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LA POLIFONÍA AL
RITMO DE NOTRE DAME Por Elisa Ramos. Lee su curriculum.
Como si la música quisiera emular la magnificencia
que adquirían las grandiosas edificaciones góticas los músicos de la
Escuela de Notre Dame fueron encontrando nuevas maneras de amplificar la música
sacra para el culto. Aplicando
los modos rítmicos a mayor número de voces surgieron
paulatinamente otros recursos estructurales en una creación que se
encauzaba preferentemente hacia cantos gregorianos de gran riqueza melódica.
Los organa se realizaron sobre significativas piezas del repertorio que
por su función en la liturgia tenían un carácter eminentemente melismático.
En la Misa Romana los graduales y aleluyas eran los más líricos, siendo los primeros los más elaborados de los cantos del Propio1. Similares circunstancias se daban en algunos cantos del Oficio Divino de las Horas Canónicas Mayores (Maitines, Vísperas y Laudes), con responsorios prolijos en cuyos versículos finales se incluía siempre el Benedicamus Dómino. Un canto en el que la melodía se enriquecía cuando formaba parte de estos cultos, aunque era mucho más breve y en estilo recitado para las Horas Menores. El corpus conocido del Magnus Liber Organi -que se ha conservado en diferentes fuentes manuscritas- se compone de doce versiones de esta formula de despedida, alrededor de treinta y cinco responsorios, cuarenta aleluyas, veinte graduales y quinientas cláusulas sustitutorias. Un repertorio polifónico que se fue conformado a medida que los procedimientos aplicados abrían paso a más posibilidades para conjugar los materiales musicales. La alternancia responsorial monódica de coro y solo de la música gregoriana se respetó como forma de interpretación pero se transformó en una relación de monodia y polifonía: las secciones corales se mantuvieron en canto llano y a las solistas se les aplicó el tratamiento polifónico. Elección bastante lógica pues las dificultades se agregaban a fragmentos que ya venían siendo adjudicados a los cantores más especializados. A su vez, esos fragmentos recibían los dos tratamientos ya conocidos para lograr secciones contrastantes. Si el estilo era silábico o neumático2 se utilizaba la técnica de nota tenida y la de discanto se aplicaba a los pasajes melismáticos. Lo veremos a continuación con más detalle comparando parte de una pieza en ambas versiones. En la imagen que reproduce en gregoriano el gradual
para la Misa de Navidad, Vidérunt
omnes, los recuadros de
color enmarcan las partes que normalmente eran cantadas por el solista:
entonación inicial y versículo. Los azules señalan los fragmentos silábicos
o neumáticos sobre los que se mantendría el tenor
en valores largos. Los verdes hacen los propio con los fragmentos
melismáticos a los que se aplicó la técnica de discanto. Así pues,
ambos procedimientos se alternaban tanto en la entonación como en el versículo
y entre las secciones que constituían se intercalaba la monodia de las
partes corales. Pero en los manuscritos de las nuevas versiones sólo se
escribía la nueva parte polifónica para uso de los solistas. El coro
seguía utilizando los libros
de canto tradicionales.
En la creación polifónica se puede ver cómo con pocas notas ampliaban la composición.
El texto y la melodía del cantus
firmus podía perderse en beneficio del espacio que dejaba para la
creación de una nueva voz. Es lo que se conoce como sección
organalis: mientras el duplum
se movía en valores rápidos, conforme al patrón de un modo rítmico,
el tenor mantenía una nota; utilizando
solamente la primera palabra de la entonación inicial la pieza ya se
alarga considerablemente. Hacia el centro y al final, vemos como cambia la
relación de las voces al iniciarse una sección
de discantus: la segunda parte de la entonación, sobre el pequeño
melisma en la sílaba om (nes) y el largo
melisma que comienza en la sílaba do
(minus) del versículo,
reciben un tratamiento de discanto
que contrasta con las secciones organales; el tenor
reducía sus valores y se
acomodaba a la rítmica aplicada a la voz de nueva creación. Una
acomodación que no es de estricto contrapunto y, en consecuencia, la voz
superior discurre sobre mayor número de notas, resultando más florida
también por efecto de la ornamentación. El sonido de tintinabulum,
guía colectiva en la monodia gregoriana para que los cantores del
coro coincidieran al interpretar la melodía, se incorporó con la misma
función a la polifonía para indicar los cambios de nota en el tenor.
