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CINE
Y MUSICA: STANLEY KUBRICK (1) 2001
Por Angel
Riego Cue. Lee su
Curriculum.
Uno de los
momentos que han marcado un antes y un después en la
utilización de música en el cine fue cuando en vez
de acoplar a las imágenes una banda sonora
encargada a un compositor profesional, en su lugar se
partió de una grabación comercial preexistente de
música clásica y a partir de ella se añadió la
imagen. Ese momento quedó registrado en la memoria de
mucha gente en el año mágico de 1968, cuando se
estrenó una de las películas más importantes que se
hayan filmado en la historia del cine: 2001, una
odisea del espacio de Stanley Kubrick; importante,
por supuesto, por muchos más motivos aparte del empleo
de la música, un empleo que cuenta como precedente más
claro con Fantasía de Walt Disney, salvando
las distancias entre la imagen real y los dibujos
animados.
Con 2001, que ya era el octavo largomeraje de
Kubrick, el director neoyorkino afincado en Inglaterra
comezó una etapa en la que se interesó por la fusión
de música e imágenes en determinados momentos de la
historia, componiendo "sinfonías" visuales y
auditivas, cuyos siguientes representantes se
encontrarían en sus películas La naranja
mecánica y, en menor escala, Barry
Lyndon y El resplandor. Tras evaporarse
(debido al argumento) en su siguiente film, La
chaqueta metálica, la música clásica reapareció
en su último largometraje, Eyes Wide Shut,
acabado poco antes de morir en 1999.
El poder de divulgación que han tenido estas películas
ha sido inmenso, hasta el punto de poder decirse que
muchas de las músicas utilizadas saltaron a la fama
mundial gracias a haber sido incluidas en una película
de Kubrick, y fueron conocidas así por cientos de miles
de espectadores que no suelen escuchar música clásica.
Por todo ello, transcurridos dos años y medio desde su muerte, y
cuando hace casi dos meses que se ha estrenado otro
proyecto de Kubrick que el genial director dejó
inacabado, y que se encargaría de realizar Steven
Spielberg (A.I. o Inteligencia
Artificial), y sobre todo cuando estamos aún en el
año que dio título a su película más emblemática,
parece oportuno comenzar una serie de artículos
dedicados a Stanley Kubrick en la presente sección
"Cine y Música".
En 1964, Stanley Kubrick es ya un director consolidado,
que desde su establecimiento en Inglaterra al comienzo de
la década de los 60 (una especie de "exilio
artístico" buscando condiciones más favorables
para su trabajo que las de los estudios de Hollywood) ha
dirigido ya dos películas que han sido rotundos éxitos
de taquilla, y le posibilitan vivir sin
preocupaciones económicas durante el resto de su vida:
nos referimos a Lolita y Dr.
Strangelove (llamada en España Teléfono
Rojo...). Para él, es el momento de probar "algo
distinto", de hacer una película que cambie
radicalmente todo lo conocido en un determinado género
del cine.
En un primer momento, Kubrick había pensado en una
película que revolucionase el cine "porno",
haciendo por primera vez una producción con gran
presupuesto y buenos actores que hiciera salir al género
de su "ghetto". El proyecto, que llegó a
llamarse Blue Movie, sería pronto abandonado
por Kubrick, consciente de las dificultades de hacer algo
original en un género tam dominado por rígidas
convenciones, aunque es posible que parte de la
imaginería erótica que pudo haber salido en esta
película se empleara posteriormente en la Naranja
mecánica. El guión de Blue Movie
presentaba el esquema de "cine dentro del
cine", pues contaba la historia de un director de
Hollywood que quería rodar una película porno de gran
presupuesto, y las dificultades que encontraba. Después
de ser rechazada por Kubrick, en los años 70 estuvo a
punto de rodarla Mike Nichols, pero también abandonó el
proyecto, tras encontrar dificultades con los
productores; algo de esta lucha ha quedado reflejado en
el film S.O.B. de Blake Edwards.
Había otro género que apenas había salido de las
producciones de "serie B" y no se consideraba
en aquella época cine "de prestigio": las
películas de marcianos. El estreno en 1957 de
Planeta prohibido fue el primer intento de
dignificar el género con una producción de gran
presupuesto, actores de prestigio, y una cuidada
fotografía en Cinemascope. Es posible que su
contemplación le inspirara a Kubrick la idea de
introducirse en el campo de la ciencia-ficción. De
hecho, después de Dr. Strangelove había
propuesto a la Metro-Goldwyn-Mayer un film rodado en
Cinerama, explotando la línea marcada en 1962 por
La conquista del Oeste (título original,
"How the West was won", Cómo se ganó el
Oeste), que había sido todo un éxito de taquilla a
pesar de que pocos cines estaban por entonces preparados
para reproducir ese formato. El proyecto de Kubrick
tenía un título similar, La conquista del
espacio y estaría rodado también en Cinerama,
pues las numerosas salas de cine que habían sido
remodeladas para poder proyectarlo, pedían más
películas en este formato. Sin embargo, la técnica de
los tres proyectores no se volvería a usar tras La
conquista del Oeste, al inventarse por parte de
Robert Gottschalk la lente esférica, que conseguía el
mismo efecto mediante un único proyector de 70 mm,
formato en el que rodaría finalmente Kubrick.
Pero la fecha que ha pasado a la historia como el
nacimiento de lo que sería 2001 fue febrero
de 1964, cuando en Estados Unidos se estaba estrenando la
anterior película de Kubrick, Dr.
Strangelove, cuya campaña publicitaria había sido
encargada por Columbia a Roger Caras. Durante una comida
en el restaurante Trader's Vick, en el Hotel Plaza de
Nueva York, Caras preguntó a Kubrick qué pensaba hacer
a continuación. Su respuesta fue "No te rías, pero
estoy fascinado con la posibilidad de que haya
extraterrestres". Le explicó a Caras que estaba
haciendo una lista de los considerados mejores escritores
de ciencia-ficción, y se disponía a leer al menos una
obra de cada uno, buscando argumentos. Caras le replicó:
"¿Por qué pierdes el tiempo en leerlos a todos y
no empiezas por el mejor?" Ante la pregunta de
Kubrick de quién era "el mejor", Caras
respondió: "Arthur C. Clarke".
Los amantes de la ciencia-ficción tal vez se indignen al
ver colocar a Clarke por encima de Asimov, Heinlein o
Bradbury. Sin embargo, aparte de ser recomendado por
Caras como amigos íntimos que eran, Clarke podía ser la
elección idónea para trabajar con Kubrick: ambos eran
individuos egocéntricos y a los que gustaba la vida
solitaria, aislados del mundo. Estaban destinados a
entenderse bien. Clarke residía ya en aquella época en
Ceilán (hoy llamado Sri Lanka), donde continúa viviendo
aún hoy, pero pronto iba a viajar a Nueva York para
asistir a la Feria Mundial. En los dos meses que faltaban
antes de poder verse personalmente, Kubrick y Clarke se
intercambiaron mensajes por correo. El mismo día de la
comida, Caras telegrafió a Clarke ofreciéndole trabajar
con Kubrick, a lo que Clarke respondió aceptando
encantado. A continuación, y mucho antes de que pudieran
verse, Kubrick había escrito a Clarke contándole sus
intenciones; el propio Clarke recuerda que le había
planteado hacer "la proverbial película 'realmente
buena' de ciencia ficción". Los temas serían la
posibilidad de existencia de vida extraterrestre y el
impacto que su descubrimiento tendría en la Tierra.
