|
|
DE NÁPOLES A LEIPZIG POR NAVIDADJerez, Teatro Villamarta. 21 de diciembre de 2006. F. Provenzale: Sui palchi delle stelle. O. Giaccio: Peccatori su, su, su. C. Caresana: La Pastorale; La tarantella; Sonata a 8; La Vittoria dell’Infante. Maria Ercolano, Roberta Andalò, sopranos. Daniela del Monaco, mezzosoprano. Giuseppe de Vittorio, Rosario Totaro, tenores. Giuseppe Naviglio, bajo. Orchestra Barocca Cappella Pietà de’ Turchini. Antonio Florio, director. Jerez, Iglesia del Convento de Santo Domingo. 22 de diciembre de 2006. J. S. Bach: Misa en Si menor, BWV 232. María Espada, soprano. Carlos Mena, contratenor. Luis Vilamajó, tenor. José Antonio López, barítono. Cor Madrigal; Mireia Barrera, dirección. Orquesta Barroca de Sevilla. Juanjo Mena, director. Por Fernando López Vargas-Machuca. Dos conciertos muy diferentes se ofrecían en días consecutivos en Jerez de la Frontera, aun estando ambos consagrados a la música sacra del Barroco y teniendo lugar en función de las fiestas navideñas. El primero de ellos suponía en cierto modo un desagravio hacia Antonio Florio, que hace dos años se marchó de los ensayos del Elixir d’amore que preparaba el Villamarta tras el trato no precisamente educado que recibió de algunos miembros de la Filarmónica de Málaga. Volvía ahora al teatro jerezano con el prestigioso grupo que fundó allá por 1987, la Cappella de’ Turchini, para ofrecer un programa íntegramente dedicado a la música navideña napolitana del seiscientos. Concretamente pudimos degustar una muy hermosa cantata del gran Francesco Provenzale, otra del bastante menos conocido Orazio Giaccio y tres más de Cristofaro Caresana, uno de los más prolíficos autores en este género. Música toda ella de puro sabor napolitano en la que lo popular y lo culto, lo profano y lo sacro, se dan felizmente la mano en singular maridaje. Y si la interpretación de orquesta y solistas vocales no puede calificarse sino de espléndida no es precisamente por la calidad de las voces congregadas, más bien discretas y no muy personales si hacemos excepción de la rotunda mezzo Daniela del Monaco y del singularísimo e inconfundible tenor Pino de Vittorio, sino por la frescura, espontaneidad y sabor popular que, sin perder la buena línea canora ni la atención al detalle expresivo, hace gala el soberbio grupo de cantantes reunidos por Florio. Algo parecido puede decirse de su dirección, llena de sinceridad y entusiasmo ante un repertorio en el que cree firmemente. Si la actuación de los Turchini en el teatro jerezano dejó buen sabor de boca al no muy abundante público congregado (¿tan difícil resulta hacer más publicidad?), lo del día siguiente fue mucho más allá. Por una sencilla razón: por muy agradecidas que sean estas músicas napolitanas y muy meritorio resulte su recuperación, los grandes genios siguen siendo los grandes genios y la Misa en Si menor de Bach permanece en lo más alto de la creación musical de todos los tiempos. Por si fuera poco la Orquesta Barroca de Sevilla se encuentra en un espléndido momento y, frente a evidentes desigualdades en las maderas, supo hacer gala de una notable cuerda y de un metal excepcional, brillante y empastado como pocas veces se recuerdan. Además se contó con solistas tan lujosos como el violinista argentino Manfredo Kraemer (quizá en exceso creativo pero indiscutible experto en este repertorio) o el formidable flautista andaluz Guillermo Peñalver, que se lucieron en sus correspondientes intervenciones. Al éxito de la interpretación no fue ajena la magnífica labor de Juanjo Mena, a quien yace algunos años le escuchamos frente a esta misma orquesta un espléndido Mesías, y que ahora ha vuelto a demostrar su plena sintonía tanto con el repertorio barroco como con los instrumentos originales. Así, y tras un Kyrie quizá no todo lo intenso y visionario que podía haber sido, ofreció una lectura plena de vitalidad y brillantez, pero también de lirismo y de sentido dramático, en la que obtuvo un portentoso rendimiento de la OBS y del formidable Cor Madrigal. Este se mostró cálido, homogéneo, poderoso y entregado aunque no siempre estuvo del todo claro en la complicada polifonía de la partitura; en cualquier caso fue admirable su actuación y se dejó notar la mano de su excelente directora, Mireia Barrera, que ahora lo es también del Coro Nacional de España. Muy digna aunque algo impersonal la soprano María Espada, estupendos el tenor Lluis Vilamajó y el barítono José Antonio López y de lujo la presencia de Carlos Mena, que cantó un Agnus Dei de los que ponen el corazón en un puño. Lástima que la visibilidad y la acústica del templo del Convento de Santo Domingo -una interesantísima obra gótico-mudéjar del XV- dejaran un tanto que desear.
ENLACES RECOMENDADOS Web oficial de los Turchini: http://www.turchini.it/orchestra/info_orchestra_ing.cfm Web oficial de la Orquesta Barroca de Sevilla: http://www.orquestabarrocadesevilla.com/espanol/intro.html
|