Conviene señalar que un rasgo particular, atribuido a los organa de
Leonin, es la aparición de notas
currentes : sucesión de varias notas que ‘corren’ en valores más
breves que los del patrón rítmico de referencia. Veremos después cómo
las secciones en discanto –llamadas también Clausulae
o puncta- tendrán un papel
fundamental en el desarrollo polifónico.
Cuando la construcción de organa es a tres voces el
tenor puede igualmente
alternar fragmentos de notas tenidas con otros de acomodación a la rítmica
de las voces superiores. Pero la relación de
duplum y triplum
se mantiene todo el tiempo en discanto amplificando el efecto sonoro
del ritmo. La obstinada periodicidad
de los ritmos modales, aplicados a varias líneas vocales, provoca una
sensación sonora de hipnosis que se potencia con otros efectos melódicos
y armónicos. La conjunción armónica se planteaba sobre la base
de la consonancia entre el
tenor y las dos voces nuevas, pero no necesariamente teniendo en cuenta la
de ellas entre sí. Aunque se procuraba que el triplum
fuera consonante con las otras dos voces se cuidaba menos la relación
interválica de duplum y tenor.
Entre ellas pueden aparecer con frecuencia relaciones disonantes, incluso
en partes fuertes, que al resolverse en consonancias no tienen el carácter
conclusivo y estable de la armonía tonal posterior. Las relaciones
consonantes se circunscribían por regla general a intervalos de cuarta,
quinta y octava., aunque en algunos momentos la tercera y la sexta se
introducían de forma ocasional. Al haber más voces en juego y haciendo uso del
silencio las entradas sucesivas entre distintas líneas vocales podían
originar un intercambio que
llegó a ser tremendamente imitativo. Este importante rasgo –denominado stimmtausch- aparece ya en el organum triplum como procedimiento que
se aplicaba a algunos organa prefigurando formas posteriores basadas en la
imitación. El frecuente intercambio de pequeños fragmentos se traduce en
una concatenación de las voces cuyo resultado auditivo se asemeja a una
repetición continua de la melodía. Un efecto que fomenta junto con los
patrones rítmicos repetitivos esa especie de círculo hipnótico que se
explotaba para captar la atención del oyente. Otro efecto sonoro característico
se deriva de los frecuentes cruces de voces pues, siendo sólo hombres los
intérpretes y las melodías de estrecho ámbito, transcurren en la misma
tesitura. En el organum cuadruplum las relaciones estructurales
se vuelven todavía más complejas. Las tres voces superiores se
desarrollan en frases cortas y regulares que se acomodan rítmicamente
mientras el tenor mantiene una sola nota del melisma. Esta homorrítmia
modal estructura las melodías en secciones separadas por ordines. Las
voces coinciden en puntos consonantes al final de cada uno de ellos y a
continuación el silencio establece
una pausa común para todas. La relación vertical interválica predominante es de
cuarta, quinta y octava, como consonancia perfecta aunque la cuarta sobre
el tenor tiende a desaparecer. En ocasiones puede aparecer también la
tercera pero la relación octava-tercera-quinta, no ejerce el efecto
sonoro de un acorde tonal. Su presencia es circunstancial, como
consonancia dentro de una frase, aportando a la música una sonoridad
diferente a la de una triada perfecta del sistema tonal. El carácter
sonoro general del organum de este periodo se define más por los
abundantes sonidos simultáneos en los que coinciden quinta y octava sobre
el tenor. Es una sonoridad característica de la música medieval que se
conoce también con el apodo de ‘quinta vacía’. Las melodías simultaneas todavía transcurren con relaciones
acordales en las que los armónicos están presentidos, pero no definidos. Con el hoquetus
un nuevo recurso vino a explotar la utilización del silencio y las
capacidades expresivas de la música. Aplicado como una nueva técnica, y
haciendo honor a su significado etimológico, su resultado sonoro es un
efecto de hipo cuando las voces en su desarrollo van haciendo silencios de
forma alternativa. Una voz canta y la otra calla, durante cortos pasajes,
en relación de figuras simples con el mismo valor. En nuestra notación
tradicional actual, un silencio de corchea contra corchea o de negra
contra negra. Así, la melodía entre las voces se trunca aunque en cierto
modo entre las dos componen una sola línea melódica. Pueden producirse
también sonidos sincopados
en choques melódico-rítmicos que contribuyen a dar variedad a la
composición. La denominación de hoquetus
terminaría por definir también a un estilo en el que la totalidad de
la pieza se componía utilizando ésta técnica.
