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Número 23º - Diciembre 2.001


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MUSIC FOR YOU: CLÁSICA CON ENVOLTORIO "NEW AGE" (2)

Por Angel Riego Cue y "Don Profondo"

          

En junio de este mismo año saludábamos la iniciativa de Sony Classical de lanzar una serie de precio económico con portadas de sugestivo diseño próximo a la "New Age", algo que entonces decíamos que puede contribuir a vencer la resistencia de cierto público cuando ve un disco de "música clásica". Parece que esta serie, llamada Music for You, ha debido tener un cierto éxito pues ya está en las tiendas el segundo lanzamiento, y de él comentaremos 6 referencias.

Vamos a comenzar nuestro recorrido por Mozart, ya que estos días se cumple una década de la celebración del bicentenario de su muerte, que en su día atrajo tanta atención mediática, con varias retransmisiones televisivas de su Requiem. En el primer disco comentado tenemos precisamente la última misa que escribió Mozart antes de abandonar el género durante 10 años y volver a él solamente para dicho Requiem: nos referimos a la Gran Misa en Do menor, K 427, una de sus obras maestras en el terreno de la música sacra y que el compositor dejaría sin terminar, utilizándose en esta grabación una versión "ejecutable" completada por el musicólogo Helmut Eder. La interpretación de Abbado es una de las más atractivas que se pueden encontrar, y no sólo entre las DDD: una versión más robusta y vigorosa y menos "ensoñadora" que lo que es tópico en esta obra: puede ponerse como ejemplo el inicio del "Credo", con una fuerza que recuerda en algo a las versiones historicistas. No por ello deja de haber momentos para el intimismo, como el "Et incarnatus", donde el oboe de la orquesta da una verdadera exhibición (aunque con ello casi tape a la soprano). El coro bien, sin estar al nivel excelso de la orquesta, y entre los solistas hay que destacar en el lugar de honor a las dos sopranos, Barbara Bonney y la llorada Arleen Auger. En resumen, aunque como referencia siempre escogeríamos la vieja versión de Ferenc Fricsay, esta de Abbado no es para dejarla escapar.


En el siguiente CD escuchamos otra obra maestra de Mozart, esta vez en su producción de música de cámara, el Divertimento K 563 para Trío de cuerdas, una obra de la que apenas se encuentran versiones aisladas aparte de la del Trío Grumiaux, incluida en la Edición Mozart de Philips. Sony Classical posee una de las versiones de referencia de esta obra, la grabada en 1975 por Stern, Zukerman y Rose; es posible que se reedite en Essential Classics u otra serie económica como homenaje al fallecido violinista neoyorkino, pero el caso es que actualmente está descatalogada y la edición en compacto de la antigua CBS es muy difícil de encontrar. En su lugar, lo que nos ofrece Sony es esta otra versión más moderna, grabada en 1984 por Gidon Kremer (violín), Kim Kashkashian (viola) y Yo-Yo Ma (cello), que no llega a la altura de la clásica de Stern-Zukerman-Rose debido fundamentalmente a la conocida "originalidad" (por no decir extravagancia) del sonido del violín de Kremer, que tendrá sin duda sus admiradores pero que en esta interpretación a lo que nos suena es a ñoño, llorón y en una palabra, extravagante. En cambio, sus compañeros están a muy buena altura, muy especialmente Yo-Yo Ma. Como complemento, el Adagio y Fuga K 546 para cuarteto de cuerdas, en el que a los anteriores se une Daniel Philips como 2º violín, una versión muy superior a la del Trío, quizás por el menor protagonismo de Kremer. Dado que, como decimos, es difícil encontrar actualmente alguna otra versión en disco suelto de esta imprescindible obra, el comprador podrá valorar si le conviene hacerse con esta.

