hay que anotar en el debe la habitual sensiblería cursi habitual en los productos Disney. Pero, a pesar de ella, y a pesar también de la objeción razonable, escuchada a veces, de que ver una música unida a una imagen haría identificar siempre una con la otra, el caso es que "Fantasía" hizo que muchísimas personas descubrieran la música de los compositores clásicos, que les "entrara por los ojos", y eso le ha ganado su merecido prestigio entre los melómanos. Sin contar, claro está, el mito que representa para un aficionado al cine.

Pero un mito que no nació inmediatamente. En 1940 la película fue un fracaso económico (el sistema "Fantasound" era muy caro, y debía trasladarse de teatro en teatro en "peregrinación"; además el mercado europeo estaba cerrado por la guerra...). Tampoco en la reposición de 1946 consiguió Disney recuperar lo invertido. La película empezó a dar dinero en la nueva reposición de 1956, con una banda sonora magnética en estéreo de cuatro pistas, que los cines de la época ya podían reproducir. En 1966 murió Walt Disney, y tres años después se repuso de nuevo, y la juventud de los 60 descubrió en ella una experiencia "psicodélica". Comenzaba a nacer el mito.

Tras una nueva reposición en 1977 (año que murió Stokowski), se pensó en regrabar la banda sonora aprovechando las nuevas técnicas de grabación digital. Sería la primera película así grabada en su integridad, y se cumplía el deseo de Disney de estar siempre con los últimos avances técnicos. La tarea fue encomendada a Irwin Kostal, músico de cine que había recibido sendos Oscars por la dirección musical de "West Side Story" y "Sonrisas y Lágrimas" (The Sound of Music), y se llevó a cabo en 1982. Kostal se ciñó en general milimétricamente al "tempo" de Stokowski, aunque es de resaltar el curioso detalle de utilizar en la "Noche en el Monte Pelado" la entonces reciente edición de la orquestación original de Mussogrsky.

"Fantasía" se repuso con la nueva banda sonora, pero críticos y aficionados exigían la vuelta al original, y en 1989 el negativo y la banda sonora originales de la película se restauraron usando la máxima tecnología disponible, sin reparar en gastos, con vistas a la reposición del 50 aniversario. Quien desee comprobar cuánto se puede mejorar una grabación antigua invirtiendo el dinero que haga falta, puede escuchar lo que han conseguido hacer con estas viejas grabaciones de Stokowski, a las que han eliminado casi por completo el soplido de fondo, aunque la tímbrica algo estridente de las grabaciones de la época es más difícil de disimular.

El fracaso comercial de "Fantasía" disuadió a Disney de llevar a cabo más películas de ese tipo, para las que incluso tenía escogida música. Tuvieron que pasar 60 años, y llegar a la fecha "mágica" del 2000, para que este proyecto tuviera continuación.



La nueva "Fantasía" comenzó a gestarse en 1992 por Roy E. Disney, vicepresidente de la compañía Disney, y sobrino de Walt. Se buscó en primer lugar un director de orquesta que pudiera representar lo que Stokowski en su época. Los candidatos más lógicos parecerían "a priori" Previn o Mehta, pero Roy se decantó por James Levine, el conocido director del Metropolitan Opera House de Nueva York. La razón de escogerlo fue su "gran flexibilidad". Es decir, según lo cuenta el propio Roy Disney, alguien a quien no le importase dirigir una "Quinta Sinfonía" de Beethoven que durase sólo tres minutos, y en eso Levine no tuvo ningún problema.

Luego estaba la elección de la música, que comenzaría precisamente con tan corto extracto del primer movimiento de la "Quinta" de Beethoven, en la que se quiso buscar un comienzo "abstracto", como el que representaba Bach en la primera. A continuación, los "Pinos de Roma" de Respighi, la "Rhapsody in blue" de Gershwin, el Allegro inicial del Concierto para piano nº 2 de Shostakovich, el Finale del "Carnaval de los Animales" de Saint-Saëns, la repetición de la misma secuencia del "Aprendiz de Brujo" de 1940, luego un arreglo de varias marchas de "Pompa y Circunstancia" de Elgar y por último unos extractos del "Pájaro de Fuego" de Stravinsky. Casi toda la música elegida estaba abreviada o "adaptada", de hecho la única obra completa original es la de Gershwin, y el único movimiento completo el de Shostakovich, que curiosamente suenan en las dos secuencias más logradas del film. Se da la circunstancia de que algunas de esas músicas (Stravinsky, Gershwin, Saint-Saëns) ya habían sido escogidas por Walt Disney para la continuación de "Fantasía" que nunca llegó a realizar. La orquesta es ahora la Sinfónica de Chicago, excepto en Gershwin y en el "Aprendiz" grabado para el disco de la "banda sonora original" (en la película vuelve a sonar el de Stokowski, detalle que se agradece tras comparar ambos), donde interviene la Philharmonia londinense.


