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FrANCIS POULENC: LA MELODÍA DEL SIGLO XX. Por Paloma Socías Casquero. Profesora de piano del Conservatorio Superior de Málaga (España).
Iniciado musicalmente al piano por su propia madre a los 5 años, comienza a recibir lecciones a los 16 del gran pianista español Ricardo Viñes y a estudiar armonía con el profesor Charles Koechlin, alumno de Massenet y de Fauré. Es, sin embargo, en el campo de la composición donde verdaderamente comienza a destacar. Su importancia como tal, se fundamenta sobre todo en el campo de la mélodie, donde es considerado el maestro más señero desde la muerte de Fauré, así como en la música religiosa francesa, donde algunos opinan que llega a disputarse la supremacía con el mismo Messiaen. Perteneció al grupo de "Los Seis", donde entra a formar parte en 1920 cuando el crítico musical Henri Collet escribe un artículo sobre un concierto en el que estaban programadas obras de 6 importantes músicos franceses: Francis Poulenc (1899-1963), Darius Milhaud (1892-1974), Arthur Honegger (1892-1955), Georges Auric (1899-1983), Germaine Tailleferre (1892-1983), y Louis Durey (1888-1979). Estos compositores se habían conocido como estudiantes en el Conservatorio de París. A raíz de este articulo el grupo adopta el nombre de "Los Seis" y aunque hicieron profesión de total independencia estética, colaboraron en la difusión del título que les había otorgado Collet con la publicación del "Álbum de los Seis": colección de seis breves fragmentos para piano en los que se expresaban de manera original y que les sirvió como lanzamiento publicitario. Poulenc dijo una vez hablando del grupo: "No fue en sus orígenes otra cosa que una agrupación de amistades y no de tendencias. Luego, poco a poco, las ideas comunes que fuimos desarrollando hicieron que nos sintiéramos íntimamente ligados en la reacción contra lo vago, el retorno a la melodía, el retorno al contrapunto, la precisión, la simplicidad, etc. El buen aspecto de nuestro grupo se debía a que, vinculados por ideas muy generales, éramos en cambio, muy diferentes en cuanto a la realización de nuestras obras". Al año siguiente de la citada crítica de Collet, en 1921, ponen en escena asímismo un divertido "pastiche" espectacular en el cual se tañe, se canta, se baila, se recita y se patina, titulado "Los esposos de la Torre Eiffel" con texto de Jean Cocteau (pintor, escritor, cineasta y mentor del grupo). La consigna de "Los Seis" fue:"¡Basta de nubes!", de evidente odio y rechazo hacia el Impresionismo en general. Ni juntos ni separados llegaron a hacer escuela, y por eso muy pronto se dispersaron en diversas direcciones. Aunque la mayoría de los compositores franceses nacidos después de 1885 recibieron herencia extremadamente rica de César Franck, Saint-Saëns, Gounod, Lalo y de sus inmediatos continuadores Fauré, Debussy, Dukas, d`Indy, Dupac y Chabrier, el verdadero mentor espiritual del grupo fue Erik Satie, a quien todos ellos admiraban por representar un ideal de honestidad intelectual y de fidelidad a unos principios éticos y estéticos además de rechazar todo lo retórico. De todos fue, sin duda, Poulenc el que mejor encarnó los ideales del grupo, y el que permaneció más cercano a ese espíritu durante toda su vida. Durante el primer decenio, es posible registrar entre los miembros del grupo una suelta correlación entre ellos, pero más tarde, Poulenc siente la necesidad de recibir una instrucción más completa y prueba con Paul Vidal y Maurice Ravel, sin llegar más allá de una primera toma de contacto con éste último.
