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MUSIC
FOR YOU: CLÁSICA CON ENVOLTORIO "NEW AGE" (2)
Por Angel
Riego Cue y
"Don Profondo"
En junio de este
mismo año saludábamos la iniciativa de Sony Classical
de lanzar una serie de precio económico con portadas de
sugestivo diseño próximo a la "New Age", algo
que entonces decíamos que puede contribuir a vencer la
resistencia de cierto público cuando ve un disco de
"música clásica". Parece que esta serie,
llamada Music for You, ha debido tener un cierto
éxito pues ya está en las tiendas el segundo
lanzamiento, y de él comentaremos 6 referencias.
Vamos a comenzar nuestro recorrido por Mozart, ya que
estos días se cumple una década de la celebración del
bicentenario de su muerte, que en su día atrajo tanta
atención mediática, con varias retransmisiones
televisivas de su Requiem. En el primer disco
comentado tenemos precisamente la última misa que
escribió Mozart antes de abandonar el género durante 10
años y volver a él solamente para dicho Requiem:
nos referimos a la Gran Misa en Do menor, K 427,
una de sus obras maestras en el terreno de la música
sacra y que el compositor dejaría sin terminar,
utilizándose en esta grabación una versión
"ejecutable" completada por el musicólogo
Helmut Eder. La interpretación de Abbado es una de las
más atractivas que se pueden encontrar, y no sólo entre
las DDD: una versión más robusta y vigorosa y menos
"ensoñadora" que lo que es tópico en esta
obra: puede ponerse como ejemplo el inicio del
"Credo", con una fuerza que recuerda en algo a
las versiones historicistas. No por ello deja de haber
momentos para el intimismo, como el "Et
incarnatus", donde el oboe de la orquesta da una
verdadera exhibición (aunque con ello casi tape a la
soprano). El coro bien, sin estar al nivel excelso de la
orquesta, y entre los solistas hay que destacar en el
lugar de honor a las dos sopranos, Barbara Bonney y la
llorada Arleen Auger. En resumen, aunque como referencia
siempre escogeríamos la vieja versión de Ferenc
Fricsay, esta de Abbado no es para dejarla escapar.
En el siguiente CD escuchamos otra obra maestra
de Mozart, esta vez en su producción de música de
cámara, el Divertimento K 563 para Trío de
cuerdas, una obra de la que apenas se encuentran
versiones aisladas aparte de la del Trío Grumiaux,
incluida en la Edición Mozart de Philips. Sony Classical
posee una de las versiones de referencia de esta obra, la
grabada en 1975 por Stern, Zukerman y Rose; es posible
que se reedite en Essential Classics u otra serie
económica como homenaje al fallecido violinista
neoyorkino, pero el caso es que actualmente está
descatalogada y la edición en compacto de la antigua CBS
es muy difícil de encontrar. En su lugar, lo que nos
ofrece Sony es esta otra versión más moderna, grabada
en 1984 por Gidon Kremer (violín), Kim Kashkashian
(viola) y Yo-Yo Ma (cello), que no llega a la altura de
la clásica de Stern-Zukerman-Rose debido
fundamentalmente a la conocida "originalidad"
(por no decir extravagancia) del sonido del violín de
Kremer, que tendrá sin duda sus admiradores pero que en
esta interpretación a lo que nos suena es a ñoño,
llorón y en una palabra, extravagante. En cambio, sus
compañeros están a muy buena altura, muy especialmente
Yo-Yo Ma. Como complemento, el Adagio y Fuga K
546 para cuarteto de cuerdas, en el que a los anteriores
se une Daniel Philips como 2º violín, una versión muy
superior a la del Trío, quizás por el menor
protagonismo de Kremer. Dado que, como decimos, es
difícil encontrar actualmente alguna otra versión en
disco suelto de esta imprescindible obra, el comprador
podrá valorar si le conviene hacerse con esta.
