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LAS
DOS CARAS
DE JOHN WILLIAMS
Por
"Don Profondo".
El
título de este artículo no hace referencia a una presunta esquizofrenia
artística de un John Williams que mostraría personalidades diferentes en
su creación fílmica y en su obra "de concierto", toda vez que
ni estilística ni cualitativamente pueden apreciarse sustanciales
diferencias entre la una y la otra, salvo en lo que a la naturaleza
necesariamente programática de la primera se refiere y todo lo que ello
implica. Más bien pretende señalar la distinción entre una faceta
digamos extrovertida, brillante y afirmativa, que es la que ha conocido
quizá mayor difusión popular, y otra introvertida, más emocionalmente
compleja, que no suele asociarse en la misma medida al espíritu de su
creación artística.
De
estas dos vertientes del que quizá sea hoy por hoy el mejor compositor
especializado en música de cine vivo y en activo junto con Jerry
Goldsmith, dan buena cuenta estos dos discos que incluyen obras no
destinadas a la gran pantalla. El primero de ellos, que salió al mercado
hace ya unos cuantos meses, se titula Call of the Champions, y en
él se incluye un batiburrillo de composiciones "de
circunstancias", desde el tema oficial de los Juegos Olímpicos de
Invierno 2002 (Salt Lake) que da título al cedé, hasta la música de un
espectáculo multimedia que se ofreció en Washington para conmemorar el
nuevo milenio, pasando por una sintonía para el noticiario de la NBC, una
página para una celebración nupcial en la familia real japonesa (!) y
diferentes obras de concierto.
En
él nos encontramos con el Williams extrovertido y brillante del que hablábamos
más arriba, que nos ofrece una música irreprochablemente escrita, llena
de colorido y brillantez, de un marcado carácter épico y positivo en
general, y de transparente y un punto melancólico lirismo cuando las
circunstancias lo requieren. Es decir, típica y tópicamente
norteamericana. Esto no es problema alguno, claro está. Lo que
ocurre es que en las páginas aquí grabadas el compositor no se muestra
especialmente inspirado, con lo cual la escucha, si se realiza del tirón,
termina resultando un tanto monótona y aburrida. Dosificándola sí que
resulta un cedé entretenido y agradable.
En
el segundo disco que presentamos, Yo-Yo Ma plays John Williams,
el compositor no pierde en absoluto su personalidad, pero nos muestra ese
otro rostro introvertido, reflexivo e incluso un tanto sombrío e
inquietante. ¿Más personal? No necesariamente: su música está en
todo momento caracterizada por un desprejuiciado -y provechoso-
eclecticismo. ¿Más interesante? Quizá, al menos para quienes busquen en
la música algo más que pasar un rato entretenido.
De
hecho, sorprende por su dramatismo el plato fuerte del programa. Nos
referimos al Concierto para violonchelo, escrito en 1994 a
instancias de la Sinfónica de Boston; una página de media hora de duración,
distribuida en cuatro movimientos, que resulta bastante más inspirada en
lo melódico, tímbrico y rítmico que su ya antiguo Concierto para
violín (recientemente grabado para D.G. por Gil Shaham bajo la
dirección del autor, dicho sea de paso). Por lo demás, su brillante
escritura anticipa ciertas fórmulas -de aires "minimalistas",
si se quiere- a las que más recientemente ha vuelto a acudir el autor en
una de sus obras maestras fílmicas, A. I.
La
Elegía para violonchelo y orquesta, compuesta para
una ceremonia fúnebre, cuenta con una notable inspiración melódica. Las
Tres piezas para violonchelo solo son un sincero homenaje a la
comunidad afroamericana y a su tradición musical que juega con la imitación
de otros instrumentos. Finalmente, en Heartwood nos reencontramos
con un Williams que se inspira en esos árboles centenarios que tanto le
apasionan (al igual que en otras páginas concertantes suyas como Treesong
y Three Sacred Trees).
En
fin, una música a veces de inspiración discreta y en otros casos
de calidad, pero que en todo momento se escucha con placer. ¿Que en lugar
de comprometerse con las vías vanguardistas de la composición, Williams
se ancla en un indisimulado y conservadurismo? Sinceramente, no creo que a
estas alturas de la postmodernidad esto deba importar demasiado.
Las
interpretaciones son magníficas en ambos compactos. No en vano el
compositor de Star Wars es director de orquesta profesional, y
aunque puede resultar un tanto soso en el repertorio tradicional,
interpretándose a sí mismo no se le puede poner ningún reparo. Además,
jamás cae en el efectismo barato de otras reputadas batutas
norteamericanas, y menos aún en dulzonerías. Espléndida la Recording
Arts Orchestra of Los Angeles -intérprete del noventa por ciento de las
obras incluidas en estos discos-, que seguramente integra a muchos
miembros de la Filarmónica de su ciudad.
De Yo-Yo Ma, baste decir que
realiza una labor que supera a la propia calidad de la música y la hace
parecer mejor de lo que realmente es: tales son su virtuosismo técnico
(su chelo alcanza una flexibilidad capaz de plegarse a los más variados
repertorios y a las más exigentes demandas) y su absolutamente portentosa
musicalidad. No le faltaba razón a Daniel Barenboim cuando afirmaba que
es el mejor violonchelista del mundo.
En resumidas cuentas: el disco
"olímpico" queda reservado para sus fans, que somos muchos,
mientras que el de Yo-Yo Ma puede ser interesante para cualquier melómano
inquieto y sin prejuicios. La toma de sonido de este último resulta
especialmente admirable. Terminamos destacando las completísimas páginas
web de estos discos, con todo tipo de información y material multimedia.
Abajo incluimos los enlaces, por si desea usted echar un vistazo.
http://www.americanjourneymusic.com/
(Call of The Champions)
http://sonyclassical.com/music/89670/
(Yo-Yo Ma plays John Williams)
JOHN
WILLIAMS: Call of the
Champions, American Journey, Song for World Peace, Jubilee
350, The Mission Theme, For New York, Sound the
Bells!, Hym to New England, Celebrate Discovery.
The Mormon Tabernacle Choir.
Utha Symphony; The Boston Pops Orchestra; Recording Arts Orchestra of Los
Angeles.
John Williams, director. 60'50.
Sony Classical SK 89364.
JOHN
WILLIAMS: Concierto para violonchelo y orquesta, Elegía
para violonchelo y orquesta, Tres piezas para violonchelo solo,
Heartwood.
Yo-Yo Ma, violonchelo.
Recording Arts Orchestra of Los Angeles.
John Williams, director. 66'46.
Sony Classical SK 89670.
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