Los tiempos han cambiado, hoy día en cualquier animación interviene el ordenador, y las innovaciones técnicas de la factoría Disney (aparte, cómo no, de un nuevo sistema de sonido para los cines, llamado esta vez IMAX) consisten ahora en nuevos desarrollos de software. Pero en algunas cosas los ordenadores aún no pueden sustituir al trabajo humano. La comparación de las nuevas secuencias con el "Aprendiz" es llamativa en ese sentido: las expresiones, tan humanas, del rostro de Mickey Mouse, no tienen equivalencia en la nueva "Fantasía", no se pueden generar por programa, ahí se ve que hay otro ser humano dibujándolo.

Otro aspecto negativo de la película es su escasa duración, pues la parte "nueva" no llega a una hora de animación, la mitad que la de 1940. Cada episodio lleva además su propia presentación en "imagen real"; entre los presentadores vemos caras conocidas como el actor Steve Martin, el músico de jazz Quincy Jones, la veterana actriz Angela Lansbury e incluso el violinista "clásico" Ithzak Perlman.

Puestos a analizar cada episodio, los dos primeros son francamente tediosos, y hacen esperar lo peor. Ni el fragmento de Beethoven, con figuras geométricas que escenifican la lucha entre el Bien y el Mal, ni el de Respighi, con su historia de ballenas que empiezan a volar tras la explosión de una supernova, nos parecen especialmente logrados. Mejora mucho a partir de la tercera historia (la Rapsodia de Gershwin), animada reconstruyendo el estilo del dibujante Al Hirschfeld, que conoció al compositor, y que ha llegado a vivir lo suficiente para contemplar este episodio, en proyección privada, el día de su 96 cumpleaños. A pesar de lo tópico de la historia (la vida en una gran ciudad, y las inquietudes de cuatro personas concretas) se ve con agrado.

En el siguiente episodio, inspirado en el "Soldadito de Plomo" de Hans Christian Andersen, la música de Shostakovich es todo un hallazgo, parece escrita especialmente para la ocasión. Junto con el de Gerswhin, nos parece el mejor "Sketch" original de esta segunda "Fantasía". Con el breve episodio sobre Saint-Saëns, el flamenco "rebelde" al que no le dejan jugar con un yo-yo, no da tiempo a aburrirse. Y después, como se ha dicho, otra vez el "Aprendiz de Brujo"; se ha llegado a decir que esta secuencia es todo un símbolo de la compañía, pues la personalidad de Walt Disney se puede encontrar desdoblada en los dos personajes: Disney es el brujo ("el mago de Burbank" le llamaban), y de hecho en algún momento el movimiento de las cejas del personaje está inspirado en él; y por otra, es también el Aprendiz, que experimenta nuevas y revolucionarias fórmulas, arriesgándose a un final desastroso, en este caso a perder dinero con una película como la "Fantasía" de 1940.

Los dos últimos episodios no desmerecen de lo anterior. Tras Mickey Mouse viene el Pato Donald, pues algún personaje Disney clásico debía aparecer en las nuevas secuencias. En este caso es la historia bíblica del Diluvio de Noé, a la que se adaptan bien las marchas de Elgar, con los animales entrando y saliendo solemnemente del arca a los acordes de "Land of Hope and Glory". Y termina con una fábula sobre la destrucción y renovación del bosque con la música del "Pájaro de Fuego", una metáfora sobre el propio concepto de "Fantasía"; una obra de la que dijo Disney que era eterna, que con el paso de los años se iría renovando con sucesivas entregas.


En resumen, esta segunda "Fantasía" llega demasiado tarde para poder decir que se ha cumplido la voluntad de Walt Disney, pues se ha esperado a exprimir económicamente la primera todo lo posible, con nuevas reposiciones, hasta que por fin salió en video en 1991; también es demasiado cicatera en la duración, y algunas de las historias no están especialmente logradas; la creatividad humana de la primera está sustituida por el ordenador... El único aspecto a favor de la presente es la ausencia de la sensiblería "kitsch" de la primera, aunque para juzgar esto es imprescindible el paso del tiempo.

La filosofía de la primera película y la segunda son opuestas, la de 1940 supuso un gran riesgo para Walt Disney, la de 2000 revela el conservadurismo de sus herederos, que no proponen nuevas fórmulas, sino se limitan a repetir las que han demostrado su éxito. Éxito que, a pesar de todo, no es tan sencillo conseguir, pues al parecer esta nueva "Fantasía" ha pasado por los cines sin pena ni gloria. De todos modos, si el lector está aún a tiempo de verla, las virtudes de la película son suficientes para que merezca nuestra recomendación, confiando en que, como el bosque, "Fantasía" se siga renovando con el paso de los años, y alcancemos a ver otras entregas más logradas que esta.