A partir de la década de los 30, da un importante giro en su carrera: abandona la austeridad de las primeras obras y se inclina hacia fórmulas más elaboradas y clásicas. Esta nueva madurez está marcada por el retorno a la fe católica y por una dedicación intensa a la música religiosa. Su expresividad en este terreno está vinculada a la de la escuela romana y se materializa básicamente en una polifonía exclusivamente vocal. El primer fruto de estas nuevas inquietudes fueron las "Letanías a la Vírgen Negra" en 1936. En esta etapa consiguió una perfecta fusión de texto y música a la vez que fue capaz de expresar con plenitud su sentido religioso en obras como la "Misa en sol mayor" para coro mixto a capella (1937), "Cuatro motetes para tiempo de penitencia" (1939) y, más tarde, su maravilloso "Stabat Mater" para soprano, coro mixto y orquesta (1950) y el "Gloria" (1959). En el terreno de la ópera su primer gran éxito lo alcanza en 1947 con "Las mamas de Tirésias" sobre texto de G. Apollinaire; más adelante escribiría la más famosa de todas, "Diálogo de carmelitas" (1956) con textos de C. Bernanos y por último "La voz humana" en un solo acto, escrita en 1958 sobre texto de J. Cocteau. Quisiera hacer mención especial a su gran ópera "Diálogo de carmelitas": se trata de un amplio drama (estrenado en la Scala de Milán) inspirado en la obra del mismo título del ya citado Georges Bernanos y que tiene un originalísimo final. La acción se sitúa en la época de la Revolución Francesa y en la escena final aparece un coro de monjas entonando un "Salve Regina" mientras esperan ser guillotinadas en la plaza principal. Una a una van cayendo en el escenario al ser decapitadas y en la partitura podemos apreciar cómo van desapareciendo voces a medida que se van oyendo los golpes de la guillotina. Una antigua novicia que previamente había abandonado el convento por temor a la Revolución y por tanto a la muerte, al ver cómo sus compañeras están siendo ejecutadas, no duda en reemplazar a la última uniéndose al canto final, y con ello a su trágico destino, quedándose la orquesta muda en un impresionante final. Poulenc fue el representante más garboso y despreocupado del París musical de su época tal y como se manifiesta en sus conciertos para piano, para órgano, o para cémbalo (le Concert champêtre) y en otras composiciones sinfónicas y de cámara. Pero sin duda,sus dos grandes obras concertantes fueron el Concierto en re menor para dos pianos y orquesta compuesto en 1932, y el Concierto para órgano, cuerdas y timbales (1938). El primero de ellos fué estrenado en el Festival de Música de Venecia el 5 de Septiembre de 1932 ejecutado por el propio compositor y su amigo Jacques Février con la orquesta de la Scala de Milán dirigida por Desiré Defauw. En él podemos apreciar la influencia de dos de sus más admirados compositores: Bach y Mozart. Hemos tenido la oportunidad de oirlo el pasado mes de febrero en la Sala Falla del Conservatorio Superior con motivo de la "V Semana de Música Contemporánea Andaluza", en interpretación de los hermanos José Eugenio y Juan Antonio Vicente Téllez con la Orquesta Ciudad de Málaga bajo la dirección de Francisco de Gálvez. Me gustaría aconsejar a los pianistas que estén interesados en trabajar obras de Poulenc, algunas de ellas para piano solo: "Improvisaciones", "Tres Noveletas", "Nocturnos", "Intermezzi", "Pastourelle", o los ya citados (y maravillosos por cierto) "Tres Movimientos perpetuos". Todas estas obras están en el mercado discográfico interpretadas por el gran pianista Pascal Rogé. Los más "atrevidos" -dada su dificultad- pueden estudiar su Sonata para piano a cuatro manos (o su versión para dos pianos) y todos los que quieran conocer más su música, deben estar atentos a los programas de Radio 2 y a los canales de música clásica de televisión pues con motivo de este aniversario, a lo largo de este año están programadas multitud de obras de este interesante compositor fallecido en Paris en 1963. Recientemente han retransmitido por el canal "Arte" la ópera "Diálogo de carmelitas". La firma inglesa EMI ha elaborado una maravillosa edición conmemorativa del centenario que contiene toda su música dividida en cuatro volúmenes, de cinco compactos cada uno, distribuidos de la siguiente manera: producción pianística y camerística; conciertos y músicas sinfónica y religiosa; obra lírica; y "mélodies" y canciones.
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