El último CD que comentaremos dedicado a Mozart está
interpretado (al igual que otro CD y medio más del
presente lanzamiento) por un artista del que ya hablamos
en el primer artículo de esta serie, el director
italiano Carlo Maria Giulini, una de las más
inolvidables batutas del siglo XX, y que en los últimos
años de su trayectoria -hoy se halla retirado del podio-
realizara diversos registros para Sony Classical. En su
carrera de director sinfónico, el maestro de Barletta
acababa entonces de alcanzar cimas como su Novena
de Bruckner de 1988 y su integral Brahms de 1989-1991
(siempre con la Filarmónica de Viena y en Deutsche
Grammphon). Se trata pues del Giulini en su más gloriosa
madurez, pero también al borde de una relativa
decadencia que iba a venir marcada por una relajación
general de la tensión interna de sus lecturas. Todo
ello, por descontado, dentro de un altísimo nivel
interpretativo.
El disco Mozart de
Giulini (grabación de 1991-92) es irregular, pero casi
imprescindible. Y es que aquí esta una de las versiones
más aplaudidas de la que es una de las obras maestras
del salzburgués, su Sinfonía nº 39. Una
lectura intensa, reflexiva y muy profunda, que no
renuncia a la elegancia ni al equilibrio puramente
clásicos. Todo ello en el extremo opuesto a un
Harnoncourt, cuyas lecturas mozartianas, tan alabadas por
algunos sectores de la crítica, presentan una tensión
mucho más externa -léase superficial- que interna, lo
que las hace quizá más vistosas para el gran público.
Giulini exige mayor esfuerzo por parte del oyente, que en
un primer momento puede pensar que se halla ante lecturas
excesivamente convencionales, pero a la postre resulta
mucho más satisfactorio.
Lo que ocurre es que, en lugar de incluir además la
Sinfonía Concertante del disco original, se ha optado
por la Sinfonía nº 40 que venía acoplada con
la Júpiter. Decisión eminentemente comercial,
claro, que nos trae al Giulini menos bueno, el que
comienza a dejarse llevar por la relajación, la blandura
y hasta el acaramelamiento. Muy ilustrativo resulta el
archiconocido primer movimiento, llevado a un tempo poco
convincente y ayuno de la tensión y el dramatismo que la
partitura pide a gritos. En la 39 había
también aspectos formales discutibles, pero la
coherencia interna nos parece superior. La orquesta
berlinesa, muy nutrida y quizá en exceso robusta, puede
no ser la de sonido más mozartiano, pero con el italiano
resulta muy adecuada. Lo dicho: un disco a conocer, por
lo extraordinario y por lo menos bueno.
Siguiendo con Giulini,
su disco dedicado a Vivaldi y Verdi (grabación de 1991)
es el trasvase a serie barata, tal cual, de un compacto
muy justamente alabado en su día. Obviamente, la lectura
del breve Credo RV 591 del veneciano resulta
insatisfactoria desde el punto de vista filológico,
sobre todo si tenemos en cuenta la fecha de grabación,
pero la extraordinaria musicalidad de la batuta se alza
por encima de cualquier disquisición estilística. El
plato fuerte lo conforman, claro está, las Quatro
Pezzi Sacri, que dejan bien claro por qué la de
Giulini está considerado una de las mejores batutas
verdianas del siglo XX.
Se trata de una lectura altamente representativa de los
años de plena madurez del gran director italiano: tempi
tendentes a la lentitud, muy paladeada cantabilidad
italiana, acentuada espiritualidad y, sobre todo, una
fuerte tensión interna. Son interpretaciones lentas y
reposadas, sí, pero de gran concentración interior. La
Filarmónica de Berlín y el coro Ernst-Senff,
insuperables. Más que correcta Sharon Sweet, aunque
sólo eso. En un número anterior de esta revista
presentábamos el doble cedé en EMI que incluye el Réquiem
y las Cuatro Piezas que nuestro artista grabara
en los años sesenta, y señalábamos que era una
excelente opción para hacerse de una vez con las dos
obras. Lo sigue siendo, pero el precio de este
lanzamiento de Sony hace muy recomendable su adquisición
aunque se tenga aquél: la lectura reciente es aún más
acongojante y, por descontado, suena mucho mejor.