Mientras esperaba la llegada de Clarke, Kubrick comenzó
a leer libros suyos. Hubo uno que le llamó la atención,
El fin de la infancia. En él, la Humanidad
entra en contacto con una civilización extraterrestre
muy avanzada, lo que le hacía pasar a un estado más
elevado de la existencia; este paso exigía la
destrucción de la Humanidad tal como era conocida hasta
entonces. Los derechos de El fin de la
infancia ya estaban vendidos, pero Kubrick se
quedó con la idea de incluir elementos de esa novela en
su película, y de hecho el final de 2001 es
deudor de ella. Por otro lado, Clarke había escrito a
Kubrick proponiendo, para las intenciones de este, su
breve relato El centinela, escrito en 1948
para un concurso de la BBC que no ganó. En el argumento,
una exploración científica de la Luna encuentra una
pirámide que, obviamente, no es una formación natural,
sino que "alguien" ha colocado ahí. En
realidad es una alarma que se "dispara" cuando
los humanos entran en ella, avisando a sus constructores
de que la Humanidad ha llegado ya a un estado tan
avanzado como para poder explorar la Luna. Este episodio
también fue utilizado en la película, con tan sólo un
cambio en la geometría del objeto.
En abril de 1964 llegó por fin Arthur C. Clarke a Nueva
York, y él y Kubrick se enzarzaron en conversaciones que
duraron seis semanas. El 17 de mayo, Clarke llegó a un
acuerdo para escribir un guión llamado Cómo se
conquistó el sistema solar; en principio iba a ser
una adaptación de El centinela, relato cuyos
derechos compró Kubrick junto con otras cinco historias
de Clarke, en una típica operación de "cortina de
humo", pues un año más tarde le revendería las
cinco. Pero antes de que Clarke empezara a escribir la
adaptación, Kubrick le comunicó que lo que necesitaba
era una historia totalmente nueva (aunque tomara
elementos de El centinela y El fin de
la infancia), y que la novela y el guión de la
película supuestamente basado en ella se escribirían a
la vez. Ambos vieron también numerosas películas de
ciencia-ficción, y Kubrick encargó a Roger Caras que le
consiguiera todos los libros sobre viajes espaciales
publicados en aquella época (varios cientos). Y, según
Caras, se los leyó todos. A finales de 1964, Clarke y
Kubrick ya tenían terminado un resumen de la historia de
130 páginas, que enviaron para su aprobación a la MGM.
La "Metro" anunciaría el rodaje de la
película en febrero de 1965, aunque con el título
provisional de Viaje más allá de las
estrellas, que sería cambiado dos meses más tarde
por 2001, una odisea del espacio. El resto de
los datos que daba el comunicado no resultaron más
exactos que el título. La novela sería reescrita
continuamente durante la filmación de la película, y
Kubrick (que debía aprobar el texto final) puso toda
serie de reparos para retrasar su publicación hasta
pocas semanas antes del estreno de 2001,
seguramente buscando mantener el máximo secreto sobre la
historia, lo que hizo a Clarke perder un jugoso contrato
editorial.
Durante en resto del año 1965 siguieron los preparativos
del rodaje. El guión provisional, según la versión
aprobada por la productora, comprendía el descubrimiento
en la Luna de una construcción extraterrestre, destinada
a enviar un mensaje de alarma hacia Saturno (como en
El centinela); luego una expedición de
astronautas hacia dicho planeta, donde el ordenador de a
bordo se volvía loco y mataba a la tripulación; excepto
un superviviente, que entraba en contacto con los
extraterrestres y ascendía hasta convertirse en
"raza superior" (esto último siguiendo a
El fin de la infancia). Con el cambio de
Saturno por Júpiter (que no tenía anillos engorrosos de reproducir) ese esquema se utilizó también en
la película. Se pensó en añadir dos prólogos que no
aparecían en ninguna de las dos historias de Clarke: uno
situado en la Prehistoria que mostrara la influencia de
los extraterrestres sobre la Humanidad primitiva, para
reforzar la idea de que somos una especie "bajo
tutela"; otro, de tipo documental, donde se verían
entrevistas a expertos que hablaban sobre la posibilidad
de la vida extraterestre y el impacto que traería su
posible descubrimiento. El primero se incluyó en la
película definitiva; el segundo, ya rodado, sería
desechado por Kubrick en el último momento.
Un problema delicado fue cómo representar a los
extraterrestres en la pantalla. Una representación en
forma más o menos humanoide hubiera resultado ridícula
al poco tiempo. Clarke propuso primero que una
civilización avanzada podría haber abandonado la vida
biológica en favor de una existencia
"mecánica" de robots. Finalmente, se decidió
utilizar el poder de los símbolos para sugerir lo que no
se puede representar directamente, y de ahí la famosa
figura del monolito. Según Clarke, en temas de
extraterrestres él había salvado a Kubrick de creer en
los platillos volantes al uso, aunque lo cierto es que
cuando ambos vieron un destello en el cielo (que
finalmente fue un globo meteorológico) la misma noche
que firmaron el acuerdo de escribir la historia, el
primer pensamiento de Clarke fue: "Son 'ellos' que
quieren impedir que se haga la película".
Kubrick construía sus películas a base de lo que él
llamaba "unidades insumergibles", digamos
bloques argumentales autónomos. En la versión
definitiva de 2001 hay tres de estos bloques,
que merecen un título propio. El primero es "EL
AMANECER DEL HOMBRE". El título nos indica que
vamos a asistir a una escena de los comienzos de la
especie humana que, según nos enseñó Darwin, proviene
de los simios. Y vemos a unos monos, antepasados
nuestros, compitiendo con los tapires por hierbas para
comer, o con monos de otra tribu rival por el agua, un
bien escaso. Si surge algún conflicto, las únicas armas
conocidas son gruñidos y chillidos. Por otro lado, los
monos no tienen defensa contra enemigos poderosos, como
el leopardo, cuyos ataques siembran el terror entre
ellos. Hasta que un día... los monos al despertarse ven
una construcción que no es natural, un monolito de
paredes pulidas que el día anterior no estaba. Y el
monolito comienza a influir sobre ellos: el mono más
inteligente (llamado en la novela Moonwatcher) aprende a
usar un hueso como arma contundente. Es el comienzo del
progreso de la Humanidad, aprender a matar. Una vez
dotados de la nueva "tecnología", los monos
del grupo de Moonwatcher pueden matar a los tapires y
comerse su carne. También pueden matar al Mono Jefe de
la banda rival y quedarse con toda el agua. Una vez
terminada su labor, el monolito desaparece: en las
historias que escribirán en el futuro los humanos habrá
un barrunto de una Edad de Oro en donde los hombres aún
no se mataban, y los libros sagrados de las religiones
poblarán los cielos, no del todo equivocadamente, de
dioses.
