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IMPORTANCIA DEL PEDAL EN LA
INTERPRETACIÓN PIANÍSTICA
Po Vamos a comenzar analizando cuál es el mecanismo de funcionamiento del pedal derecho. Las teclas del piano tienen cada una su apagador, una pequeña almohadilla de fieltro que está en contacto con la cuerda o cuerdas que emiten dicho sonido impidiéndoles vibrar. Si bajamos una tecla, el apagador deja en libertad dicha/s cuerda/s de modo que puedan vibrar libremente al ser golpeadas por el macillo. Si dejamos de oprimir la tecla, con objeto de evitar las resonancias, el apagador vuelve a caer sobre la/s cuerda/s extinguiéndose el sonido. Pues bien, el mecanismo del pedal derecho consiste en que, cuando se acciona éste, los apagadores de todas las cuerdas se levantan mediante palancas y vuelven a caer nuevamente sobre las cuerdas sólo cuando el pianista levanta el pie. ¿Y qué se consigue con ello? Cuando tocamos una nota con el pedal derecho hundido, conseguimos básicamente dos efectos: 1. El sonido de ésta se verá incrementado por los armónicos de las demás cuerdas que vibran por “simpatía”. No hemos de olvidar que al vibrar un cuerpo, se comunican las vibraciones a los cuerpos cercanos que dan no sólo el mismo sonido fundamental sino también los sonidos armónicos naturales del sonido producido por el primer cuerpo. Por ello se produce un enriquecimiento del timbre y de la calidad del sonido. 2. Seguirá sonando sin necesidad de tener la tecla hundida mientras sigan vibrando las cuerdas. Esto nos permite mantener las notas que en muchos casos y por razón de escritura nos vemos obligados a abandonar antes de su valor real , así como conectar y fundir simultáneamente notas que hemos producido una tras otra, con objeto de conseguir efectos de sonido. Partiendo de estos efectos producidos por el pedal, el uso inteligente del mismo nos va a permitir disponer de una herramienta muy útil e interesante en muchos momentos. Pero hay que tener cuidado, aunque su funcionamiento mecánico es simple, su correcta aplicación requiere sobre todo oído, conocimientos musicales y estilísticos, sensibilidad e intuición, pues de lo contrario se puede pasar de realzar a malograr la interpretación. El empleo del pedal es muy útil en el “legato” de acordes y melodías gracias a la posibilidad de mantener ciertas notas sonando sin necesidad de tener la tecla hundida mientras pasamos a otra posición distante en el teclado. Este uso es de los más conocidos. Asimismo la posibilidad de prolongar la duración del sonido sin tener pulsada la tecla nos abre varias posibilidades: 1. En pasajes de acordes seguidos, relajar los músculos entra cada uno de ellos, disminuyendo la fatiga y tensión muscular. 2. Al aumentar el intervalo de tiempo para atacar la siguiente nota o acorde, ello nos permite poder emplear un tipo de ataque más apropiado: más vigoroso, más profundo, más ligero, etc. 3. En caso de saltos por el teclado, aumentar el tiempo de preparación para colocar la mano, con la consiguiente facilitación del pasaje. 4. Ampliar el espectro sonoro cuando la escritura es muy abierta, con la posibilidad de mantener notas sonando de diferentes registros del piano, consiguiendo un efecto orquestal. Gracias al pedal puede parecer que estamos tocando con tres manos (recordemos a Thalberg). El pedal derecho nos va a servir de gran utilidad para la obtención de cúmulos de sonido, no sólo por la prolongación de los sonidos que toquemos mientras esté pulsado el pedal sino también por la ganancia que además se produce en armónicos. Ello nos va permitir obtener un gran enriquecimiento sonoro, armónico y tímbrico en gran cantidad de pasajes, ya sean progresiones arpegiadas, por grados conjuntos, trinos en que podemos conseguir la fusión de las dos notas, etc. Precisamente una de las razones que justifican en mayor medida el empleo del pedal es el hecho de enriquecer la calidad del sonido y poder colorearlo. También es interesante artísticamente como elemento de contraste para