El último CD comentado
interpretado por Giulini (en realidad sólo aparece en la
mitad del disco) contiene las versiones pianística y
orquestal de los Cuadros de una Exposición de
Mussogrsky, siendo la versión orquestada por Ravel una
partitura mucho más difundida que el mismo original
pianístico del autor ruso. De esta versión orquestal,
Giulini había grabado en 1976 con la Sinfónica de
Chicago, para DG, una interpretación que fue
unánimemente aclamada como la de referencia. Por ello,
al aparecer esta segunda grabación de 1990 (esta vez con
sonido digital), la expectación tenía que ser por
fuerza grande, y de hecho Giulini vuelve a conseguir otra
extraordinaria interpretación, casi a la altura de su
grabación con Chicago. Y decimos "casi" porque
la Orquesta Filarmónica de Berlín, pese a ser una de
las formaciones "punteras" del mundo, no
alcanza en esta obra la cima reservada únicamente a los
de Chicago.
No obstante, esta es asimismo absolutamente recomendable
y entre las grabadas en DDD no tiene mucha competencia:
la principal sería la de Solti, otra vez con Chicago,
versión más "nerviosa" y de más
"acción" frente a Giulini, más majestuoso y
"contemplativo" -y más aún en esta segunda
versión que en la de 1976-; podría añadirse la
"especialísima" y lentísima de Celibidache,
aunque sus muy especiales características aconsejan
considerarla aparte. El hecho de que además se añada la
versión original pianística a cargo de Yefim Bronfman,
una interpretación nerviosa y con un final enérgico,
añade aún más atractivo al disco, que pasa a la
categoría de ser un CD "de los que crean
afición".
Y, si empezamos con Abbado, terminamos también
con él. En en último disco comentado, la portada no
miente, y anuncia a las claras lo que vamos a encontrar:
una Quinta Sinfonía de Tchaikovsky tocada
fabulosamente por la Sinfónica de Chicago, pero en lo
expresivo verdaderamente gélida. Encontramos en ella
detalles de gran maestro, junto con algún salto brusco
de la languidez a la furia que también son "marca
de la casa". En conjunto es una interpretación
aceptable para conocer la obra, pero difícilmente se la
podría tomar como referencia. Como complemento se nos
ofrece una interpretación asimismo aceptable de las Variaciones
sobre un tema Rococó para cello y orquesta: para
que fuera de referencia, el sonido del cello de Yo-Yo Ma,
muy lírico, debería tener la rotundidad de acentos del
de Rostropovich, y la dirección de Maazel, demasiado
enfática, debería seguir -como hace Karajan- una línea
más sobria.
REFERENCIAS:
MOZART: Misa en Do menor K 427
Barbara Bonney (soprano), Arleen Auger (soprano), Hans
Peter Blochwitz (tenor), Robert Holl (bajo), Coro de la
Radio de Berlín (dir. Dietrich Knothe)/ Filarmónica de
Berlín/ dir. Claudio Abbado
Sony Classical SMK 89793
MOZART: Adagio y Fuga K 546 para cuarteto de
cuerdas (con Daniel Philips, violín); Divertimento-Trío
K 563 para trío de cuerdas
Gidon Kremer, violín ; Kim Kashkashian, viola ; Yo-Yo
Ma, cello
Sony Classical SMK 89616
MOZART: Sinfonías nºs 39 y 40
Filarmónica de Berlín/ dir. Carlo Maria Giulini
Sony Classical SMK 89798
VIVALDI: Credo. VERDI: Cuatro piezas sacras
Sharon Sweet, soprano/ Coro Ernst-Senff. Filarmónica de
Berlín/ dir. Carlo Maria Giulini
Sony Classical SMK 89619
MUSSOGRSKY: Cuadros de una Exposición:
Versiones pianística (Yefim Bronfman) y orquestada por
Ravel (Filarmónica de Berlín/ dir. Carlo Maria Giulini)
Sony Classical SMK 89615
TCHAIKOVSKY: Sinfonía nº 5 (Sinfónica de
Chicago/ dir. Claudio Abbado), Variaciones sobre un
Tema Rococó (Yo-Yo Ma, cello/ Sinf. de Pittsburgh/
dir. Lorin Maazel)
Sony Classical SMK 89795
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