Y dando un "pequeño salto temporal", nos vamos
al futuro, a la época en que la Humanidad ha colonizado
la Luna, y ya son habituales los viajes entre la Tierra y
las bases lunares. Al no merecer este salto ningún
rótulo de "bloque argumental", hay que
entender que seguimos en "El Amanecer del
Hombre". Un vehículo espacial con destino a la base
de Clavius, en la Luna, lleva a un único pasajero, el
Dr. Heywood Floyd, uno de los científicos más
importantes del mundo. El viaje comprende dos etapas:
desde la Tierra hasta una estación orbital que gira en
torno a la Luna; ahí se cambia de nave por otra más
pequeña para posarse sobre la superficie lunar. Durante
el "transbordo" vemos a Floyd identificándose
por medio de la voz, saludando a su hija (que celebra su
cumpleaños en la Tierra) por videoconferencia y
conversando con científicos rusos que le preguntan las
razones por las que la base de Clavius está
incomunicada. ¿Quizás se ha declarado una epidemia,
como apuntan los rumores? Floyd se niega a contestar
nada, y reanuda el viaje. En esta segunda etapa vemos
"adelantos" como comida sintética o un
"Zero Gravity Toilet", cuyo nombre es bastante
explicativo ("W.C. para gravedad cero"; en
realidad se consigue una gravedad artificial por
rotación). A su llegada a Clavius, vemos a Floyd reunido
con un comité de técnicos, estudiando la situación
creada por importantes descubrimientos recientes, y los
inconvenientes (preocupación de familiares o amigos) del
bulo propagado sobre una supuesta epidemia, cuando no hay
nada de eso. El lenguaje no puede ser más neutro e
impersonal: "Soy consciente de la perturbación que
causará el que los hechos se hagan públicos sin la
preparación adecuada; hay que estudiar cuándo y cómo
divulgar la noticia". No hay más preguntas, y se
pasa a examinar "in situ" dicho descubrimiento.
A bordo de un "todoterreno" lunar, el comité
de científicos llega al lugar donde se están realizando
las excavaciones; por el camino comentan que se detectó
"algo" que producía una anomalía en el campo
magnético; ese "algo" es un objeto que había
sido enterrado (o "enlunado") deliberadamente
hacía 4 millones de años (!!!). Al llegar, descubren un
monolito negro igual que el que se apareció a sus
antepasados monos en la Tierra, 4 millones de años
atrás, y la primera reacción de alguno de esos
científicos será la misma que la del mono, querer tocar
sus lisas paredes. En el momento de sacarse "la
foto" junto al monolito (una vanidad muy humana,
aunque estemos en un futuro avanzado), los rayos del sol
impactan sobre él, y emite una radiación extremadamente
molesta, que impide el poder fotografiarse: se ha
disparado la alarma.
El segundo bloque lleva el título "MISIÓN
JÚPITER, 18 MESES DESPUÉS". Vemos la nave espacial
"Discovery", a bordo de la cual hay dos
astronautas, aparte de otros tres en estado de
hibernación. Por un programa emitido de la BCC que llega
a la nave, nos enteramos de que la "Discovery"
ha partido en dirección a Júpiter, distante 600
millones de km, con una tripulación formada por David
Bowman y Frank Poole, aparte de los hibernados Charles
Hunter, Jack Kimball y Viktor Kaminski, que serán
despertados en el momento oportuno. Hay un
"tripulante" más, muy especial, que no es otro
que el ordenador de a bordo, de la última generación, o
serie 9000, ninguno de cuyos ejemplares ha tenido jamás
un fallo o ha dado información errónea: es HAL 9000, o
simplemente "HAL" para los amigos. HAL se
comunica verbalmente como si fuera una persona, incluso
se dice que está programado para aparentar sensibilidad
humana. La vida a bordo es una aburrida rutina, en el
tiempo que falta hasta llegar a Júpiter: Dave dibuja
bocetos o juega al ajedrez (y pierde, claro está) con
HAL; Frank recibe desde la tierra la felicitación de
cumpleaños de sus padres, que incluso le cantan el
Cumpleaños feliz.
Pero las cosas comienzan a torcerse, sin que Dave ni
Frank se den cuenta. HAL pide a Dave que le enseñe sus
bocetos, y después de elogiar su calidad (lo que puede
predisponer favorablemente a Dave) le pregunta si no ha
notado algo extraño en esa misión, algo en lo que no se
ha dicho toda la verdad: es cierto que ha habido rumores
de excavaciones en la Luna (a los que nunca dio ningún
fundamento), pero ese "toque melodramático" de
subir ya hibernados a 3 tripulantes entrenados por
separado... Dave no le contesta, incluso se muestra hosco
con HAL ("¿Preparas ya tu informe
psicológico?"). No sabe en la que se está
metiendo. En ese preciso momento, HAL anuncia que ha
detectado un fallo en una unidad del equipo de
comunicaciones con la Tierra: dejará de funcionar en 72
horas. Los astronautas deciden reparar el componente
antes de que falle, y ese plan recibe el visto bueno de
su base de la Tierra. Tras una salida al exterior de la
nave, utilizando una de las mini-cápsulas de a bordo,
Dave trae el componente supuestamente defectuoso, pero un
examen atento no descubre el menor fallo. Es más, desde
la Tierra les informan que HAL les ha dado información
errónea (!) pues el computador gemelo de la Tierra no ha
detectado ningún fallo. Al exponerle a HAL la
discrepancia, el ordenador sugiere que se vuelva a
colocar la pieza en su lugar y se espere a que llegue el
fallo, para poder detectarlo entonces mejor. Este plan es
aceptado, pero con la excusa de revisar otro fallo, Dave
y Frank se introducen en una cápsula para hablar sin ser
oídos por HAL. Haciendo un análisis de la situación,
llegan a la conclusión de que HAL no es de fiar y que lo
mejor que pueden hacer es desconectarlo, y transferir sus
funciones al ordenador de la Tierra. El caso es cómo se
tomará HAL esta idea, pues ningún ordenador 9000 ha
sido nunca desconectado, lo que para él puede equivaler
a la muerte para un ser humano. Ambos no se dan cuenta
que, a pesar de que HAL no puede oírles, sí puede leer
en sus labios a través de la ventana de la cápsula.
Ahora es Frank quien vuelve a bordo de la cápsula a colocar el
componente en el exterior de la nave. Pero... vemos a la
cápsula que se vuelve contra él y abre sus brazos
mecánicos con aspecto amenazador. Pocos instantes
después, Dave, desde la nave principal, ve a su
compañero flotando en el vacío. Rápidamente toma otra
cápsula y corre al espacio exterior en su busca. Por
fin, tras una angustiosa búsqueda, consigue encontrarlo
y traerlo en brazos (de la cápsula, se entiende). Pero
dentro de la nave "Discovery" ha ocurrido algo
gravísimo: los tres hibernados han sido asesinados, al
haber sido suspendidas sus funciones vitales, controladas
por HAL. Cuando la cápsula de Dave regresa trayendo a
Frank en brazos, HAL se niega a abrirles la escotilla.