destacar diferencias de sonoridad entre notas pedalizadas y no pedalizadas. Como ya hemos dicho anteriormente los pasajes pedalizados adquieren un timbre especial por la riqueza en armónicos, mientras los otros no. El pedal puede ayudar también a contrarrestar en parte una de las limitaciones del piano frente a otros instrumentos, como es su sonoridad breve y seca. Nos ayuda a cantar. En la música de Bach un uso inteligente del pedal, con poca profundidad de recorrido y cambios frecuentes, nos puede ayudar a aproximar la sonoridad del piano a la del clave, cargada de armónicos a diferencia de la del piano. En ocasiones los compositores pretenden conseguir efectos especiales, como sonido difuminado, borroso, etéreo, ensoñado, fantástico, descriptivo (imitando el agua, las olas del mar, el viento, campanas, pájaros, tormentas, susurro de árboles, etc.) para lo cual, el pedal de resonancia es de gran ayuda. Asimismo es un recurso muy utilizado en música contemporánea en la búsqueda y explotación de nuevas sonoridades del piano, a veces producidas con la ayuda de diferentes objetos. Al pisar el pedal y retirarse todos los apagadores se produce el referido enriquecimiento en armónicos y ello, en consecuencia, genera un aumento de la intensidad sonora. Esto nos va a permitir potenciar determinadas notas o acordes con pedales a tiempo, es decir, hundiendo el pedal justo al tocar las notas, así como realizar acentos rítmicos. Por último, reflejar un recurso empleado por compositores desde el s. XX en música de cámara consistente en enriquecer el sonido del otro instrumento, ya sea de viento o cuerda, con los armónicos del piano, teniendo la tapa abierta al máximo y el pedal hundido. Los grandes
pianistas, compositores y pedagogos a lo largo de la historia han valorado
y admirado siempre este recurso del piano, reconociendo que es uno de los
principales problemas de la ejecución pianística. De las muchas
sentencias célebres referidas él, a la célebre de Anton Rubinstein con
que iniciábamos este artículo podemos añadir las siguientes: · “El pedal es el claro de luna que inunda el paisaje”, de Ferruccio Busoni. · “Un buen empleo del pedal constituye la mitad de la interpretación”, de Anton Rubinstein. · “El sutil pedal, del teclado es su alma”, de Caignant de Mailly. · “El pedal, la respiración del alma”, de Franz Liszt. · “No utilizar para nada el pedal es la excepción; utilizarlo de manera constante pero razonablemente, es la regla”, de Heinrich Neuhaus. · “El pedal es la tercera mano del pianista”, de Yvonne Lefébure. · “El legato es el pastel y el pedal es la crema que hay en su interior”, de Dinu Lipatti. · “El pedal permite mantener un canto, poner en valor su seducción”, de Marguerite Long. · “ No hay que poner el pedal con los pies sino con los oídos”, de Theodor Leschetizsky. · “El pedal goza de mala reputación. Ello se debe a las libertades insensibles que la gente se ha tomado con él. Dejemos, pues, que se tomen libertades significativas”, de Ferruccio Busoni. · “El pedal de cambios parciales facultará al intérprete para modelar su sonido de la misma manera que un escultor modela su arcilla”, de Maurice Dumesnil. · “El uso juicioso del pedal es un estudio de por vida”, de Frédéric Chopin. Por todo ello, desde aquí aconsejamos conocer a fondo todas las posibilidades que el pedal derecho ofrece al pianista y perseverar en su estudio y práctica. BIBLIOGRAFÍABANOWETZ, J.: El pedal pianístico, técnicas y uso. Madrid, Ed. Pirámide, 1999. CASELLA, A.: El piano. Buenos Aires, Ricordi Americana, 1936. CHIANTORE, L.: Historia de la técnica pianística. Madrid, Alianza Editorial, S.A., 2001. CORTOT, A.: Curso de interpretación. Buenos Aires, Ricordi Americana, 1934. CROFTON, I. y FRASER, D.: A capella, Diccionario de citas de la música y de los músicos. Barcelona, Ed. Robinbook, 2001. FALKENBERG, G.: Les pédales du piano. París, Ed. Heuguel, 1891. KUFFERATH, M.: Traité de la pédale ou Méthode
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