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THAIS EN OVIEDO
Por
Angel Riego
Cue. Lee su
Curriculum.
Oviedo, Teatro Campoamor. 20 de octubre de 2007. Massenet: Thais. P.
Armstrong, A. Odena, R. Macías, S. Palatchi, S. Ferrández, M. J. Suárez,
J.M. Díaz, O, Saitua, J. Tablada. Coro de la Ópera de Oviedo. Oviedo
Filarmonía. Dir. musical: Alain Guingal. Dir. de escena: Joseph Franconi
Lee, sobre una idea original de Alberto Fassini.
Tras la rareza que supuso (para los usos de Oviedo) presenciar un
Tristán e Isolda, el Teatro Campoamor ha programado una obra aún más
rara de ver representada en cualquier lugar, la ópera Thais de
Massenet, conocida sobre todo por su intermedio para violín y orquesta (la
famosa "Meditación") y que en Oviedo sólo se había puesto en
escena en 1918.
No hubo para la ocasión "fichajes" espectaculares como los del Tristán;
parecía considerarse que el pincipal atractivo de estas funciones era la
novedad del título. El reparto era casi completamente español, con tres
excepciones. Una era la protagonista, la soprano norteamericana Pamela
Armstrong, que parece asociada en Oviedo a las exhumaciones de obras
infrecuentes, pues ya actuó en 2003 como la protagonista de La Rondine,
de Puccini. Otra excepción era el "todo terreno" Stefano Palatchi, eterno
secundario en multitud de papeles, que cantaba al monje Palémon con la
autoridad que le da el haberlo hecho para la grabación protagonizada por
Renée Fleming, y aquí volvió a mostrar su profesionalidad a toda prueba.
Por último, el papel de Nicias (anterior amante de Thais) lo interpretó el
tenor cubano Reinaldo Macías, al menos correcto.
De la Armstrong recordábamos mejor su actuación en La Rondine que
esta Thais, pues aunque la voz sigue siendo bella (con alguna
dureza en la zona aguda), su dominio y matización del papel nos pareció
menor que el de entonces, posiblemente debido a su mayor infrecuencia en
los escenarios. En el terreno de lo anecdótico, la Armstrong parece haber
engordado en los últimos cuatro años, y presentaba una apariencia tal vez
excesivamente rolliza para la cortesana de Alejandría, que se alquila por
semanas a los hombres que paguen lo suficiente; tal vez para este papel
fuese necesario un físico "a lo Anna Netrebko"...
A superior nivel estuvo también, además de Palatchi, el barítono Ángel
Odena, que interpretaba al otro protagonista de la obra, el monje
Athanael, quien consigue que Thais deje su vida pecaminosa e ingrese en un
convento, para acabar descubriendo que la ama como mujer, poco antes de
morir ella. Odena, bien de voz y matizando su papel, nos dejó mucha mejor
impresión aquí que con su Wolfram del Tannhäuser de hace dos
años. El resto del reparto, y el coro de la Ópera de Oviedo, estuvieron al
menos correctos; en general, un reparto de cantantes jóvenes y con ganas
de trabajar. Lo que también se puede decir de la orquesta, que en este
caso no era ninguna de las habituales OSPA ni OSCO, sino un conjunto más
joven, la "Oviedo Filarmonía", la misma que toca todos los años en la
temporada de zarzuela de Oviedo. No sólo no tuvo nada que envidiar a las
de siempre, sino que el director Alain Guingal obtuvo de ella un
refinamiento infrecuente incluso en las formaciones más profesionales.
La escena estuvo muy cuidada, lo que es importante para hacer que el
público entre por una obra nueva; de gran riqueza visual, la exhuberancia
de ornamentos, estatuas, espejos, jardines, etc. podría aplicarse tanto a
la Alejandría de los inicios de la era cristiana como a la Francia de
finales del XIX, cuando se compuso la obra; de hecho, en el ballet del
segundo acto, la acción viajaba a la época de Massenet y veíamos
personajes ataviados a la usanza decimonónica, como unas bailarinas que
recordaban a los cuadros de Degas. En conjunto, sin tener interpretaciones
excepcionales, una Thais más que suficiente para presentar la
obra al público, que era lo que se pretendía.
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