Gai comme les pinsons et mélodieux comme les rossignols.
1
Verlaine
"¡Mi pobre padre no sabía ya nada! ¡Aplaudía
como si se hubiera ejecutado la obra de otro! Mientras los bravos de la
multitud llegaban a él, reía por nada, puerilmente. Todos miraban hacia
donde estábamos; desde la sombra de un rincón, mi madre sollozaba y
nosotros llorábamos juntos al ver sus lágrimas. Él no se enteraba de
nada, estaba como sin pensamiento y sin fuerzas. Fue la hora más terrible
de mi vida". Así se expresaba André, segundo hijo de Emmanuel
Chabrier, acerca de la experiencia vivida cuando, después de muchos años
de ser ignorada en este teatro, Gwendoline llegó a la Opéra de
Paris. Era el 27 de diciembre de 1893, cinco meses después, Chabrier
moriría.
Este episodio quizá sea el más representativo de los infortunios
sufridos por el compositor francés a lo largo de su vida. Sin embargo, es
de destacar que sus biógrafos señalan un punto en común en su creación
musical: la alegría. Lucien Rebatet, en Une Histoire de la Musique,
hace un paralelo con los numerosos amigos que Chabrier tenía entre los
pintores impresionistas: "Más próximo todavía de esos pintores
que Bizet, compartía con ellos el gusto por los colores claros en una época
en la cual nos olvidamos hasta qué punto se cultivaba la tristeza: la
negrura de Zola y de todos los románticos naturalistas, los gemidos de
los simbolistas, los furores frenéticos de León Bloy, las amargas
banalidades del Théâtre Libre, los melodramas de los pintores oficiales,
la nostalgia de las canciones de Henri Duparc, la inconsolable bruma de
Ernest Chausson".
Refiriéndose a las composiciones de Chabrier, el musicólogo Martin
Cooper dice: "Esta concepción de la música como un vehículo
para el humor frívolo era de hecho una novedad. Y, en su forma, esas
miniaturas constituían una alternativa a los poemas sinfónicos y dramas
líricos de los wagneristas y a las sinfonías y cuartetos de los
franckistas".
La alegría surgía de la música de Chabrier como surge de las
composiciones más simples -aún cuando su escritura fuera de gran
sofisticación- lo que marcaba un estilo muy diverso de la seriedad
pomposa de sus contemporáneos. Camille Saint-Saëns (1835-1921) recién
en 1886 realizará esa broma musical -y también crítica aguda a la
solemnidad de la música de su tiempo- que es el Carnaval de los
animales.
En este sentido, halló un estilo propio -aún cuando se lo considere como
integrante del grupo de los "wagneristas"- ya que logró superar
las influencias germánicas en sus composiciones y crear una música que
orientó con un sello inconfundible a varios compositores que lo
sucedieron.
Intentaremos aproximarnos a su producción para la escena -operetas y óperas-
que contienen, sin lugar a dudas, las páginas más memorables de toda la
música que haya escrito; por ello mismo, resulta inexplicable una
indiferencia tan marcada hacia éstas durante tantos años.
Formación y primeras influencias
Emmanuel Chabrier nació el 18 de enero de 1841 en Ambert, Puy de Dôme,
centro de la región de Auvernia. Una zona de la que él decía que "no
ha producido más que brutos o gente ingeniosa..." y agregaba: "¡yo
hice mi elección!". Hijo de una familia burguesa, su padre era
el abogado Jean Chabrier y su madre, Marie-Anne Eveline Durozay, una
aficionada a las artes y la música, de la que el niño asimiló
tempranamente el gusto por éstas. A la edad de seis años comenzó sus
estudios de música con Manuel Zaporta, un español, refugiado carlista,
que se había instalado en Ambert. Se dice de su primer maestro -profesor
y músico muy por encima del nivel de otros instalados por ese entonces en
Auvernia- que influenció en el gusto y conocimiento de Chabrier por la música
hispánica. Hay referencias de que por aquel entonces también toma
lecciones con otro músico español asentado en la región: Antonio
Pitarch y Fabra. En 1881 cuando el compositor realizó un viaje a tierra
española, tal influencia se vería plasmada en forma plena, junto a sus
nuevos souvenirs de voyage, en la rapsodia España,
compuesta al año siguiente.