El creciente interés de los compositores por
explorar las posibilidades de elaboración polifónica remite a la idea de
que los tripla y cuadrupla organa se erigieron en un estilo de discanto más
moderno que superaba al antiguo estilo de discanto. Ello no significa que
no se siguieran componiendo y utilizando los dupla aunque parece que los
tripla fueron los que más difusión alcanzaron. En cualquier caso, el
organum cuadruplum puede considerarse como el sistema de composición de
la Edad Media que supuso un gran avance para la polifonía en la primera
mitad del s. XIII. La aplicación de todos estos recursos además de
alargar las composiciones a longitudes insospechadas hasta el momento,
debió obligar a los compositores a plantearse previamente cómo organizar
y estructurar la obra musical. Se ha considerado que las voces se componían siempre
en orden ascendente y la posibilidad de que éstas pudieran añadirse o
sustraerse ocasionalmente para utilizar a conveniencia algunos organa en
diferentes versiones a dos, tres o cuatro voces. Aunque inicialmente se partiera del principio de adición
sucesiva sobre un tenor gregoriano, también se ha estimado que la creación
de cada voz en una nueva composición no tenía por qué seguir ese orden
ni distinguir el rango de importancia entre ellas. Las relaciones
estructurales que presentan algunas piezas del repertorio de Notre Dame,
especialmente tripla y cuadrupla organa, abogan más por una evolución en
la que el ingenio de los compositores fue encontrando la manera de aplicar
relaciones que, dotando a las obras de una entidad formal, presuponen
tener en cuenta la relación de todas las partes de la composición. Desde
las primeras manifestaciones de la segunda mitad del siglo XII a las de la
primera del siglo XIII, el
organum fue objeto de una mayor elaboración que se ha resumido o
representado en la figura de Leonin. Analizando la partitura3,
o simplemente escuchando el organum cuadruplum Sederunt
principes, parece más verosímil
que la composición haya
sido pensada y organizada antes de escribirse. De otra forma no podrían
darse las relaciones motívicas imitativas que aparecen en el intercambio
de las voces. En una transcripción a notación moderna y dependiendo de
las decisiones adoptadas al transcribir4,
la palabra Sederunt puede ocupar la nada despreciable extensión de 130 a 142
compases de los cuales aproximadamente una tercera parte corresponden en
el tenor a una única nota sobre la primera sílaba. Por encima, el
discanto de las tres voces transcurre con variados intercambios sobre
fragmentos de tipo ostinato como recurso básico de integración de
varias melodías simultáneas. Todas ellas participan de un juego
alternativo en los que el material musical pasa de unas a otras retomando
sonoridades presentadas con anterioridad.4
Parece pues, que el gradual gregoriano para la festividad de San Esteban,
en manos de Perotin encontró
la manera de amplificarse convenientemente a mayor gloria del santo. La Escuela de Notre Dame hizo también otra
importante contribución al desarrollo de la polifonía con la creación
de cláusulas sustitutorias. Un fragmento de discanto en el que el tenor
usara todas las notas disponibles sólo podía ser alargado mediante la
repetición de la melodía aunque fuera incompleta y/o con distintas
variantes. A los patrones rítmicos podían sumarse patrones melódicos
que alargaban la longitud de las secciones de discanto antes de cerrarse
con su correspondiente silencio. Así, un tenor gregoriano, como base de
las clausulae o puncta, podía
ser repetido antes de que la pieza continuara con la sección organal. Las cláusulas comenzaron a ser intercambiables ante
la necesidad de aportar mayor variedad al repertorio litúrgico. Una sección
de discanto podía extraerse de la pieza y ser reemplazada por otra de
nueva creación como repertorio sustitutivo que se utilizaba
a conveniencia según la ocasión: la nueva cláusula podía
basarse en el mismo fragmento de canto gregoriano
o elaborarse sobre otro de una
pieza diferente; podían transformarse los valores originales, aunque su
melodía permaneciera invariable; podía utilizarse también para
reemplazar una sección organal por otra
de discanto. Se creaba así un nuevo duplum que permitía elegir
diferentes opciones de interpretación en las celebraciones litúrgicas.