Por tanto, está ya claro que la máquina se ha rebelado
contra el ser humano. HAL afirma que no puede permitir
ser desconectado, como les leyó en los labios a Dave y a
Frank; y que Dave no podrá entrar en la nave usando la
apertura manual, pues con las prisas se olvidó de
ponerse el casco.
Dave se encuentra ante un desafío extraordinario, pero
saldrá adelante. Abrirá la escotilla con los brazos de
la cápsula (para lo cual tendrá que abandonar a su
suerte a Frank), luego colocará la puerta de la cápsula
junto a la escotilla abierta al espacio exterior, y
saldrá utilizando el "método de emergencia",
apertura mediante explosivos. Durante unos instantes,
estará sin aire (hasta que cierre la escotilla desde
dentro y abra el suministro), pero su entrenamiento ya
previó situaciones como esa. La entrada tiene éxito. Y
ahora sólo queda la venganza contra el ordenador
asesino. En una secuencia memorable, Dave se dirige a
desactivar a HAL mientras el computador intenta
convencerle de que no lo haga, que todo volverá a ir
bien. La voz de HAL es mucho más humana en la versión
original que en el doblaje español, la original sí
parece la de una persona que se ve morir. Y, como en un
ser humano, en el momento de la muerte se recuerda toda
la vida pasada, incluyendo una regresión a la infancia:
HAL recuerda que fue puesto en funcionamiento en 1992, y
que su instructor le enseñó una canción llamada
"Daisy": muere cantándola. Instantes después,
un video grabado antes de la partida de los astronautas
revela a Dave (único superviviente de la tripulación)
el verdadero objetivo de la misión: hace 18 meses se
había descubierto en la Luna la primera muestra de vida
inteligente fuera de la Tierra, un monolito que emitió
una radiación en dirección a Júpiter. Por tanto, el
objetivo de la misión es encontrarse con esa forma de
vida inteligente. Esta información sólo era conocida
por HAL, y se hace pública ahora que se supone que los
hibernados han sido ya reanimados.
El segmento final de 2001 lleva por título
"JÚPITER: Y MÁS ALLÁ DEL INFINITO". En él,
Dave abandona la "Discovery" (ya inservible) a
bordo de una cápsula. Ve a un monolito flotando en el
espacio, y se pone a seguirlo. Y al acercarse al
monolito, cae en otra dimensión: las palabras aquí
resultan insuficientes para expresar lo que ve. Primero
luces de muchos colores, como las de una ciudad por la
noche, que se suceden vertiginosamente; luego espectros
luminosos, rayos, explosiones de estrellas, miríadas de
estrellas, nebulosas, volcanes, algo que parece un
célula viva de tamaño enorme, y el interior de una
placenta, atravesada por espermatozoides. Unas figuras
luminosas parecen guiar a la cápsula mientras el
aterrado ojo de Bowman (mostrado en primer plano) sigue
viendo cosas que nunca pudo imaginar. Y ve un paisaje de
lava volcánica similar al de Gran Cañón, y ve
montañas, niebla, lagos, mares, islas, el fondo del mar,
algas, vegetación abisal, desiertos, costas...
Finalmente, no se sabe cómo, la cápsula donde viaja
Bowman se encuentra en el interior de un apartamento
estilo siglo XVIII, como los de la Tierra (!!!). Tal es
el recibimiento que le tienen preparado "esos
seres", los mismos que manejan los monolitos, o que
tienen, o se muestran en, forma de monolito. "Esos
seres" (llámense los extraterrestres, llámese
Dios; en el fondo son dos formas de referirse a lo mismo)
tienen planes para él. En su corta estancia en el
"apartamento", Bowman nota que las fronteras
entre espacio y tiempo son borrosas: en vez de
transcurrir el tiempo linealmente y ocupar él un solo
sitio a la vez, se llega a ver desdoblado: al abrir una
puerta, aún con su traje espacial puesto, se ve a sí
mismo comiendo lo que le han dispuesto en la mesa
"esos seres". Ya al salir de la cápsula ha
envejecido a pasos agigantados, y el hombre de la mesa,
que es él, es más viejo aún. A su vez, terminada la
comida (su última comida como ser humano), Bowman se
vuelve a ver a sí mismo, ahora nonagenario y agonizante
en la cama. Bowman va a morir, y en el último instante
de su vida se le aparece frente a su cama un monolito, al
que tiende su brazo: en el momento de la muerte, toda
criatura se vuelve hacia su Creador.
Pero todas las religiones que hablan de una existencia
superior exigen morir para nacer de nuevo. Y en la misma
cama donde ha muerto Bowman, aparece el feto de un niño,
el Hijo de las Estrellas, que es la reencarnación de
Bowman: una reencarnación que estará dotada de poderes
sobrehumanos, quizás comparables a los de "esos
seres". Y el primer deseo del Hijo de las Estrellas
es regresar a la Tierra, y contemplarla desde las
alturas, disponiéndose a influir en el destino del
planeta: con esa mirada que anuncia la llegada de una
Nueva Era, termina 2001, una odisea del
espacio.
Hablar de 2001 es en primer lugar hablar de
sus efectos especiales, que le valdrían a Kubrick (quien
figuraba como su diseñador en los créditos) el único
Oscar de su carrera, estando nominado también por esta
misma película como director y guionista. Kubrick era
consciente de que en una pantalla tan grande como la del
Cinerama, los fallos podrían verse mucho mejor que en la
pantalla normal, y contrató al que le pareció el mejor
equipo posible. Así, volvió a llamar a Wally Veevers,
que durante el rodaje de Dr. Strangelove
había sufrido un ataque al corazón, para que dirigiera
los efectos especiales de 2001; según
Kubrick, Veevers era "el mejor del mundo", y
aquí lo demostró. Teniendo en cuenta que en aquella
época no había ordenadores para hacer los efectos, los
logros obtenidos, que aún hoy no parecen haber
envejecido, son tanto más asombrosos.
Paradójicamente, una película tan "moderna"
está rodada con técnicas que supusieron la vuelta a los
procedimientos artesanales del cine mudo: en lugar de la
filmación por separado de maquetas y fondo, se utilizó
la exposición múltiple, es decir, filmarlo todo sobre
un mismo negativo que era rebobinado una y otra vez para
añadirle más detalles. El firmamento consistía en
terciopelo negro con gotas de tinta blanca salpicadas
desde cepillos de dientes. La profundidad de campo de la
fotografía exigía exposiciones muy prolongadas, y todos
los movimientos debían filmarse lentísimamente: la
maqueta de la nave "Discovery" tardó 4 horas y
media en recorrer 46 metros sobre raíles. Los
astronautas eran suspendidos con alambres en las escenas
en que parecían "flotar en el vacío". Y luego
estaba el aspecto de "anticipación": cómo
hacer la superficie de la Luna con arena pintada de azul
a partir de las fotos de la NASA (y que coincidiera con
lo que se viera más tarde cuando hubiera expediciones a
la Luna), cómo diseñar la apariencia de Júpiter (que
nunca había sido fotografiado tan de cerca), etc. lo que
dio sus quebraderos de cabeza a Clarke y al asesor
científico contratado, su amigo el astrofísico
Frederick Ordway.