Como pianista fue considerado un niño prodigio y compuso una serie de
danzas para este instrumento a la edad de ocho años, que se publicaron
casi en forma inmediata en 1849. Cuando en 1851 su familia se mudó a
Clermont-Ferrand, capital de Auvernia, continuó su formación musical con
el violinista polaco Tarnowsky, bajo cuyas enseñanzas compuso una serie
de danzas a la manera checa o polaca.
Luego del traslado de la familia a París en 1856, el joven Chabrier
comenzó sus estudios de Derecho y al concluirlos, en 1861, entró como
supernumerario en el Ministerio del Interior. No quiso abandonar el cargo
hasta 1880, ya que, pese al bajo salario, le proporcionaba la suficiente
autonomía económica para poder plantarse frente a un empresario o a un
editor y sostener una negativa a sus posibles caprichos o pedidos. En la Ciudad
Luz continuó sus estudios de piano con Edouard Wolff, de violín con
Richard Hammer y de composición con T. E. Senet y Aristide Higuard.
Música para la escena: Intentos y fracasos
Chabrier era un hombre con grandes inquietudes por la poesía y la
pintura. Su círculo de amigos comienzó a enriquecerse con numerosos
personajes de las artes que se encontraban compartiendo la vida cultural
del París de aquellos años: Jean Richepin, José María de Heredia,
Catule Mèndes, Villiers de l'Isle-Adam y Edouard Manet, entre otros. En
el salón del editor Lemerre, punto de encuentro donde hizo amistad con
los poetas parnasianos y simbolistas y con los pintores de la naciente
escuela impresionista, fue presentado en 1864 al poeta Paul Verlaine
(1844-1896), considerado como el maestro de la escuela Simbolista
2 . Ambos trabaron amistad y
acordaron colaborar en la realización de una ópera bufa: Vacouchard
et Fils Ier. La misma quedará inconclusa, pero en los números que
Chabrier musicalizó ya se advierte lo que será su estilo cómico maduro:
originalidad sin precedentes, tratamiento de la música ligera con gran
complejidad de escritura y amplio colorido musical con sugerencias temáticas
del tipo de las que Verdi introducirá en su Falstaff.
El libreto de Verlaine es sumamente cáustico contra la burguesía y su
supuesta actitud vital "seria", mientras que el músico aporta
un nuevo estilo de abordar el género: una elaboración cuidadosa como en
la mejor de las obras serias. Años más tarde el poeta recordará
emotivamente su colaboración con el compositor, en un soneto en el que
dice: "Chabrier, un querido amigo y yo, escribíamos palabras
para vos, que le dabais las alas".
En 1873 se casa con Marie Alice Dejean, con quien comienza una vida de
hombre de familia sin ninguna aventura ni contratiempo marital, hasta el
comienzo de la triste enfermedad -una parálisis general progresiva- que
lo llevará a la muerte. Tiene con ella dos hijos a los cuales se dedicará
como el mejor de los padres. "No vivo más que para ustedes y por
ustedes", dirá a su mujer en una carta, inquieto por el futuro
de sus hijos, ante los primeros síntomas de su mal.
Por aquellos años, Chabrier encuentra un tema para la composición de una
nueva opereta, en la parade chinoise en un acto, Fisch-Ton-Khan
ou L'Orphelin de Tartarie de Thomas M. F. Sauvage y Jules H. G. de
Lurieu 3
, y le propone a Verlaine una segunda colaboración. De esta opereta se
sabe muy poco y se conservan sólo algunos fragmentos que -como veremos-
su autor reutilizó en otras obras. Se estrenó el 29 de marzo de 1873 en
el Cercle de L'Union Artistique, pero pasó sin pena ni gloria. Durante
los años subsiguientes, varios proyectos se ven frustrados: Una ópera
seria, Jean Hunyade (1867) y las comedias Le Sabbat
(1877) y Les Muscadins (1880).