El último CD que comentaremos dedicado a Mozart está interpretado (al igual que otro CD y medio más del presente lanzamiento) por un artista del que ya hablamos en el primer artículo de esta serie, el director italiano Carlo Maria Giulini, una de las más inolvidables batutas del siglo XX, y que en los últimos años de su trayectoria -hoy se halla retirado del podio- realizara diversos registros para Sony Classical. En su carrera de director sinfónico, el maestro de Barletta acababa entonces de alcanzar cimas como su Novena de Bruckner de 1988 y su integral Brahms de 1989-1991 (siempre con la Filarmónica de Viena y en Deutsche Grammphon). Se trata pues del Giulini en su más gloriosa madurez, pero también al borde de una relativa decadencia que iba a venir marcada por una relajación general de la tensión interna de sus lecturas. Todo ello, por descontado, dentro de un altísimo nivel interpretativo.

El disco Mozart de Giulini (grabación de 1991-92) es irregular, pero casi imprescindible. Y es que aquí esta una de las versiones más aplaudidas de la que es una de las obras maestras del salzburgués, su Sinfonía nº 39. Una lectura intensa, reflexiva y muy profunda, que no renuncia a la elegancia ni al equilibrio puramente clásicos. Todo ello en el extremo opuesto a un Harnoncourt, cuyas lecturas mozartianas, tan alabadas por algunos sectores de la crítica, presentan una tensión mucho más externa -léase superficial- que interna, lo que las hace quizá más vistosas para el gran público. Giulini exige mayor esfuerzo por parte del oyente, que en un primer momento puede pensar que se halla ante lecturas excesivamente convencionales, pero a la postre resulta mucho más satisfactorio.

Lo que ocurre es que, en lugar de incluir además la Sinfonía Concertante del disco original, se ha optado por la Sinfonía nº 40 que venía acoplada con la Júpiter. Decisión eminentemente comercial, claro, que nos trae al Giulini menos bueno, el que comienza a dejarse llevar por la relajación, la blandura y hasta el acaramelamiento. Muy ilustrativo resulta el archiconocido primer movimiento, llevado a un tempo poco convincente y ayuno de la tensión y el dramatismo que la partitura pide a gritos. En la 39 había también aspectos formales discutibles, pero la coherencia interna nos parece superior. La orquesta berlinesa, muy nutrida y quizá en exceso robusta, puede no ser la de sonido más mozartiano, pero con el italiano resulta muy adecuada. Lo dicho: un disco a conocer, por lo extraordinario y por lo menos bueno.


Siguiendo con Giulini, su disco dedicado a Vivaldi y Verdi (grabación de 1991) es el trasvase a serie barata, tal cual, de un compacto muy justamente alabado en su día. Obviamente, la lectura del breve Credo RV 591 del veneciano resulta insatisfactoria desde el punto de vista filológico, sobre todo si tenemos en cuenta la fecha de grabación, pero la extraordinaria musicalidad de la batuta se alza por encima de cualquier disquisición estilística. El plato fuerte lo conforman, claro está, las Quatro Pezzi Sacri, que dejan bien claro por qué la de Giulini está considerado una de las mejores batutas verdianas del siglo XX.

Se trata de una lectura altamente representativa de los años de plena madurez del gran director italiano: tempi tendentes a la lentitud, muy paladeada cantabilidad italiana, acentuada espiritualidad y, sobre todo, una fuerte tensión interna. Son interpretaciones lentas y reposadas, sí, pero de gran concentración interior. La Filarmónica de Berlín y el coro Ernst-Senff, insuperables. Más que correcta Sharon Sweet, aunque sólo eso. En un número anterior de esta revista presentábamos el doble cedé en EMI que incluye el Réquiem y las Cuatro Piezas que nuestro artista grabara en los años sesenta, y señalábamos que era una excelente opción para hacerse de una vez con las dos obras. Lo sigue siendo, pero el precio de este lanzamiento de Sony hace muy recomendable su adquisición aunque se tenga aquél: la lectura reciente es aún más acongojante y, por descontado, suena mucho mejor.