Era una manera más de embellecimiento, un tropo polifónico que aportaba
variedad ante las restricciones que presentaba un repertorio que había
que respetar. Aunque en general son a dos voces,
también se compusieron cláusulas a tres y cuatro, sobre el
repertorio gregoriano
preexistente. La abundancia de ellas sobre piezas como Benedicamus Domino, Haec Dies
y Alleluilla Pascha Nostrum,
parece indicar que determinadas piezas fueron más susceptibles o
aprovechables para la creación de cláusulas. Esta creación de la Escuela de Notre Dame se
atribuye a la elaboración de Leonin sobre
los organa dupla de Leonin. Cuestión bastante lógica considerando
que en los organa atribuidos a Leonin predomina más el estilo de nota
tenida y con Perotin se llega a una mayor sistematización de los modos rítmicos
que implica mayor organización y mayores posibilidades. Menos lógica y más
contradictoria resulta la afirmación de que el repertorio habría sido
abreviado. Aunque en algunos casos las cláusulas vinieran a reemplazar
secciones organales más extensas, en otros ampliaron las secciones de
discanto y en todo caso su abundante número parece indicar que Perotin y
sus discípulos, más que abreviar, habrían ampliado el repertorio. Una
contradicción entre las afirmaciones del anónimo estudiante y las
fuentes musicales que pierde interés ante otra consideración más
importante: las cláusulas abrieron el camino hacia nuevas perspectivas y
estilos de elaboración musical. Paralelamente a
esta evolución del organum la Escuela de Notre Dame hizo aportaciones a
otras formas como el Conductus
que tendría representación en este periodo como conducti polifónicos a
partir de los precedente monódicos de San Marcial de Limoges. El gran
desarrollo que alcanzó en el Ars
Antiqua, declinaría pronto para
dar paso al motete que se erigió en
la gran segunda forma del periodo. Por paradójico que pueda parecer la música polifónica
experimentó un avance considerable al liberarse del texto pero sería de
nuevo la palabra quien establecería un nuevo cambio. Las cláusulas
sustitutorias además de aportar
variedad al repertorio fueron susceptibles de ser utilizadas como
composiciones independientes. En tales circunstancias no es extraño
que la disposición de un texto en la voz superior, ya fuera en latín o lengua vernácula,
diera lugar a una nueva composición. Esta adición de texto la convertía
en una Cláusula con mot. El
tenor mantenía el melisma con su única sílaba y a veces sin ella,
quedando la melodía como referencia. Bien fuera por que el término mot
indicara un diminutivo de mutuatio
(préstamo) o por el significado
del término en francés (palabra), puesto que fue la primera lengua vernácula
utilizada, la nueva forma que nacería del
experimento tomaría el nombre de motete. 1 En la estructura de la misa, para las secciones del Propio (Introito, Gradual, Aleluya, Ofertorio y Communio) los textos son variables dependiendo del Calendario Litúrgico y la fiesta del día. Los cantos del Ordinario (Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus Dei) se elaboraban invariablemente sobre el mismo texto. 2 Silábico, una nota por cada sílaba; neumático, varias (dos, tres o cuatro por sílaba) sin carácter de melisma. 3 Puede visualizarse parte de una transcripción del Organum Cuadruplum Sederunt y escucharse un fragmento en http://ccat.sas.upenn.edu/music/music20/perotin.htm En http://www.bbc.co.uk/music/timeline/amt_120.shtml puede descargarse un fragmento del Organunm Cuadruplum Viderunt onmes 4 Los problemas inherentes a la notación modal dan lugar a diferentes alternativas de interpretación. Pasajes dudosos, dificultad para identificar con seguridad un modo rítmico, aplicar uno u otro modo según diferentes alternativas, puede dar lugar a diferencias en el número de compases. Cada transcripción es una de las posibles soluciones. 4 Sirva como ejemplo lo que sucede en los cc. 13 a 34 de la partitura a la que hacemos referencia. La secuencia de motivos de tipo ostinato que conforma la melodía del cuadruplum ( cc.13-23) pasa al triplum (cc.24-34) en una repetición literal de once compases. Al mismo tiempo, el triplum inicia un motivo de cuatro compases (c. 13) que toma el duplum (c.16), es repetido por el triplum, pasa de nuevo al duplum (c.24) , de éste al cuadruplum (c.26) y de nuevo al dumplum (c.28).
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