Durante la Segunda Exposición Universal de París -inaugurada por Napoleón
III y que tuviera lugar entre abril y noviembre de 1867- Chabrier tuvo la
oportunidad de escuchar música gitana, experiencia que lo dejó
fascinado. Halló un tema para una ópera seria en un episodio de la
historia húngara: las andanzas de János Hunyadi (c. 1407/9-1456), un
noble de una familia venida a menos, que se hizo mercenario, organizó su
ejército propio, luchó contra el imperio otomano y, en una meteórica
carrera, se convirtió en uno de los principales terratenientes de su país,
siendo coronado su hijo Matías Corvinus como rey de Hungría y Bohemia.
El argumento podría dar suficiente material para producir muchas melodías
con reminiscencias de la música bohemia. Este tema tampoco pasó
inadvertido a Vincent D'Indy (1851-1931), quien, años después, se inspiró
en él para componer la sinfonía Jean Hunyade (1874). El libreto
le fue encargado al periodista, publicista y dramaturgo Henri Fouquier
(1838-1901), sin embargo no prosperó y Chabrier decidió abandonarlo.
Con la comedia Les Mouscadins sucedió algo distinto. El
compositor se hallaba vivamente interesado en completar la obra, pero, el
libretista Jules Claretie 4
(1840-1913) no respondió a sus reiterados pedidos para que le entregase
el texto definitivo. Se dice que recíbia del escritor excusas
descabelladas para justificarse en no cumplir con lo acordado, hecho que
afectaba al músico por la notoria dedicación que tenía hacia su
trabajo. Finalmente en 1883 renuncia -con mucho pesar- al proyecto.
Éxitos amargos
En 1875 le son presentados por el pintor Gaston Hirsch, los libretistas
Albert Vanloo y Eugène Leterrier 5.
Vanloo dirá años más tarde en su autobiografía Sur le Plateau:
Souvenirs d'un Librettiste (1917) que se impresionaron muy gratamente
con este típico joven auvergnat, regordete, fornido "de
una alegre naturalidad que se captaba a simple vista".
Acordaron la provisión del libreto que Chabrier tenía idea de
musicalizar, basados en "algunas ideas que nos hizo escuchar
compuestas un poco al azar, sobre versos que había podido procurarse de
aquí y de allá" -nos dice Vanloo. En particular los
conmovieron el texto y la música de la romanza "Ô petite étoile"
y el coro del empalamiento, al cual hallaron muy divertido aunque un tanto
zafado en la letra 6.
Los fragmentos que Chabrier ejecutó para los libretistas eran en realidad
materiales que había elaborado en su momento con Paul Verlaine, para Vacouchard
et Fils Ier. y Fisch-Ton-Khan. Este encuentro va a dar
comienzo al primer gran éxito del compositor para la escena: la opereta L'Étoile
(La Estrella) estrenada el 28 de noviembre de 1877 en el Théâtre des
Bouffes-Parisiens. Un triunfo, como veremos, finalmente con sabor amargo
para Chabrier.
L'Étoile se ambienta en un Oriente de fantasía, en un país en
el que para festejar el cumpleaños del rey Ouf I se regala al pueblo el
espectáculo de una ejecución. En el primer acto, el rey sale de incógnito
a la calle a buscar a la víctima para ese año, haciendo preguntas
tendenciosas a los transeúntes sobre el monarca y el gobierno. No recibe
más que buenas respuestas.
Mientras tanto, el vendedor ambulante Lazuli quien ha seguido a una
comitiva por el camino a la ciudad, se ha enamorado de una desconocida.
