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LISZT Y SCHUMANN EN LA VOZ DE BONNEY
Por Ignacio
Deleyto Alcalá. Lee su Curriculum.
El último recital de la soprano norteamericana Barbara Bonney con Antonio
Pappano al piano presenta un interesante programa cuya obra estrella, el Dichterliebe
de Schumann, viene precedida de varias canciones en francés y alemán de
Franz Liszt (DECCA 470 289-2).
Desde la legendaria grabación para la CBS de Lotte Lehmann y Bruno Walter
no han sido muchas las cantantes que han incorporado a su repertorio esta
obra favorita de Schumann. Quizás esta escasez de versiones se pueda
explicar no sólo por el contenido de los poemas (la obra describe el amor
de un hombre por una mujer) sino también por el altísimo nivel de la
versión de la alemana, versión histórica donde las haya que
incomprensiblemente sigue descatalogada.
En las notas interiores Barbara Bonney deja patente su interés por la
obra así como su curiosidad por introducirse bajo su condición de mujer
en los poemas de Heine y hacer así algo nuevo y refrescante. Hasta aquí,
todo bien. El problema empieza cuando Bonney trata de de justificar su
decisión de interpretar la obra con dudosos argumentos como el siguiente:
"Entrar en estos poemas da a una mujer la oportunidad de explorar su
lado masculino". No acabamos de entender qué tiene que ver esto con
la música. No parece necesario que una soprano de su categoría necesite
acudir a justificaciones pseudo-psicoanalíticas para cantar una obra
favorita del repertorio liederístico; obra que además ha sido
interpretada por otras cantantes femeninas como Brigitte Fassbaender y
llevada al disco hasta por contratenores como Paul Eswood.
Entrando ya en el aspecto interpretativo, llama la atención cómo Barbara
Bonney sigue manteniendo esa voz cristalina, seductora, de gran pureza y
uniformidad con la que sorprendiera en sus primeros recitales a finales de
los ochenta. Ahora, su voz ha ganado en anchura y revela mayor carácter y
personalidad sin renunciar a la feminidad que siempre le ha caracterizado.
Su visión del Dichterliebe es cualquier cosa menos monocolor pues
cada breve canción cobra vida propia. Bonney siempre atenta al texto
demuestra una gran interiorización en los versos de Heine y hace uso de
todos sus recursos interpretativos para transmitir los diferentes estados
de ánimo que fluyen por la música de Schumann.
Por su parte, Antonio Pappano sigue la estela de otros grandes directores
como Walter, Furtwängler, Bernstein, Solti o Sawallisch que también han
acompañado lied al piano. Sin embargo, su aportación se mantiene sólo
en el nivel de lo correcto. En general, encontramos a Pappano algo tímido,
en un excesivo segundo plano y sin dar al piano el protagonismo que
Schumann le confiere. Quizás otro pianista habría dado a la lectura de
Bonney otra dimensión.
Evidentemente esta versión no desbancará a ninguna otra de las de
referencia pero sí servirá para escuchar la obra bajo otra perspectiva
lo cual es siempre de agradecer.
La primera parte del recital (que ocupa la mayor parte del disco) está
dedicada a canciones de Liszt y no debemos restarle valor por la
popularidad de la obra de Schumann ya que Bonney hace un Liszt fascinante,
lleno de colores y matices y alejado de la monotonía de otras versiones.
Con un total de doce canciones en francés y alemán, la soprano nos
propone un delicioso viaje por algunas de las canciones más conocidas de
Liszt reivindicando con ello su puesto entre los grandes compositores del
género. A destacar Oh! quand je dors que se da en su primera versión
-en traducción al alemán O komm in Traum- y en su segunda versión,
en francés. Es revelador poder apreciar una misma canción interpretada
en dos idiomas diferentes y comprender como el idioma es también lenguaje
musical y hasta un factor interpretativo más al que Bonney sabe sacar
partido.
En definitiva, disco de gran interés para los amantes del lied cuyo único
lunar es el poco gusto de la foto de portada. Excelentes notas a cargo de
Richard Wigmore y textos en los idiomas de siempre. Recomendable.
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