En la Feria Mundial de Nueva York, Kubrick y Clarke
habían visto el documental de la NASA A la luna y
más allá. Uno de los técnicos que trabajaban en
él era Douglas Trumbull, a quien Kubrick se llevaría a
Londres para trabajar en 2001, y que se
convertiría en un nombre mítico en el cine de
ciencia-ficción (recordemos que es el autor de los
efectos especiales en Encuentros en la tercera
fase y Blade Runner, aparte de dirigir
él mismo Naves misteriosas y Proyecto
Brainstorm); sin embargo, en 2001
únicamente trabajaría en la escena de la entrada de la
cápsula de Bowman a través de la "Puerta
Estelar", con imágenes de dibujos arquitectónicos,
pinturas "pop-art", esquemas electrónicos,
estructuras moleculares, etc. que eran proyectados a
enorme velocidad por encima y debajo de la "línea
del horizonte" de la imagen, utilizando un aparato
conocido como "slit-scan". En este
"viaje", donde las imágenes que ve el
astronauta son similares, según se dice a menudo, a las
que se observan bajo los efectos de las drogas, se
utilizaron también efectos creados por el equipo de un
documental canadiense en blanco y negro, titulado
Universe, que había gustado en su día a
Kubrick. En dicho documental se simulaba el nacimiento de
una supernova con escaso presupuesto, a partir de
burbujas de tinta flotando sobre aceite en un plato. Del
equipo de Universe, Kubrick contrató a Wally
Gentleman, que no llegaría a terminar el rodaje de
2001 por problemas de salud; le sustituyó
Con Pederson, que sí figuró en los créditos como
supervisor de efectos visuales. Asimismo se utilizaron
fotografías aéreas, convenientemente
"reprocesadas", de desiertos de Arizona y de
las islas Hébridas.
Uno de los principales retos para 2001
consistía en imaginar un futuro que no quedase obsoleto,
como en tantas películas de ciencia-ficción. Para ello
contaron con la dirección artística, también nominada
al Oscar, de Tony Masters (quien se retiró del rodaje
antes de que terminara), Ernest Archer y Harry Lange. A
este último, ingeniero del equipo de Von Braun, le
correspondió el diseño de la "Discovery" y
otras naves que se ven en la pantalla; en la
"Discovery" se hizo hincapié en que la planta
de energía (nuclear) debía estar lo más separada
posible de la parte habitada. Finalmente, la nave quedó
con una forma exterior que algunos han llamado de hueso,
aunque más bien se diría de espermatozoide: la maqueta
medía 4 metros y medio (su tamaño real sería 18
metros). La superficie exterior se modeló con piezas de
maquetas de aviones alemanes de la Segunda Guerra
Mundial. Para el interior, Kubrick se hizo con una
centrifugadora Vickers-Armstrong de 12 metros de
diámetro, que simulaba gravedad artificial moviéndose a
5 km/h. Fue necesario un circuito cerrado de televisión
para dirigir a los actores en su interior. Los
"ataúdes criogénicos" donde están los
tripulantes hibernados se hicieron modificando tres
frigoríficos, que acabada la película se llevó Kubrick
a su casa para que volvieran a desempeñar su función
original. En cuanto al equipo de diseño de Tony Masters,
a pesar de que la opinión que tenía de ellos Kubrick
era "unos vagos que se pasan el tiempo charlando y
tomando el té", su trabajo es asimismo sobresaliente
en el mobiliario y vestuario del futuro, que pueden verse
como plausibles aún hoy; algo menos, lógicamente, en el
aspecto tecnológico: ordenadores, pantallas de video, y
sobre todo los trajes espaciales de los astronautas, que
recuerdan más a los de las películas de ciencia-ficción de los
años 50, que a los de la NASA.
La propia carrera espacial se desarrollaba a un ritmo que
amenazaba con dejar atrás la película: el 18 de marzo
de 1965, el cosmonauta soviético Alexei Leonov se
convertía en el primer hombre que paseaba por el espacio
exterior, tal como se vería hacer en el film a Dave y a Frank
al cambiar el componente supuestamente averiado de
la "Discovery"; los norteamericanos enviaron
como réplica a Ed White a hacer lo mismo el 3 de junio.
El 14 de junio, el "Mariner IV" llegó a 8.000
km de Marte y envió 22 fotografías de su cara oculta.
Kubrick tuvo entonces el detalle humorístico de proponer
a la empresa de seguros "Lloyds" un seguro
contra la posibilidad de que se descubrieran marcianos de
verdad, y el film quedase obsoleto antes de realizarse.
Lloyds no aceptó. En las Navidades de 1968, con
2001 ya estrenada hace meses, los astronautas
del Apolo VIII (que ya habían visto la película) se
convirtieron en los primeros hombres que vieron la cara
oculta de la Luna. Según contó Clarke, le habían dicho
que tuvieron la tentación de gastar una broma y radiar a
la base: "Vemos un enorme monolito negro".
También habían visto la película los tripulantes del
Apolo XI cuando se posó en la Luna el 21 de julio de
1969, llegando así a su cima la carrera espacial que
llenó la década de los 60, y de cual Kubrick pasaría a
la posteridad como su juglar.
Si el futuro era difícil de representar, no lo era menos
el pasado. Era imposible encontrar monos de la
inteligencia necesaria para interpretar a nuestros
antepasados, y tuvieron que hacerlo actores; sólo los
bebés-mono son chimpancés auténticos, a los que se
enseñó a mamar de pezones artificiales. Fue laborioso
el confeccionar un disfraz de mono que "diera el
pego", y el diseño final consistió en un cráneo
artificial, sobre el que iba colocada la cabeza del mono
con dientes y lengua también artificiales, que el actor
podía mover con sus propios músculos faciales, así
como también podía mover los músculos de los ojos. En
los descansos del rodaje era necesario colocar un palo en
la boca de los "monos" para que los actores no
se asfixiaran. Los actores eran mimos o bailarines en su
mayoría, para que supieran moverse con la agilidad
necesaria. El resultado es óptimo en cuanto a la
expresión facial, plenamente "humana", de los
simios, aunque la "naturalidad" de los ojos
para algunos era mejorable. El maquillaje de
2001, obra de Stuart Freebom según los
créditos (aunque el diseño de la cabeza de mono es de
Colin Arthur) ni siquiera fue nomindo al Oscar, que aquel
año ganó otra película con monos, El Planeta de
los Simios. Las escenas se rodaron en
estudio, superpuestas a exteriores rodados en Africa; el
método (llamado "Sinar", y conocido desde la
Segunda Guerra Mundial) consistió en proyectar las tomas
del paisaje perpendicularmente sobre un espejo ante el
que se hallaban los actores, y filmar con una cámara
situada en la misma posición que el proyector: así los
actores tapaban la sombra que ellos mismos causarían
sobre el espejo. La única escena que se rodó al aire
libre fue la de Moonwatcher aprendiendo a usar el hueso;
Kubrick subió al actor-mono a una platafoma elevada para
que no aparecieran al fondo los autobuses que recorrían
la zona.