Ella le dice que es una vendedora de artículos para dama: se trata en
realidad, de la princesa Laoula, a la cual, Hérisson de Porc-Épic, príncipe
del país vecino que viaja de incógnito, está trayendo en nombre de su
rey como prometida para Ouf I. Laoula ingnora esto, cree que sólo se
trata de un viaje de placer. Hérisson, para quitarse de encima al
vendedor, le miente que ella es su esposa. Un momento después llega Ouf
I, quien interroga a Lazuli, como lo venía haciendo con el resto de los
transeúntes. Este, todavía furioso y confundido al saber que la
desconocida está casada, contesta mal y abofetea al rey. ¡Finalmente Ouf
ha hallado al candidato ideal para la ejecución! Se identifica, al tiempo
que ordena su arresto y lo condena al suplicio de empalamiento.
Cuando se está por cumplir la condena llega Siroco, astrólogo de Ouf I,
y le dice que ha realizado el horóscopo del joven condenado y que una de
sus estrellas está íntimamente ligada al destino del propio rey; si
Lazuli muriera, él mismo moriría con un día de diferencia.
Inmediatamente, para felicidad de Laoula -quien también se ha enamorado
del vendedor- el rey detiene la ejecución y ordena que el joven sea
trasladado al palacio.
En el segundo acto, Lazuli está alojado y rodeado de cuidados en la corte
de Ouf I. Expresa su deseo de batirse a duelo con el que cree que es el
marido de Laoula. Llega el príncipe Hérisson, trayendo a la novia del
rey y ante la insistencia de Lazuli de arriesgar la vida por su amada, éste
hace arrestar al embajador para dejarle vía libre al joven con la
supuesta mujer de aquel. Finalmente el rey se da cuenta del error,
mientras tanto, Lazuli se escapa con Laoula.
En el tercer acto, Ouf I aguarda su aunciada muerte junto a su astrólogo
Siroco, ya que el jefe de policía le ha informado que hallaron pruebas de
que Lazuli ha muerto ahogado en el lago cuando huía con Laoula, quien está
a salvo. El joven vendedor, quien pudo nadar hasta la orilla, regresa
escondido al palacio a buscar a su amada, la que también lo cree muerto.
Aloès, amiga y mujer de Hérisson trata de consolar a la princesa. La
policía finalmente captura a Lazuli y el rey decide continuar con el
matrimonio con su prometida. Como el joven enamorado dice que morirá si
pierde de nuevo a Laoula, Ouf I, que no quiere comenzar de nuevo con los
problemas, se la entrega en matrimonio.
El argumento de L'Étoile, lleno de enredos y comicidad, aporta a
Chabrier un marco para el desarrollo de toda su originalidad y brillantez
de composición. Ésta, de ningún modo, es una opereta como a las que
estaban acostumbrados ni el público, ni los intérpretes de la época. Si
bien presenta a nuestros oídos melodías aparentemente simples, el
refinamiento armónico del compositor se pone en evidencia a cada momento.
Audaces disonancias, matices sutiles, citas musicales de antiguas
canciones de Auvernia y toda una serie de elementos ausentes de las
operetas de la época. Hay una gran cantidad de melodías extremadamente
sutiles, sugeridas a lo largo de la obra, que aparecen y desaparecen, que
se transforman y se funden con otras, como los colores en las paletas de
los pintores impresionistas.
El compositor Reynaldo Hahn (1874-1947) afirmó: "Nada está
dejado al azar: los detalles delicados de la ornamentación, los cambios
sin sentido, los alborotos y el desorden son registrados con un cuidado
que evidencia una conciencia implacable, un esfuerzo y un trabajo casi
sobrehumanos". Escuchar L'Étoile supone más esfuerzo
de atención que el que le deberemos dispensar a una opereta convencional.
Aunque en un comienzo detectemos melodías fáciles y pegadizas, no
podremos dejar de apreciar la riqueza de detalles que presenta en su
desarrollo. La partitura comprende una Obertura, diecinueve cuadros y dos
entreactos.
