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MÚSICA JURÁSICA Por Joaquín Rodríguez Fernández. Habiéndose estrenado hace unos meses la última entrega de la saga "Parque Jurásico", y a punto de poder disfrutar de toda la trilogía en formato doméstico, es buen momento para repasar uno de los factores que, sin duda, ha contribuido al éxito de tan carismáticos films: la música de John Williams. Al igual que sucediera décadas atrás con "Tiburón" y los temibles escualos, el maestro consiguió en los noventa que cualquier referencia a los dinosaurios se viera acompañada por sus característicos temas musicales. "Parque Jurásico", sin duda la película de mayor calidad de toda la trilogía, nos sorprendió desde el primer momento con un tema central que, en principio, contrastaba con la ferocidad que todos creíamos identificaría a tan descomunales bestias. "Theme From Jurassic Park" es una suave y melódica pieza que capta a la perfección las intenciones de Steven Spielberg a la hora de dibujar a los animales antediluvianos; éstos son mostrados, no como sanguinarios carniceros, arquetipo que el público tenía muy asimilado en su cabeza, sino como seres que pertenecen a un ciclo de la naturaleza y que, por tanto, matan para sobrevivir. Esta idea fue perfectamente tenida en cuenta por Williams, desarrollándola a lo largo de toda la partitura. De hecho, la llegada a la isla ("Journey to the Island") es tremendamente jovial, con unas vigorosas fanfarrias que transmiten al espectador una adecuada sensación de espectáculo. Esto no quiere decir que no nos encontremos ante una partitura en parte oscura; ya en los "Opening Titles", y en tan sólo medio minuto, se intuye lo que nos depara el trabajo de Williams. La confirmación nos llega con "Dennis Steals the Embryo", una enigmática y rítmica pista en la que el compositor de "La Guerra de las Galaxias" crea un ambiente incómodo que se adecua perfectamente a las imágenes de Spielberg, añadiéndoles una tensión que por sí solas no tendrían. La confirmación de su maestría nos llega con "High-Wire Stunts", cuando Ellie busca a Grant y a los demás mientras el tiranosaurio deambula alrededor de ellos. La premura de las notas de Williams hace que el espectador sea consciente del peligro que acecha a los protagonistas. El éxtasis se produce en los minutos finales ("T-Rez Rescue & Finale"), una apoteosis orquestal que nos conduce hasta la situación límite, aquélla en la que los protagonistas se ven rodeados por raptores, siendo salvados en el último momento por el tiranosaurio (circunstancia que el compositor recalca con su alegre música). Transcurrieron cuatro años antes de que Spielberg se decidiera a mostrarnos una secuela de su gran éxito de los noventa. "El Mundo Perdido" es una mordaz continuación que no se toma en serio a sí misma, y de ahí que el espectador se divierta tanto con su visionado. Ahora bien, John Williams, lejos de llevar a cabo un trabajo fácil, copiándose a sí mismo con los mismos temas de siempre, remodela completamente su anterior partitura, añadiendo nuevas melodías y rítmicas piezas de acción, llegando en ocasiones a superar a su precedente. De hecho, adoro el tema central, "The Lost World", que creo capta muy bien el espíritu de la cinta, mucho más aventurera que la anterior, al menos en el sentido clásico de la palabra (no deja de ser una expedición que se interna en un lugar inhóspito, al estilo de las innumerables producciones que sobre expedicionarios y selvas africanas hemos visto en Hollywood). "The Hunt" es una de las perlas del compacto, una vibrante composición que describe la caza de los dinosaurios por parte de los hombres de InGen. Además, Williams ha potenciado los elementos de percusión, haciendo un agradable uso de los mismos en "The Trek" y "Rescuing Sarah", y acompañándolos de un suave fondo orquestal que luego va creciendo en intensidad. Atención a la conclusión de este último tema, ya que el músico reúne a través de una deliciosa fanfarria a los dos grupos que, hasta el momento, recorrían la isla Sorna por separado. Pero, sin duda, una de las pistas más moviditas es "The Raptors Appears", donde de nuevo aparece un repiqueteo constante que se ve acompañado por fogosos instrumentos de viento-metal. En medio de estas músicas tan estruendosas, Williams tiene tiempo de recuperar la esencia de "Parque Jurásico", donde los temas suaves que describían a los dinosaurios más pacíficos eran tan abundantes; aquí sucede lo mismo con "The Stegosaurus", donde hay una descripción de estas bellas criaturas. Pero, sin duda, el verdadero talento del maestro aparece en "Visitor in San Diego", donde la música acompaña con furia los primeros pasos del tiranosaurio en San Diego, acompasándose a su caminar. Es éste un tema cuya aparatosidad asciende según se sucede la acción, concluyendo con unos frenéticos ritmos finales que mueren cuando el gran dinosaurio queda oculto, con su cría, en las entrañas del barco que los devolverá a su hogar. Steven Spielberg, que ha producido un buen número de éxitos que casi nunca han alcanzado la calidad de sus propias películas, tenía bien claro que poco más había que decir en el mundo de "Paque Jurásico" (a no ser que algún guionista inteligente le dé un vuelco al asunto, nunca se sabe). Por ello, decidió confiar en su discípulo, Joe Johnston, para que se hiciera cargo de la tercera parte de la saga, y éste se ha limitado a ofrecernos un entretenimiento inocente y excesivamente infantil. James Horner, habitual colaborador de este director, tampoco tenía muy claro eso de trabajar en una rutinaria secuela, a pesar de que apenas tenía que hacer nada, pues se limitaría a reunir los temas ya conocidos de Williams (algo que es de su especialidad, repetir una y otra vez las mismas melodías). Finalmente, el elegido para encargarse de la banda sonora fue Don Davis, el ascendente compositor de "Matrix" que incluso parece que contó con el beneplácito del autor de la banda sonora de "Amistad". La partitura de Davis se aleja completamente de la que el propio Williams nos ofreció en "El Mundo Perdido", asemejándose mucho más a que le en su día pudimos escuchar en "Parque Jurásico". La utilización de temas conocidos es abundante, y el mejor ejemplo de ello es la llegada a la isla que ya conocimos en la segunda parte ("The Dinosaur Fly-By"); ello no quiere decir que no exista material nuevo, aunque da la sensación de que todo sea excesivamente pomposo y falto de vida ("Raptor Repartee"). No obstante, se trata de una obra que funciona a la perfección con las imágenes para las que ha sido creada, aunque casi siempre gracias a los temas que no son del propio Davis. Dicho esto, uno se da cuenta de quién ha sido el verdadero artífice del éxito del regreso de los dinosaurios a la pantalla grande: por supuesto, el inigualable John Williams.
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