Dentro del equipo técnico es obligada una mención a la
fotografía de dos grandes maestros, Geoffrey Unsworth
(que también abandonó el rodaje antes de su
finalización, debido a otros compromisos) y John Alcott;
ambos, siguiendo las instrucciones de Kubrick, crearon
unos interiores de naves espaciales donde no hubiera
sombras, a base de derramar luz sobre todas las paredes
de los decorados, lo que le da a la película un especial
toque de "frialdad científica" aunque en el
estudio el calor que ocasionaba este sistema era
apabullante; se llegó a producir un incendio en los
decorados, aunque sin mayores consecuencias. El montador
fue Ray Lovejoy, aunque su trabajo (al igual que el de
los directores de fotografía) era constantemente
supervisado por el propio Kubrick. El rodaje comenzaría
el 29 de diciembre de 1965, y la primera escena rodada
fue la de la excavación en la Luna. Una vez terminadas
las escenas con actores, el año 1967 se dedicaría casi
por entero a rodar los efectos especiales.
No es 2001 una película que se base en las
interpretaciones de actores, y hoy día nos dice bien
poco que Keir Dullea haya sido Dave Bowman, que a Frank
Poole lo haya interpretado Gary Lockwood o que William
Sylvester fuera Heywood Floyd. Puede señalarse la
curiosidad de la aparición de la hija del director,
Vivian Kubrick, como la hija de Floyd con la que su padre
habla por videoconferencia. Mucho más interesante que
los personajes humanos aparece el ordenador HAL, cuya voz
incialmente iba a ser femenina (se llamaría Atena), para
la cual se pensó más tarde en actores como Nigel
Davenport o Martin Balsam, y para la que finalmente se
eligió a Douglas Rain, el narrador del documental
canadiense Universe y que inicialmente estaba
contratado para leer la narración en "off" que
sería desechada. El nombre de "HAL" está
tomado de "Heuristically programmed ALgorithmic
Computer", y Clarke y Kubrick han negado hasta la
saciedad que haya alguna razón aparte de la coincidencia
para que el nombre "HAL" esté formado con las
tres letras que preceden a las de "IBM". En
cuanto a la razón de su extraño comportamiento, en la
novela de Clarke se insinúa que se debió al
"conflicto moral" de recibir órdenes
contradictorias: por un lado no podía nunca mentir ni
dar información falsa a un humano, por otra tenía
prohibido revelar el objeto de la misión. Viendo el film
más bien da la impresión que la programación de
cualidades humanas en HAL fue tan perfecta que se le
infundió también la capacidad de mentir y rebelarse.
Por otro lado, es imposible no relacionar su conducta con
la desconfianza personal de Kubrick hacia la tecnología,
de la que pensaba que por perfecta que fuera siempre
terminaría fallando; de esa desconfianza es muestra su
negativa a viajar en avión o en un automóvil que fuera
a más de 60 km/h. Como lugar de construcción de HAL se
eligió Urbana, Illinois, porque era donde enseñaba un
antiguo profesor de Clarke, y la canción
"Daisy" había sido realmente enseñada a un
ordenador de los laboratorios Bell.
La música se convirtió en otro de los protagonistas
destacados de esta película, como hemos dicho en la
introducción. Toda la banda sonora de 2001 está
compuesta por música clásica. El fragmento que primero
se recuerda como relacionado con la película es la
introducción del Así Habló Zarathustra de
Richard Strauss, que originalmente quiere representar un
amanecer con los rayos del sol penetrando entre las
rocas. Esta pieza suena en los títulos de crédito
iniciales, que muestran una alineación de astros con la
Tierra saliendo por detrás de la Luna, y el Sol saliendo
por detrás de la Tierra; muchas grabaciones en disco de
Zarathustra imitarían en lo sucesivo este
encuadre en sus portadas. También suena acompañando los
dos "saltos evolutivos" de la especie humana:
cuando el mono Moonwatcher aprende a manejar el hueso, y
cuando el Hijo de las Estrellas regresa a contemplar la
Tierra. Una música inspirada en el libro que contiene
frases como "El hombre ha de ser superado" y
"Habéis recorrido el largo trayecto que va del
simio al hombre, pero aún queda en vosostros mucho de
simio". Ese escalón que en la visión de Nietzsche
aún le falta al Hombre para convertirse en Superhombre
es el que recorre Bowman en los instantes finales. Sin
embargo, la idea de utilizar esta música no surgió en Kubrick
de supuestas coincidencias ideológicas entre libro y
película, sino de escucharla en la televisión como
sintonía de una serie de la BBC sobre la Primera Guerra
Mundial.
Otra música que ha quedado para mucha gente unida a
2001 es el vals El Danubio Azul,
de Johann Strauss hijo, que acompaña el vuelo del
transbordador espacial que trae a Heywood Floyd a la
Luna, una forma de subrayar la perfección de la
tecnología que convierte un acoplamiento de dos naves en
una maniobra tan grácil como unos pasos de ballet. En el
viaje a la Luna se escucha completo en dos partes,
interrumpido por la parada en la estación orbital; y en
los créditos finales se oye "abreviado". Y en
tercer lugar, el Adagio de la Suite de
Gayaneh de Aram Khachaturian acompaña las
imágenes de Frank Poole corriendo y boxeando con el
aire, la primera vez que se ve el interior de la nave
"Discovery": una excelente forma de reforzar la
impresión de tranquila rutina que se vive a bordo.
Pero 2001 y su monolito no serían lo que son
sin la música de un autor contemporáneo como György
Ligeti (n. 1923), perteneciente a la entonces llamada
"música de vanguardia" y que hoy día, aún
felizmente en activo, está considerado entre la crítica
como uno de los compositores vivos más importantes del
mundo. Todo el misterio de lo desconocido que traía el
contacto con "esos seres" tenía su correlato
musical en sus composiciones, enigmáticas pero con
efecto comunicativo indudable en el oyente. Las obras de
Ligeti utilizadas en la película están todas escritas
en la década de 1960: Atmosphères, para
orquesta, es de 1961 y tres años después (cuando no se
conocía aún nada del papel que jugaría en
2001) ya se había interesado por ella,
grabándola, nada menos que Leonard Bernstein. En el film
ilustra el viaje de Bowman a través de la "Puerta
Estelar" que le lleva a otra dimensión. De 1962 es
Adventures, para tres cantantes que vocalizan
textos sin sentido acompañados por un conjunto
instrumental, y que en 2001 se utiliza
(aunque no aparece citada en los créditos) en el
recorrido de Bowman por el apartamento que "esos
seres" le han destinado; por cierto, la obra fue
alterada para la ocasión añadiéndole sonidos que
semejan risas (denotando la presencia de los
"seres"), lo que originó un pleito judicial
que ganó Ligeti. El Requiem para soprano,
mezzo, dos coros mixtos y orquesta, que en el film
acompaña las apariciones del monolito (la primera ante
los monos, la de la Luna ante los científicos y su
última aparición a Bowman antes de emprender su
particular "trip"), está escrito entre
1963-65, es decir, justo antes del inicio del rodaje. Por
último, Lux aeterna, para coro "a
cappella", es de 1966, el año en que se rodaron las
escenas con actores, y es la música que acompaña el
viaje de los científicos a bordo del "todoterreno
lunar" para contemplar las excavaciones.
