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Número 23º - Diciembre 2.001


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FLAMENCO EN EL TEATRO REAL

Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum. 

De mis soledades vengo. Los clásicos y el flamenco. Textos clásicos de los siglos XVI y XVII. Adaptación musical y literaria: José María Velázquez-Gaztelu. Arreglos musicales: Joan Albert Amargós. José Menese (cantaor) y Enrique de Melchor (guitarrista). Ginesa Ortega (cantaora) y Jerónimo Maya (guitarrista). Manuel Pantoja “Chicharro” y Gregorio Fernández (palmas). Carmen Ledesma (bailaora). Orquesta de Cámara. Director: Joan Albert Amargós. Dirección artística y escenografía: Luis Torres Rubio. Coreografía, dirección técnica y luces: Juan Sampedro. Teatro Real de Madrid, 8 de noviembre de 2001.

 

Desde que en 1922 personalidades como Federico García Lorca, Manuel de Falla o Andrés Segovia promovieran el primer concurso de cante jondo, el flamenco ha conquistado la fama y el prestigio artístico que merece. No hay géneros mayores ni menores, sino arte y artistas grandes o pequeños. El arte verdadero está más allá de los estilos y de las etiquetas. La iniciativa de programar flamenco en el Teatro Real es un reto que merece todos los aplausos, pero que aún no ha sido plenamente dominado. Se percibe falta de hábito, junto a unos complejos infundados que nos remiten a viejos debates. Así interpreto yo la ocurrencia de recurrir a los poetas clásicos y a una orquesta (orquestina más bien) clásica para respaldar la actuación. Si juzgáramos esta convocatoria como un duelo entre clásicos y flamencos, fueron éstos últimos quienes ganaron y con ventaja. Menese tiene una voz y un arte de autoridad. A pesar de comparecer intimidado por el marco, hizo gala de sus magníficas cualidades, secundado con acierto y tacto por Enrique de Melchor. Debido a un fallo técnico, Menese interpretó “a pelo” algunos cantes, demostrando las bondades de la sala, que tiene una acústica ideal, y las de su voz, que atesora unas condiciones sobradas como para prescindir de ayudas tecnológicas. Ginesa Ortega y Jerónimo Maya proclamaron su arte, soltura y compás. Dejaron probado que junto a la tradición hay un flamenco joven y bien fundado, lleno de vitalidad. La orquestina no añadió ningún interés al flamenco. Los arreglos fueron pobres y los profesores estuvieron muy por debajo del nivel que la cita requería. Del señor que movía un palito emulando a un director de orquesta, mejor no hablar. El sonido y la iluminación también dejaron bastante que desear. Son muchas y muy sugerentes las posibilidades que ofrece el encuentro entre el flamenco y la música clásica, pero este es un camino que aún tiene muchas sorpresas que deparar. Público e intérpretes vislumbraron el desencuentro y solo pudieron celebrar la grandeza de los artistas principales. A pesar de todo, hay que felicitar a los organizadores por la iniciativa. El arte debe vivir al borde del peligro para conquistar nuevos horizontes y nuevos espacios.

 

(Fotografías de Javier del Real)

 

Próximos espectáculos

 

12 a 24 de enero                                               Pelléas et Méllisande de Debussy

                                               Producción del Grand Théâtre de Ginebra

 

14 de febrero a 6 de marzo              Falstaff de Verdi

                                               Producción del Teatro alla Scala de Milán.

 

www.teatro-real.com

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