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EL WOIZECK DE ROBERT WILSONPor
Víctor Pliego de Andrés.
Lee su curriculum.
Robert
Wilson han realizado un musical posmoderno a partir del drama de
George Büchner que también interesó a Alban Berg. El reto,
concertado por la compañía danesa “Betty Nansen Teatret”, es de
sumo interés por la altura de los artistas reunidos sobre el mismo
texto. El resultado es un espectáculo brillante y de inmensa perfección
técnica. Todos los elementos técnicos son maravillosos: luces,
sonido, vestuario, decorados. El trabajo físico de los actores también
es sobresaliente por su dominio de la voz, el canto, el gesto y el
movimiento: son artistas integrales. Extraen lo mejor de las canciones
de Tom Waits y Kathleen Brennan con la colaboración de una magnífica
orquesta en directo. Esta música, genial y heterodoxa, combina con
extraordinario talento y coherencia las corrientes de la música
popular del siglo XX, aderezadas con ciertos toques de vanguardismo.
Es inevitable emparentar esta estética con las corrientes utilitarias
de los tiempos de entreguerra, aunque su sonido es inconfundiblemente
actual. El rock, el cabaret, la opereta, el folk... se
funden en el crisol de teatro. Es una música repleta de citas y
referencias, que rompe con los géneros y las categorías al uso sin
perder nunca el sentido. Waits y Brennan han colaborado en anteriores
ocasiones con Wilson, cuya concepción artística es completamente
antagónica. Wilson no es nada pragmático, sino personalísimo.
Emplea elementos de aparente austeridad para crear un espectáculo
lujoso y grandilocuente. Lo escaso es en este caso mucho. La luz
juega un papel fundamental y constituye un fiesta, a veces
ajena a la trama. Crea magia gracias a unos medios tecnológicos que
parecen de cine pero que se integran muy provechosamente en la propia
naturaleza teatral. Wilson explora la contradicción entre unas formas
frías y distantes y un asunto truculento. La propuesta es clásica,
en tanto que apuesta por la yuxtaposición de lo visual, lo musical y
lo dramático, renunciando a la fusión utópica de las artes. Es un
teatro más visual que dramático, donde el discurso se emplea como un
elemento simbólico de fondo más que argumental. Esta impostura,
nacida de discordancia entre acción y pensamiento, tal vez sea una
retrato, más complaciente que crítico, de nuestro mundo y de los
poderes que lo gobiernan. La breve visita de esta compañía ha sido,
como estaba previsto, uno de los grandes acontecimientos del Festival
de Otoño de Madrid de este año. A pesar de la alta expectación que
había, no ha defraudado lo más mínimo e incluso ha causado sensación.
Próximos
espectáculos en el Teatro de la Zarzuela
Del
20 de diciembre al 19 de enero
Los sobrinos del Capitán Grant
Nueva producción del Teatro de la Zarzuela
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