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Número 30º - Julio 2.002


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LAS DOS CARAS
DE JOHN WILLIAMS 

 

Por "Don Profondo". 

 

El título de este artículo no hace referencia a una presunta esquizofrenia artística de un John Williams que mostraría personalidades diferentes en su creación fílmica y en su obra "de concierto", toda vez que ni estilística ni cualitativamente pueden apreciarse sustanciales diferencias entre la una y la otra, salvo en lo que a la naturaleza necesariamente programática de la primera se refiere y todo lo que ello implica. Más bien pretende señalar la distinción entre una faceta digamos extrovertida, brillante y afirmativa, que es la que ha conocido quizá mayor difusión popular, y otra introvertida, más emocionalmente compleja, que no suele asociarse en la misma medida al espíritu de su creación artística.

De estas dos vertientes del que quizá sea hoy por hoy el mejor compositor especializado en música de cine vivo y en activo junto con Jerry Goldsmith, dan buena cuenta estos dos discos que incluyen obras no destinadas a la gran pantalla. El primero de ellos, que salió al mercado hace ya unos cuantos meses, se titula Call of the Champions, y en él se incluye un batiburrillo de composiciones "de circunstancias", desde el tema oficial de los Juegos Olímpicos de Invierno 2002 (Salt Lake) que da título al cedé, hasta la música de un espectáculo multimedia que se ofreció en Washington para conmemorar el nuevo milenio, pasando por una sintonía para el noticiario de la NBC, una página para una celebración nupcial en la familia real japonesa (!) y diferentes obras de concierto.

En él nos encontramos con el Williams extrovertido y brillante del que hablábamos más arriba, que nos ofrece una música irreprochablemente escrita, llena de colorido y brillantez, de un marcado carácter épico y positivo en general, y de transparente y un punto melancólico lirismo cuando las circunstancias lo requieren. Es decir, típica y tópicamente norteamericana. Esto no es problema alguno, claro está. Lo que ocurre es que en las páginas aquí grabadas el compositor no se muestra especialmente inspirado, con lo cual la escucha, si se realiza del tirón, termina resultando un tanto monótona y aburrida. Dosificándola sí que resulta un cedé entretenido y agradable.

En el segundo disco que presentamos, Yo-Yo Ma plays John Williams, el compositor no pierde en absoluto su personalidad, pero nos muestra ese otro rostro introvertido, reflexivo e incluso un tanto sombrío e inquietante. ¿Más personal? No necesariamente: su música está en todo momento caracterizada por un desprejuiciado -y provechoso- eclecticismo. ¿Más interesante? Quizá, al menos para quienes busquen en la música algo más que pasar un rato entretenido.

De hecho, sorprende por su dramatismo el plato fuerte del programa. Nos referimos al Concierto para violonchelo, escrito en 1994 a instancias de la Sinfónica de Boston; una página de media hora de duración, distribuida en cuatro movimientos, que resulta bastante más inspirada en lo melódico, tímbrico y rítmico que su ya antiguo Concierto para violín (recientemente grabado para D.G. por Gil Shaham bajo la dirección del autor, dicho sea de paso). Por lo demás, su brillante escritura anticipa ciertas fórmulas -de aires "minimalistas", si se quiere- a las que más recientemente ha vuelto a acudir el autor en una de sus obras maestras fílmicas, A. I

La Elegía para violonchelo y orquesta, compuesta para una ceremonia fúnebre, cuenta con una notable inspiración melódica. Las Tres piezas para violonchelo solo son un sincero homenaje a la comunidad afroamericana y a su tradición musical que juega con la imitación de otros instrumentos. Finalmente, en Heartwood nos reencontramos con un Williams que se inspira en esos árboles centenarios que tanto le apasionan (al igual que en otras páginas concertantes suyas como Treesong y Three Sacred Trees).

En fin, una música a veces de inspiración discreta y en otros casos de calidad, pero que en todo momento se escucha con placer. ¿Que en lugar de comprometerse con las vías vanguardistas de la composición, Williams se ancla en un indisimulado y conservadurismo? Sinceramente, no creo que a estas alturas de la postmodernidad esto deba importar demasiado.

Las interpretaciones son magníficas en ambos compactos. No en vano el compositor de Star Wars es director de orquesta profesional, y aunque puede resultar un tanto soso en el repertorio tradicional, interpretándose a sí mismo no se le puede poner ningún reparo. Además, jamás cae en el efectismo barato de otras reputadas batutas norteamericanas, y menos aún en dulzonerías. Espléndida la Recording Arts Orchestra of Los Angeles -intérprete del noventa por ciento de las obras incluidas en estos discos-, que seguramente integra a muchos miembros de la Filarmónica de su ciudad.

De Yo-Yo Ma, baste decir que realiza una labor que supera a la propia calidad de la música y la hace parecer mejor de lo que realmente es: tales son su virtuosismo técnico (su chelo alcanza una flexibilidad capaz de plegarse a los más variados repertorios y a las más exigentes demandas) y su absolutamente portentosa musicalidad. No le faltaba razón a Daniel Barenboim cuando afirmaba que es el mejor violonchelista del mundo.

En resumidas cuentas: el disco "olímpico" queda reservado para sus fans, que somos muchos, mientras que el de Yo-Yo Ma puede ser interesante para cualquier melómano inquieto y sin prejuicios. La toma de sonido de este último resulta especialmente admirable. Terminamos destacando las completísimas páginas web de estos discos, con todo tipo de información y material multimedia. Abajo incluimos los enlaces, por si desea usted echar un vistazo.

http://www.americanjourneymusic.com/ (Call of The Champions)

http://sonyclassical.com/music/89670/ (Yo-Yo Ma plays John Williams)

 

JOHN WILLIAMS: Call of the Champions, American Journey, Song for World Peace, Jubilee 350, The Mission Theme, For New York, Sound the Bells!, Hym to New England, Celebrate Discovery.
The Mormon Tabernacle Choir.
Utha Symphony; The Boston Pops Orchestra; Recording Arts Orchestra of Los Angeles.
John Williams, director. 60'50.
Sony Classical SK 89364.

 

JOHN WILLIAMS: Concierto para violonchelo y orquesta, Elegía para violonchelo y orquesta, Tres piezas para violonchelo solo, Heartwood.
Yo-Yo Ma, violonchelo.
Recording Arts Orchestra of Los Angeles.
John Williams, director. 66'46.
Sony Classical SK 89670.