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Número 22º - Noviembre 2.001


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JANE EAGLEN Y EL VERISMO

Por Ignacio Deleyto Alcalá. Lee su Curriculum.


La soprano inglesa Jane Eaglen -generalmente asociada a papeles dramáticos wagnerianos- centra ahora su atención en el repertorio italiano y, en concreto, en el verismo con un recital dirigido por el director de foso italiano, Carlo Rizzi. 

El disco titulado “Italian Opera Arias” (SK 89443) recoge un amplio espectro de arias veristas de Suor Angelica, Cavalleria Rusticana, Adriana Lecouvrer, La Wally, etc. junto a otras pre-veristas como La Gioconda y Mefistofele. Mucho Puccini, particularmente Madama Butterfly y la peliaguda aria de Turandot “In questa reggia” papel que ha llevado a escena en varias ocasiones, sin ir más lejos en la primera temporada del Teatro Real. En realidad, el programa es muy exigente con arias de enorme dificultad y, por lo general, papeles que debe acometer una soprano entre lírico o lírico-spinto y dramática.

Parece que Jane Eaglen quiere escapar de los habituales encasillamientos y buscar una versatilidad que aunque encomiable implica riesgos. Riesgos que son de agradecer porque muestran el inconformismo e inquietud de un artista. En su discografía para SONY CLASSICAL encontramos desde papeles mozartianos y belcantistas (en estas fechas interpreta Norma en el Metropolitan de Nueva York) hasta un recital de lieder dedicado a Wagner, Strauss y Alban Berg ya comentado en estas páginas (Diciembre 2000). Ahora, es el repertorio verista el protagonista de su reciente registro. 

El verismo cuajó en Italia a finales del siglo XIX y su origen tiene que ver con el final de una etapa en Italia a la que Verdi puso el broche de oro con Otello y Falstaff, una de esas óperas inclasificables y geniales. 

El verismo es anti-romántico por naturaleza y deudor del naturalismo literario francés que no vamos a describir aquí. Compositores como Puccini, Mascagni y Catalani formaron lo que se llamó la “Nuova Scuola” sucesores de otros anteriores como Ponchielli, Boito y hasta Bizet. Una de las características especiales del término es el uso de acontecimientos contemporáneos, simples y verdaderos sin artificios estilísticos lo cual no quita la presencia de pasiones, a veces, incontroladas, como pasional resulta mucha de la música verista. 

El verismo debe recibir, al menos, en sus obras más ortodoxas como Cavalleria Rusticana de Mascagani (estrenada en Roma en 1890), una interpretación de alto voltaje donde los personajes se nos revelen llenos de emoción, entrega y excitación con gestos en escena de lo más explícito. Es evidente que el disco no debe alejarse tampoco de estos presupuestos.

Entrando ya en el comentario de la grabación que nos ocupa, Jane Eaglen abre su recital con Madama Butterfly, a la que presta una especial atención con un total de tres arias como si quisiera mostrar su deseo de llevar esta trágica historia a los estudios de grabación o incluso subirla a un escenario. Aunque con su voluminosa figura no va a ser fácil convencer a ciertos directores de escena.

El caso es que no parece que sus condiciones vocales sean las más adecuadas para la joven y fiel japonesa enamorada. En el aria “Un bel di vedremo” su instrumento resulta en exceso robusto para lo que pide la parte y por ello no es capaz de transmitir la fragilidad y vulnerabilidad de Butterfly. Además, resulta algo inexpresiva ascendiendo al agudo fríamente en “un po' per non morire al primo incontro”. El intenso final del aria resulta poco convincente desde un punto de vista dramático y es que no es suficiente dar bien los agudos, hay que emocionar y la Eaglen no lo consigue. Tampoco le ayuda nada la grabación que la mantiene siempre muy atrás. Mejor resulta el aria final de la obra “Tu, tu, piccolo iddio” al que sabe entregarse con pasión y cierta rabia.

Tampoco sale muy airosa de “In questa reggia” de Turandot y no es de extrañar porque esta aria  sólo está al alcance de unas pocas (Caballé, Nilsson, Marton, Tebaldi en el recital de Decca, etc) con mucho más metal, brillo y temperamento que la Eaglen. Aquí, su registro alto suena algo destimbrado. Aunque prescindir del tenor sea habitual en recitales, este final de aria pierde mucho sin la intensa frase del tenor y la emocionante conclusión a dúo. 

En “Suicidio!....in questi fieri momenti” de Gioconda -aria que inmortalizaría para siempre la Callas- su voz parece más comunicativa descendiendo con firmeza en “fra le tenebre” y así generando una tensión que sabe mantener a continuación en “tocco a la meta”. 

Las arias más líricas como el “Voi lo sapete, o mamma” o “Poveri fiori” resultan mejor expresadas con una calidez que no siempre aparece en la soprano inglesa aunque en general llame la atención la escasa adecuación a cada personaje. Probablemente la bella “L’altra notte in fondo al mare” de Mefistofele sea lo mejor de este disco en la que Jane Eaglen se mueve con soltura por las agilidades que demanda la partitura, muestra una mayor implicación con el personaje y termina con un admirable "me"  mantenido con genio durante varios compases. 

Es de agradecer la inclusión de la infrecuente aria “Addio, addio, mio dolce amor” de Edgar de Puccini y el encantador “Himno de Pascua” de Cavalleria, verismo puro del a veces altisonante Mascagni. 

En conclusión, un recital con un programa de muchísimo interés, muy bien confeccionado aunque con desigual resultado. Seguiremos atentos a futuras grabaciones de Jane Eaglen.