Hay que decir unas palabras sobre las interpretaciones
elegidas, lo que tuvo su importancia en los discos que se
pudieron encontrar durante mucho tiempo con el título de
"banda sonora original de 2001". Como la
Deutsche Grammophon poseía dos de las interpretaciones
que sonaban en el film (El Danubio Azul por
la Filarmónica de Berlín dirigida por Herbert von
Karajan; y el Adagio de Gayaneh por la
Filarmónica de Leningrado y Gennadi Rojdestvenski), pues
se animó a sacar un disco de la banda sonora de
2001 sustituyendo las restantes versiones por
otras sacadas de su catálogo. Y así, en vez del
comienzo de Zarathustra que suena en la
película (Karajan con la Filarmónica de Viena, grabado
para Decca) se incluyó esa pieza por la Filarmónica de
Berlín, dirigida por Karl Böhm. En realidad, entre
ambas se pueden notar ciertas diferencias, como un ritmo
marcado por el timbal algo más acelerado en la versión
de Böhm. También el Lux aeterna que suena
en la película (interpretado por la Schola Cantorum de
Stuttgart dirigido por Clytus Gottwald) fue sustituido
por otro grabado "providencialmente" por la DG
en aquel mismo 1968, con el Coro de la NDR (Radio de
Hamburgo), dirigido por Helmut Franz. Las restantes
piezas de Ligeti fueron simplemente ignoradas: en los
créditos de la película, el Requiem estaba
dirigido por Francis Travis a la orquesta de la Radio de
Baviera, y Atmosphères por Ernest Bour a la
SWF (Radio de Baden-Baden), grabaciones todas ellas (las
originales de Ligeti) editadas en el sello Wergo. Por
fin, en 1996 Wea-Rhino editaría la banda sonora
"auténticamente original" de 2001,
con todas las interpretaciones que realmente suenan en el
film, incluyendo las Adventures también por
Bour, y también un fragmento con la voz de HAL.
La parte de este artículo dedicada a la música de
2001 no estaría completa si no incluyera
también un episodio sobre la música que no sonó. En
primer lugar, Kubrick siempre había deseado incluir
música clásica, aunque las piezas elegidas fueron
variando: en vez del Danubio Azul, su primera
idea fue filmar la maniobra espacial recurriendo al
Scherzo de El Sueño de una Noche de Verano
de Mendelssohn; cuenta su mujer que Kubrick se convenció
de utilizar el vals de Strauss oyendo la versión de
Karajan, que sonaba muy agradable pero sin la banalidad
que se asocia a veces con esta música. Otras obras que
se quedaron por el camino fueron la Tercera Sinfonía de
Mahler (que, casualmente, contiene un texto del
Zarathustra de Nietzsche, y que utilizaría
Visconti en Muerte en Venecia) y la Sinfonía
Antártica de Vaughan-Williams. Mientras rodaba a los
actores en el interior de la "Discovery",
Kubrick no hizo sonar en el estudio a Khachaturian, sino
valses de Chopin.
Pero dentro de la música que "no sonó", ocupa
un lugar preferente la que se compuso especialmente para
la película, uno de los episodios más tristes dentro de
la realización de 2001. Los estudios MGM no
consideraban que el estreno de una película pudiera ser
un gran acontecimiento sin una partitura original,
encargada a un compositor famoso. Durante un tiempo,
Kubrick pensó en encargar la música de 2001
a Carl Orff, interesado en él seguramente a causa de su
Carmina Burana, pero el veterano compositor
alemán (70 años en el momento en que la película
comienza a rodarse) no estaba en condiciones físicas de
soportar el extenuante ritmo de trabajo del mundo del
cine. En su lugar, Kubrick aceptaría la sugerencia de
los estudios de que fuera Alex North (con que había
colaborado ya en Espartaco) quien escribiera
la música de 2001. North realizó el
esfuerzo titánico de componer la música para una
película tan larga en tan sólo dos semanas, y su salud
se resintió tanto que tuvo que ser llevado a las
sesiones de grabación en ambulancia. Pero su música,
aunque grabada, no sería nunca utilizada. Kubrick se
salió con la suya al incluir música clásica, y no dijo
nada a North, quien se enteró el día del estreno, al
ver la película y darse cuenta de que su composición no
sonaba. La música de North fue por fin editada en CD en
1993, permitiendo apreciar un buen trabajo de
composición para el cine, donde el autor siguió las
indicaciones de Kubrick de la música (clásica) que
quería, componiendo algo muy parecido, sin ser igual, a
sus modelos originales: por ejemplo, el comienzo es
relativamente parecido al de Zarathustra pero
lo bastante distinto para que no se pueda hablar de
plagio. Sin embargo, nadie que esté en su sano juicio
negará hoy que 2001 es inseparable de la
música finalmente empleada, y por tanto que Kubrick hizo
bien en emplear música clásica, aunque el pobre North
se merecía un trato más considerado que enterarse el
día del estreno. Pero así era Kubrick, tan frío como
HAL.
Como hemos dicho antes, 2001 tenía un
prólogo sobre la posibilidad de vida extraterrestre,
donde hablaban astrónomos como Bernard Lowell y Frank
Drake, e incluso algún sacerdote astrónomo, además de
la etnóloga Margaret Mead. Tanto este espisodio como la
voz en "off" del narrador (inspirada quizás en
la narración de Spencer Tracy para La conquista
del Oeste, y que en el episodio de la Prehistoria
comenzaba diciendo: "La inexorable sequía había
durado 10 millones de años y duraría otro millón
más...") fueron suprimidos por Kubrick tras un pase
preeliminar de la película, para no hacerla demasiado
"didáctica": según el director, la película
debía disfrutarse de manera inconsciente, como se
disfruta la música. Pero ello pudo significar el
bascular hacia el otro extremo, hacia el hacerla
incomprensible para mucha gente, y más aún cuando
también se suprimieron diálogos que eran importantes
para seguir la acción. De hecho suele decirse que para
captar el significado de esta película hace falta verla
más de una vez, algo con lo que Kubrick nunca se llegó
a encontrar a gusto. En el pase previo y el preestreno,
la película no gustó, y la crítica la tachó de
"aburrida", lo que decidió a Kubrick a cortar
otros 18 minutos del film para su estreno
"definitivo".
