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BARROCO A LA SEVILLANAJerez, Teatro Villamarta. 3 de mayo de 2007. Valls: Miren del amor. Ah, del claro hemisferio. Anónimo: Xácaras “No hay que decir el primor”. De Selma y Valverde: Sussana Passegiata. Picañol: En la celeste esfera. Haendel: Conservate, raddoppiate. Sonata en Do mayor para viola da gamba y bajo continuo. Giù nei Tartatei regni. Vivaldi: Alla Caccia. Amor hai vinto. Mariví Blasco, soprano. Josep Miquel Ramón, bajo. Accademia del Piacere. Fahmi Alqhai, dirección. Por Fernando López Vargas-Machuca. Cómo cambian las cosas. Hace no más de tres décadas eso de la música antigua era en Sevilla poco menos que una excentricidad para cuatro chalados, pero hoy día se cuenta en la capital andaluza con un buen puñado de músicos de notable nivel capaces de plantar cara a los más reputados intérpretes internacionales. Entre ellos, los jóvenes artistas que integran Accademia del Piacere, conjunto creado en 2001 por la soprano Mariví Blasco y quien es el líder natural de la agrupación, el excelente gambista Fahmi Alqhai. Extrae el músico hispalense de su viola da gamba un sonido particularmente rico y carnoso, lejos de la debilidad y palidez que en otros tiempos se asociaban al instrumento. Tiene además una manera de interpretar especialmente arrebatada y dionisíaca, llena de contrastes y de extroversión pero en absoluto descontrolada, que sin arrinconar ni mucho menos otros acercamientos más austeros, íntimos, reflexivos y atentos al matiz, sí que viene a enriquecer y renovar saludablemente las maneras interpretativas. Sus magníficas intervenciones solistas fueron sin duda lo mejor del programa “En la celeste esfera” ofrecido en el Teatro Villamarta, pero no lo único. Y es que se rodea el gambista sevillano de un buen grupo de instrumentistas muy solventes tanto en lo técnico como en lo expresivo con los que sabe ofrecer un admirable trabajo de equipo: en esta ocasión fueron Jesús Fernández, Enrique Solinis, Alberto Martínez Molina, Rami Alqhai y, claro está, la propia Mariví Blasco, quien por encima de algunas desigualdades hizo gala de un buen sentido para administrar variados recursos expresivos, entre ellos unos muy hermosos reguladores. Se unía al conjunto el bajo valenciano Josep Miquel Ramón, ya viejo conocido del Villamarta, ofreciendo solvencia vocal y entusiasmo interpretativo a partes iguales. Una única pega al concierto: la calidad de la música interpretada. Cierto es que como españoles que somos debemos tener la curiosidad y sentir la obligación de descubrir y conocer nuestros repertorios más desdeñados, entre ellos el de Bartolomé de Selma y Salaverde (1580-1640), Francisco Valls (1665-1747) y José Picañol (1726-1769). Hasta ahí bien, pero una vez escuchada y disfrutada esta música, que nos ofrece además importantes claves para conocer mejor las relaciones artísticas entre España e Italia, nos toca reconocer que un Haendel o un Vivaldi, aun en obras menores como las ofrecidas por Academia del Piacere en su estupendo concierto, tienen mayor interés estético. Por algo son quienes son…
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