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NUEVA
ENTREGA
DEL MAHLER DE CHAILLY
Por
"Don Profondo".
Hay
que ver cómo ha cambiado la consideración de algunos críticos hacia
Riccardo Chailly. Hasta hace no mucho años, había quienes le
consideraban un director de segunda, inadecuado para el repertorio
tradicional y sólo interesante en determinados autores del siglo XX.
Recuerdo incluso opiniones despectivas con respecto a nombramiento
como titular de la Orquesta del Concertgebouw en una prestigiosa
revista española (la misma en la que se afirmaba que Barenboim era un
mediocre director, por cierto). Hoy, sin embargo, la opinión casi unánime
es que se trata de una de las más grandes batutas del momento, y
pueden escucharse lamentos por doquier a raíz de su inesperado
anuncio de abandono del trono holandés para pasar a regir el
Gewandhaus de Leipzig .
He
aquí su antepenúltimo escalón para culminar el ciclo sinfónico de
Gustav Mahler: si excluimos del grupo La canción de la Tierra,
ya sólo quedan Tercera y Novena. Esperemos que lo
concluya con la que pronto va a ser su ex orquesta -lo inició con la
RSO de Berlín-, pues la gran formación holandesa, amen de tocar de
manera sobresaliente, cuenta con una importantísima tradición
mahleriana. De momento, en esta entrega se repiten las características
de las anteriores: extraordinaria ejecución y excelente -que no
genial- interpretación.
Es
el de Chailly un Mahler que no cae nunca en el desmadre efectista ni
en la dulzonería -las dos grandes tentaciones de esta música-, pero
que al mismo tiempo no tiene miedo de recrearse en la
sensualidad, la riqueza tímbrica, la búsqueda de contrastes y el
histrionismo expresivo que caracterizan al compositor. Es, además, un
Mahler que mira al futuro, a la Segunda Escuela de Viena, y más
concretamente a Alban Berg. En ello se diferencia radicalmente del que
actualmente ofrecen directores como Simon Rattle, algo que ya puso de
relieve en su momento Ángel Riego en
Filomúsica.
Esta
Segunda Sinfonía le sale al milanés bastante bien,
especialmente el último movimiento. Ciertamente esperábamos un plus
de creatividad en determinados pasajes y algo más de personalidad,
pero la entrega de la batuta y la espectacular respuesta orquestal
suplen tales carencias. Las dos solistas vocales y el coro están
bastante bien, sin resultar especialmente memorables.
Sólo
decepciona un tanto la toma de sonido, algo turbia y falta de definición
tímbrica. Por lo demás, una importante versión entre las de la era
digital que viene a sumarse a las ya muy buenas -y muy diferentes
entre sí- de un Bernstein, un Solti o un Maazel. Quizá la inclusión
de Totenfeier, la página sinfónica de la que saldría, con
pocas modificaciones, el primer movimiento de esta sinfonía, haga la
compra competitiva frente a los citados. Pero claro, ahí está
Klemperer (EMI) ofreciéndonos su visión personalísima y reveladora,
y además en un solo compacto de serie media.
Mahler: Segunda
Sinfonía, "Resurrección". Totenfeier.
M. Diener, soprano. P. Lang, mezzo. Prague Philarmonic Choir.
Orq. del
Concertgebouw de Amsterdam, Riccardo Chailly. 111’. 2 cds.
Decca
470 283-2.
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