Sin embargo, al poco tiempo comenzaba a nacer el mito de
2001, los cines comenzaban a llenarse de
jóvenes que buscaban "flipar" y que en la
escena del viaje de Bowman a través de la "Puerta
Estelar" se acumulaban en la primera fila de los
cines mientras los acomodadores percibían un fuerte olor
a "porro". La frase que consagró el éxito de
la película, y que sería incorporada a los carteles
promocionales, fue: "2001 es el
"trip" definitivo" (Louise Sweeney, en el
Christian Science Monitor) A veces, este motivo de éxito
en su época es causa de críticas hoy en día,
entendiendo que el toque "psicodélico" propio
de la década de los 60 ha quedado ya desfasado. La
crítica fue rectificando su mala impresión inicial,
comenzando a reconocer que, al menos, 2001
había dejado anticuado a todo lo precedente en su
género y con ella "El género de la
ciencia-ficción ha llegado a su mayoría de edad",
una frase que se repitió mucho. El éxito económico fue
rotundo, y justificó la confianza en Kubrick de la MGM:
el presupuesto gastado (inicialmente de 4,5 millones de
dólares, luego de 6 y por último de 10'5 millones) fue
ampliamente amortizado, al recaudar 21'5 millones en
primera exhibición, sólo en el mercado estadounidense,
y en 1972 ya había ganado 32 millones en todo el mundo.
Hoy día es habitual que aparezca en las listas de las
mejores películas de la historia del cine, y las que
aparecen por encima de ella son siempre más antiguas.
A 2001 se le han buscado errores, comenzando
por el propio título, pues nada parecido ha ocurrido
este año que termina, ni tiene trazas de ocurrir en
muchas décadas. Quizás, se dice, al no haberse cumplido
la "predicción" la película vaya perdiendo
parte de su poder de sugestión a medida que nos alejemos
del año 2001. También se le han buscado errores
científicos, en una película que suele presumir de
estar hecha con absoluto rigor en esta materia: así, la
falta de gravedad no parece afectar a los líquidos
que bebe el Dr. Floyd en su viaje a la Luna, pues el
"zumo" no sale flotando por la "pajita";
una nave que se pose en la Luna (donde no hay atmósfera)
crea una polvareda muchísimo más pequeña que la que se
ve en el film; la centrifugadora de la
"Discovery" debería ser mucho mayor para que
la aceleración de Coriolis no causara náuseas a Dave y
a Frank; en el espacio vacío no se ve titilar a las
estrellas, y si pudiéramos ver la nave
"Discovery" desde el exterior, la oscuridad de
su superficie sería absoluta, al menos en la parte no
directamente iluminada por el Sol; cuando Dave va a
desactivar a HAL debe subir una escalera impulsándose
con los pies, no flota (y antes cuando ha entrado
"por las bravas" en la escotilla, la puerta de
la cápsula debería haber entrado por delante de él).
Todos estos detalles, si bien son más que perdonables
frente a los disparates que se ven habitualmente en la
ciencia-ficción (como explosiones de naves que
"suenan" en el vacío) no dejan de empañar un
tanto la imagen "ultracientífica" de la
película; pero es que esta imagen es falsa, uno más de
los mitos falsos creados en torno a Kubrick, a pesar de
que para todos los amantes de la ciencia o de la
divulgación científica, 2001 suela ser su
película preferida.
Como hay que ver 2001 es como una película
mítica, imbuida de un misticismo que perfectamente se
puede calificar de religioso. La propia novela de Clarke
(y el resto de su obra) destilan una ideología
oscurantista a más no poder, comparable a la de muchas
sectas. La idea de que los seres humanos tenemos la
Tierra en préstamo por obra y gracia de una Inteligencia
Superior que tutela nuestra evolución no parece más que
una forma de meter por medio a Dios con ropaje
científico. La visión del futuro suele ser
tecnocrática (en eso 2001 coincide con otras
películas del género, como La vida futura)
y así el Dr. Floyd se reúne en la base de Clavius con
otros burócratas de una Agencia Espacial Internacional,
sin ver por ningún lado a algún representante de una
nación elegido por el pueblo. Por si fuera poco, en la
novela de Clarke El fin de la infancia, el
progreso de la Humanidad exige su completo exterminio,
algo que no llegó a imaginar ni Hitler. Uno se pregunta
si los humanos, ya que hemos conseguido llegar a donde
estamos por nuestros propios medios (al menos desde los
tiempos de Moonwatcher), no podríamos continuar el
progreso también sin ninguna "ayuda". Con
todo, y reconociendo la libertad de creación artística, es de agradecer que en la película se hayan dejado de lado ciertos
detalles de la novela, como el que el Hijo de las
Estrellas haga detonar artefactos nucleares de las
superpotencias.
El propio Kubrick veía su película de ese modo; al conocer
la aprobación de su presupuesto dijo: "La MGM no lo sabe
aún, pero acaban de costear la primera película
religiosa de seis millones de dólares". Y en alguna
entrevista posterior se refirió a que "Lo que aquí
tratamos es una definición científica de Dios".
Los poderes que se atribuyen a una civilización
extraterrestre muy avanzada se confunden con lo que el
común de la gente entiende por "Dios". Según
la conocida como "Segunda Ley de Clarke",
"Toda tecnología lo suficientemente avanzada es
indistinguible de la magia", y según Kubrick, si
realmente "ellos" hubieran intervenido en los
destinos humanos como lo hicieron con los monos, la
única forma que tendría la Humanidad de representarse
el asunto sería en términos mágicos o divinos: no
estaríamos preparados para otra cosa. Curiosamente,
2001 recibió en su estreno el premio a la
mejor película con valores educativos de la Oficina
Católica Nacional norteamericana, y este mismo año
del cual toma su título, se ha divulgado que el Papa
Juan Pablo II se la ha hecho proyectar en el Vaticano.
Sin embargo, una obra de arte debe valorarse por sus
resultados estéticos, y no por la opinión que nos
merezca la ideología con la que está concebida. Y en
ese sentido, 2001 es una de las películas
más importantes que se hayan hecho en el siglo XX, y sus
imágenes seguirán causando el mismo impacto mientras
los hombres sean hombres, porque poseen la fuerza del
mito: la alegría feroz del mono Moonwatcher cuando
descubre la utilidad del hueso para matar impresiona más
que cualquier tratado que describa el salvajismo
inherente a la condición humana; la angustiosa soledad
de los astronautas flotando en el espacio exterior hacen
que sintamos la pequeñez del ser humano frente a la
inmensidad del Universo; el "combate
iniciático" que libran hombre y máquina, Bowman
("arquero") y HAL (monstruo de un solo ojo,
como el Polifemo abatido por la flecha de Ulises), parece
poner a prueba la madurez del hombre, que sólo será
digno de recibir las enseñanzas elevadas que le esperan
si demuestra que puede superar a la máquina que él mismo
ha creado (Matándola, tal como Moonwatcher inició el
progreso aprendiendo a matar). Unas historias que
seguirán conmoviendo a quienes las presencien mientras
la Humanidad siga teniendo fascinación por los mitos, y
siga escudriñando el cielo, preguntándose qué puede
haber más allá.
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