La Obertura describe la trama, con la aparición de diversos temas
reconocibles -inclusive el de la Romanza de la estrella- y perfectamente
enlazados. Chabrier, cómicamente, introduce en el comienzo una anticipación
del engaño a Ouf I, a través de la imitación por parte de las maderas
del canto del cucú, asociado por los franceses a la palabra cocu
-engañado, traicionado, cornudo. El final tiene la frescura de un vaudeville
deliciosamente elaborado.
Las dos piezas que el compositor tenía preparadas junto a Verlaine,
fueron incluídas en el primer acto, agregándosele al coro un couplet.
Los coros no constituyen un relleno en la obra, sino que asumen un
protagonismo sin precedentes para el género. Sobre todo en el segundo
acto, obsérvese la peculiar armonización de "Nous allons donc
voir la belle Princesse" y su desarrollo como si fuera una broma
musical. El coro que cierra este mismo acto ("C'est un malheur!
Un grand malheur!") comienza sombrío, lamentándose por la
supuesta muerte de Lazuli, y acaba cómicamente en regocijo general -por
el mismo motivo- con un ritmo de can-can. Esto también evidencia la
original creatividad del compositor.
Los roles protagónicos de Lazuli, Laoula y Ouf I, han sido confiados a
dos sopranos y un tenor. El primero en un papel travesti, pero con una
diferencia de escritura acentuada en el registro medio y bajo de la
primera soprano con respecto a la otra, por lo que la pareja de enamorados
resulta perfectamente reconocible uno de otro. El mismo recurso que
utilizara en su siguiente opereta, Une Éducation Manquée
(1879). Las arias de ambos protagonistas tienen un carácter absolutamente
diverso, correspondiendo cada una a un tipo de personalidad.
Lazuli tiene cinco couplets en toda la ópera, además de los dúos, tríos
y otras escenas de conjunto en las que participa. Comenzando por "Ô
petite étoile", bella pieza que, como vimos, había sido
versificada por Verlaine. El tema de la romanza aparece en reiteradas
oportunidades, representando el destino del protagonista. Otra página
destacada en el primer acto es "Je suis Lazuli!" donde
el joven enamorado se presenta a Laoula. Se trata de un rondó muy ágil,
en el que no faltan ornamentos que definen su alegre carácter. Lo mismo
sucede con el brindis que abre el segundo acto ("Vrai Dieu! J'ai
fait un rêve enchanteur"): una página llena de ternura y alegría
como quien la entona. Laoula, por su parte, también tiene cinco
participaciones como solista. Sin embargo el carácter de las mismas es más
apagado y melancólico, aún dentro de una cierta alegría. Se destaca por
estas características el couplet del segundo acto "Tout deux
assis dans le bateau", en el que la princesa cuenta cómo el
bote en el que escapaba con Lazuli se hundió en medio del lago.
Las partes del tenor como solista, son breves ariosos; sobresalen la
desopilante escena con la descripción del sillón de empalamiento ("Donnez-vous
la peine de vous asseoir") y el Dúo de la Chartreuse Verte
del tercer acto. Allí Ouf I y Siroco -su astrólogo- esperan bebiendo
licor, la muerte del monarca indicada por el horóscopo. Este dúo es una
deliciosa parodia de algunos pasajes de la ópera italiana de comienzos
del Siglo XIX, llena de gracia, en la que el bajo repite la ornamentación
del tenor, pero transitando las notas más bajas de su registro.
Claude Debussy (1862-1918) dijo que, en L'Étoile "Chabrier,
tan maravillosamente dotado por la musa cómica, realizó la difícil
proeza de escribir una música bufa que extrae su efecto cómico de sí
misma". Y no se equivocaba. Realmente la opereta tenía todos
los méritos para convertirse en una obra maestra del género. Y así lo
interpretó el público. Mas antes y después del estreno se presentarían
una serie de problemas.
