TEATRO
DE LA MAESTRANZA:
SUMA Y SIGUE... EN SUS TRECE
Por
Fernando López
Vargas-Machuca. Lee su curriculum
No
vamos a desglosar con detalle la programación que la próxima temporada
ofrece el sevillano Teatro de la Maestranza: el
lector no tiene más que hacer click aquí
para desplazarse a su web oficial, donde se ofrece toda la información
hasta ahora disponible. Lo que nos corresponde es realizar una valoración
de la misma dentro del contexto de su aún corta trayectoria y de su
proyección en una ciudad de rica tradición artística, pero que aún
evidencia grandes carencias en materia musical.
Por
lo pronto, puede hablarse de una clara consolidación de la labor
realizada por José Luis Castro y su equipo (encabezado por el director de
producción, Giuseppe Cuccia). El rumbo tomado desde hace cuatro o cinco
temporadas ha encontrado, con sus grandes aciertos y evidentes errores,
una buena respuesta por parte de la crítica y del aficionado, al menos en
lo que a ópera se refiere. No hay más que ver las largas colas que se
siguen formando cuando salen a la venta los abonos, o leer las reseñas
locales y nacionales de los espectáculos líricos, para reparar en la
gran aceptación de su trabajo.
Los
títulos siguen siendo pocos: el presupuesto manda. Por contra, la calidad
ha ido progresivamente en aumento. Como puede deducirse de lo que
escribimos en Filomúsica en la anterior temporada, de cinco títulos
operísticos sólo uno nos pareció fallido, siendo el resto excelente. La
que ahora comienza se presenta incluso mejor, destacando la presencia de
cantantes de categoría internacional como Robert Hale y Paul Elming (Walkyria),
Daniela Dessí y Fabio Armiliato (Manon Lescaut), o nuestros Carlos
Álvarez (Otello) y Carlos Chausson (Don Pasquale). Entre
las batutas destaca la del gran veterano Bruno Bartoletti. Gran acierto,
también, ofrecer Diálogos de Carmelitas de Poulenc como ese
quinto título del año a consolidar.
Asimismo
se ha corregido la antigua tendencia a dejar de lado a los cantantes españoles;
incluso hay más de una voz importante entre los papeles secundarios. Y
excelente la idea de continuar ofreciendo títulos "de cámara"
con aforo reducido, algo que se echa mucho de menos en la mayoría de los
grandes teatros españoles; concretamente, esta temporada oiremos obras de
Holst, Walton, Massenet, Mussorgsky y Rimsky-Korsakov. El espacio siempre
reservado a la zarzuela lo ocupa este año Marina, producción en
la que despierta interés el protagonismo de Ruth Rosique, una soprano en
alza que ya en otras ocasiones ha mostrado por aquí sus grandes dotes.
¿Qué
falta? Pues ópera barroca y contemporánea, que aún no se han asomado a
la sala grande del Maestranza (nada de Monteverdi, Haendel, Berg o Janácek,
sin ir más lejos). También sería de desear ofrecer alguna producción
propia. En ambos casos, como ha señalado el propio Castro, el principal
problema es el presupuestario. De acuerdo. Pero no se nos negará que, en
lo que al repertorio se refiere, tan feroz conservadurismo no sólo no es
nada positivo para la creación de un público culto y exigente, sino que
apuesta por la ópera concebida como lugar de encuentro social. Esto no
lleva a ninguna parte. Lo hemos repetido muchas veces, pero siguen en sus
trece.
Otra
ausencia, y no menor, es la del repertorio liederístico. El escaso éxito
de taquilla de primeras figuras hace pocos años ha motivado que tan
importante género quede reservado para la sala pequeña. Cierto es que
este año contaremos con una voz importante como es la
de Eva Urbanová, pero en un coliseo que aspira a convertirse en
referente, semejante restricción no dice nada bueno. Habrá que recordar,
una vez más, que un teatro pagado con dinero público ha de crear afición,
no limitarse a satisfacer la demanda ya creada.
El
resto de la programación mantiene un buen nivel, aunque de nuevo aparecen
evidentes desequilibrios. Prescindiendo por completo de la música de cámara,
ahora que la Fundación el Monte viene ofreciendo excelentes propuestas
en su Sala Joaquín Turina, el Maestranza trae a pianistas de fuste como
Lortie, Sokolov o Thibaudet, o a figuras tan inclasificables como José
Mercé, Ute Lemper o las hermanas Labeque, estas últimas con un peculiar
programa que incluye percusión e instrumentos electrónicos. La danza
reduce un tanto su presencia. Los Encuentros de Música de Cine (que
organiza la Diputación Provincial) continúan con sus tristes problemas
presupuestarios, pero se agradece el homenaje a Georges Delerue. Lo menos
bueno sigue siendo el ciclo de "grandes orquestas" que patrocina
el diario El Mundo, cuyas muy costosas entradas no se corresponden
con el nivel de calidad ofrecido; para esta temporada sólo podemos
destacar la presencia de Leonskaja y Kitayenko.
Total,
una programación de gran altura, muy meritoria para el presupuesto
manejado, que suma y sigue con respecto a temporadas anteriores. Eso sí,
aún se tienen que corregir determinados desequilibrios y atender más a
la difusión de la cultura que al -sin duda importante- éxito de
taquilla. Para ello hace falta encontrar nuevos patrocinadores, pero también
voluntad para cambiar. Castro promete un paso adelante en este sentido
para el año que viene. A ver si es verdad.
Web
del teatro:
http://www.maestranza.com/