El último CD comentado interpretado por Giulini (en realidad sólo aparece en la mitad del disco) contiene las versiones pianística y orquestal de los Cuadros de una Exposición de Mussogrsky, siendo la versión orquestada por Ravel una partitura mucho más difundida que el mismo original pianístico del autor ruso. De esta versión orquestal, Giulini había grabado en 1976 con la Sinfónica de Chicago, para DG, una interpretación que fue unánimemente aclamada como la de referencia. Por ello, al aparecer esta segunda grabación de 1990 (esta vez con sonido digital), la expectación tenía que ser por fuerza grande, y de hecho Giulini vuelve a conseguir otra extraordinaria interpretación, casi a la altura de su grabación con Chicago. Y decimos "casi" porque la Orquesta Filarmónica de Berlín, pese a ser una de las formaciones "punteras" del mundo, no alcanza en esta obra la cima reservada únicamente a los de Chicago.

No obstante, esta es asimismo absolutamente recomendable y entre las grabadas en DDD no tiene mucha competencia: la principal sería la de Solti, otra vez con Chicago, versión más "nerviosa" y de más "acción" frente a Giulini, más majestuoso y "contemplativo" -y más aún en esta segunda versión que en la de 1976-; podría añadirse la "especialísima" y lentísima de Celibidache, aunque sus muy especiales características aconsejan considerarla aparte. El hecho de que además se añada la versión original pianística a cargo de Yefim Bronfman, una interpretación nerviosa y con un final enérgico, añade aún más atractivo al disco, que pasa a la categoría de ser un CD "de los que crean afición".


Y, si empezamos con Abbado, terminamos también con él. En en último disco comentado, la portada no miente, y anuncia a las claras lo que vamos a encontrar: una Quinta Sinfonía de Tchaikovsky tocada fabulosamente por la Sinfónica de Chicago, pero en lo expresivo verdaderamente gélida. Encontramos en ella detalles de gran maestro, junto con algún salto brusco de la languidez a la furia que también son "marca de la casa". En conjunto es una interpretación aceptable para conocer la obra, pero difícilmente se la podría tomar como referencia. Como complemento se nos ofrece una interpretación asimismo aceptable de las Variaciones sobre un tema Rococó para cello y orquesta: para que fuera de referencia, el sonido del cello de Yo-Yo Ma, muy lírico, debería tener la rotundidad de acentos del de Rostropovich, y la dirección de Maazel, demasiado enfática, debería seguir -como hace Karajan- una línea más sobria.



REFERENCIAS:


MOZART: Misa en Do menor K 427
Barbara Bonney (soprano), Arleen Auger (soprano), Hans Peter Blochwitz (tenor), Robert Holl (bajo), Coro de la Radio de Berlín (dir. Dietrich Knothe)/ Filarmónica de Berlín/ dir. Claudio Abbado
Sony Classical SMK 89793

MOZART: Adagio y Fuga K 546 para cuarteto de cuerdas (con Daniel Philips, violín); Divertimento-Trío K 563 para trío de cuerdas
Gidon Kremer, violín ; Kim Kashkashian, viola ; Yo-Yo Ma, cello
Sony Classical SMK 89616

MOZART: Sinfonías nºs 39 y 40
Filarmónica de Berlín/ dir. Carlo Maria Giulini
Sony Classical SMK 89798

VIVALDI: Credo. VERDI: Cuatro piezas sacras
Sharon Sweet, soprano/ Coro Ernst-Senff. Filarmónica de Berlín/ dir. Carlo Maria Giulini
Sony Classical SMK 89619

MUSSOGRSKY: Cuadros de una Exposición: Versiones pianística (Yefim Bronfman) y orquestada por Ravel (Filarmónica de Berlín/ dir. Carlo Maria Giulini)
Sony Classical SMK 89615

TCHAIKOVSKY: Sinfonía nº 5 (Sinfónica de Chicago/ dir. Claudio Abbado), Variaciones sobre un Tema Rococó (Yo-Yo Ma, cello/ Sinf. de Pittsburgh/ dir. Lorin Maazel)
Sony Classical SMK 89795