Los ensayos con los cantantes resultaron auspiciosos, éstos respondieron
bien a sus papeles. Las dificultades comenzaron a partir del primer ensayo
con la Orquesta del Théâtre des Bouffes Parisienes. El libretista Vanloo
deja constancia de ello: "Los músicos, acostumbrados a los
acompañamientos simples, de uso corriente en las operetas, que nunca exigían
más de cinco o seis ensayos, se horrorizaban con las partes que
encontraban en sus atriles. ¡Nunca habían visto couplets en el que la
segunda estrofa tuviese un acompañamiento diferente de la primera!¡Y a
cada momento accidentes, matices, fluctuaciones de ritmo! ¡No estaban en
las Bouffes para ejecutar Wagner! 'Hice todo, sin embargo, lo más simple
que me fue posible' -exclamaba gimiendo y aturdido el pobre Chabrier".
Debió intervenir el Director del teatro, Comte, que era yerno de
Offenbach: "Vamos, vamos, no perdamos la cabeza. A trabajar. La
pieza tiene que salir, y garantizo que saldrá. Si en vez de seis ensayos
hacen falta doce o quince, se harán. No quiero que me vengan luego a
decir que la orquesta de las Bouffes no es capaz de tocar una partitura,
sea esta cual fuera".
El compositor tenía la costumbre, luego de concluir un número, de querer
revisarlo y modificarlo, complicándolo. Este era otro de los problemas
que se presentaban en la ejecución. La noche del estreno se aclamó a L'Étoile
y hubo mucho público en las presentaciones subsiguientes. La crítica no
fue tan benigna con los supuestos wagnerismos de la partitura y se
"acusó" a Chabrier por una música "amanerada,
retorcida, que busca cuernos en la cabeza de un caballo" a pesar
de "tener un temperamento de músico talentoso, de músico que
sabe ser encantador, cuando no trata de sorprender"
7 .
Quienes sabían verdaderamente lo que se estaba ejecutando no opinarían
así, como fue el caso del músico Henri Duparc (1848-1933). En 1908
escribe en una carta a René Martineau 8,
uno de los biógrafos de Chabrier: "Usted me dice que su reputación
data de España. Creo que eso no es totalmente justo: antes de España,
se dio en las Bouffes una pieza llamada L'Étoile [...] que tiene
páginas absolutamente exquisitas, en las cuales la rareza y la comicidad
son siempre muy musicales, y donde se revela con frecuencia al admirable músico,
colorido y lleno de afecto que escribirá Gwendoline, La
Sulamite, y Briséïs [...] Esta es una obrita que, por mi
parte, yo amo infinitamente y que, a juicio mío, designa a Chabrier como
al único capaz, de entre todos los músicos que conozco, de crear un género
bien francés de comedia, a la vez entretenida y musical".
La suerte de Chabrier concluyó cuando, a pesar de la afluencia de público,
el director de las Bouffes Parisienes, decidió retirar la obra de cartel
en la 49ª presentación. Existía una cláusula contractual por la que se
aumentarían los derechos autorales de Leterrier y Vanloo en caso de que
se llegase a la 50ª función. Desde entonces nunca más L'Étoile
volvió a escenificarse en vida de Chabrier, pese a todos los intentos de
éste. Y continuó con bastante mala suerte, ya que si bien en las
ocasiones en las que se ejecutó fue un éxito, no entró en el repertorio
de ningún teatro en el mundo.
En el Théâtre de Lyon se puso por primera vez, cuatro años después de
la muerte del músico, en 1898. Luego tuvo algunas representaciones efímeras
en Londres, Berlín y en la Opéra-Comique, al cumplirse el centenario del
nacimiento de su autor en 1941. Allí tuvo una brillante puesta en escena
y estuvo bajo la batuta de un gran conocedor de la música de Chabrier:
Roger Desormière (1898-1963). En los últimos años se ha dado en algunas
salas menores de ópera de Francia como el Grand Théâtre de Tours
(feb/2002), la Opera de Rennes (mayo/2002) o en los Estados Unidos, en la
Glimmerglass Opera de New York (ago/2001), llegando con gran éxito a la
New York City Opera (oct/nov 2002).
La
primera grabación completa que encontramos es la dirigida por Ernest
Ansermet con la Orquesta de la Radio de la Suisse Romande, grabada en
julio de 1941 y rescatada recientemente por el sello suizo Cascavelle en
su serie Mémoires.
Tiene la particularidad de que se sustituyeron los diálogos por una
narración. El reparto es encabezado por la exquisita Ninon Vallin en el
rol de Lazuli y la acompañan Lise Bratschi, Sylvane Pagani y el recordado
Hugues Cuenod. El sonido es un tanto deficiente, pero se puede apreciar a
los cantantes. Si bien existen otras grabaciones dispersas de esta obra
-como una registrada en una versión de concierto de 1981, dirigida por
Jacques Mercier- la que podemos tomar como referencia es la grabación del
sello EMI. Esta se hizo en base a la puesta de la Opéra de Lyon en 1984.
Dirigida por John Eliot Gardiner, reúne a un grupo de buenos cantantes
como Colette Alliot-Lugaz, Ghyslaine Raphanel, Georges Gautier, Gabriel
Bacquier y François Le Roux, en los roles principales.
De nuevo a la opereta
La siguiente obra para escena en la que Chabrier trabajó fue la opereta Une
Education Manquée (Una Educación Fracasada) a fines de 1878. También
contó con la colaboración de Leterrier y Vanloo en el libreto. La
historia es mucho más simple e ingenua que la anterior y un poco -pero sólo
eso- más sencilla desde el punto de vista de su escritura musical.
Dos jóvenes primos que se han casado -Hélène de la Cerisaie y Gontran
de Boismassif- luego de la ceremonia y fiesta de bodas, llegan a su hogar;
una vez solos, no saben cómo comportarse para consumar el matrimonio. El
preceptor del joven, Pausanias -quien lo ha preparado en cuanta ciencia
estimó que precisaría- es llamado en secreto. Gontran le recrimina que
su educación no está completa, ya que le falta lo necesario para ser un
verdadero esposo, a lo que aquel le responde que tampoco tiene
conocimiento sobre estas materias y debe hacer algunas consultas.
Hélène, muerta de miedo por los truenos de un furioso temporal, deja su
habitación y busca refugio en brazos de su esposo. Éste, por la
proximidad de ella, descubre lo que los libros y la instrucción no le
enseñaron. Cuando Pausanias regresa le dice que ya no necesita de él, ¡su
educación ha terminado! Si contado así nos puede provocar una sonrisa irónica,
hagamos un análisis de la obra para ver qué fue capaz de hacer Chabrier
con tan pobres elementos argumentales.
Francis Poulenc 9(1899-1963)
entre otros compositores, tales como Stravinsky o Milhaud, destaca su
admiración por esta operita en su biografía del compositor : "...el
genio de Chabrier barre literalmente con este libreto del más puro estilo
'caja de bombones Luis XV'. No hay una página de este acto que no esté
firmada por la mano de un maestro. La orquestación, muy reducida, suena
deliciosamente".
En rigor de verdad, si tomamos otras obras de igual carácter de la época,
Une Éducation Manquée se halla muy por encima de ellas.
Desarrollada como opereta en un acto, en la que se alternan diálogos con
escenas musicales, adquiere el carácter de una pequeña opéra-buffe,
en el desarrollo de sus melodías.
La obra consta de una obertura (Pastorale) seis números y un Finale. La
parte de la pareja de recién casados está confiada a dos sopranos; al
ser Gontran un adolescente, Chabrier continúa con la tradición del rôle
travesti, como en el Cherubino de Las Bodas de Fígaro, el
Romeo de I Capuletti e i Montecchi, o el Pippo de La Gazza
Ladra, por citar algunos. La escritura de cada una de las partes de
las sopranos -al igual que lo hiciera en L'Étoile- están
perfectamente diferenciadas, sin caer en la monotonía tímbrica. El
Pausanias es un bajo bufo.
El inicio es una brillante introducción orquestal escrita con
reminiscencias de un pasticcio barroco. El primer número cantado está a
cargo del bajo y es una canción de bebedores ("Ce vin généreux,
j'en pris d'abord un verre") dedicada al "generoso vino de
Roussillon". La pieza es de una deliciosa frescura y refleja el carácter
del personaje, que se deleita con uno de los pocos placeres mundanos que
conoce: la buena bebida. Explica cómo un vaso lleva a otro, mientras un ritenuto
en la segunda estrofa sugiere la embriaguez del preceptor.
La lectura de una carta del abuelo de Gontran, en la que se alude a las
delicias de la cámara nupcial, da lugar a un número con forma de aria,
en el que se suceden una serie de melodías con disonancias. Estas
desembocan en una lírica expresión de la desilusión del joven al ver
que la carta termina sin ninguna instrucción precisa acerca de lo que
debe hacer.
Continúan a esta, dos escenas de dúos: el primero de las sopranos,
tierno y delicado, en el que se produce una primera aproximación de los
amados que acaba en frustración. El siguiente es un dueto-bouffe
entre Gontran y Pausanias; el joven recrimina a su preceptor las faltas en
su educación, mientras éste enumera una serie de ciencias en las que lo
ha instruido. La estructura del dúo resulta bastante convencional pero
sirve para definir aún más la personalidad del preceptor, cercano a los
Bouvard y Pécouchet flaubertianos.
El couplet de Gontran "Lorsque le ciel se couvre
ainsi" es breve y lleno de expresividad, en él manifiesta la
imposibilidad de esperar hasta el día siguiente una indicación de
Pausanias. Luego de desencadenada la tormenta, llegamos al dúo final, con
el encuentro de los esposos ("Faisons-nous petits").
Este comienza como un couplet y acaba en un brillante y
vertiginoso vals, ejecutado a la manera de los que podremos encontrar con
posterioridad en Der Rosenkavalier de Richard Strauss (1864-1949)
. Con la inesperada vuelta del preceptor, tiene lugar el breve finale, que
reitera elementos del dúo anterior.
El 1º de mayo de 1879 en el Cercle de la Presse, Une Éducation Manquée
tuvo su única representación en vida del compositor, a pesar de los
esfuerzos de éste por reponerla en el teatro. Recién después de su
muerte esta obra comenzó a ser redescubierta, aunque siempre en el ámbito
francés. Ravel, que asistió a la reposición de 1913 en el Théâtre des
Arts, declaró que "había más música de verdad dentro de esa
pequeña obra que la que aparece en muchos dramas líricos".
Volvió a subir a escena en 1924 en el Théâtre des Champs Elysées, en
un espectáculo organizado por Serguei Diaghilev (1872-1929), donde los diálogos
fueron transformados en recitativos por el compositor Darius Milhaud
(1892-1974). Desde entonces raramente se ha representado hasta que en los
últimos años ha vuelto a algunos escenarios como la Opéra National du
Rhin (1999) y en el Festival de Les Azuriales, en Niza (2001).
A pesar de existir varias copias piratas de diversas funciones la primera
grabación de la obra data de 1953, dirigida por Charles Bruck para el
sello Chant du Monde. Luego encontramos una grabación de
"referencia" de 1965, con Liliane Berton, Jane Berbié y
Jean-Christophe Benoit bajo la batuta de Jean-Claude Hartemann, que el
sello Emi reeditara en 1994 dentro de su serie L'Esprit Français. En ese
mismo año, Roger Delage -profundo estudioso de la vida y música de
Chabrier, lamentablemente fallecido el año pasado- grabó para el sello
Arion una nueva integral de esta obra junto con los fragmentos existentes
de Vacouchard et Fils Ier. y Fisch-Ton-Khan.
En el próximo número la segunda y última parte: En la senda
de Wagner, pero con estilo propio. De regreso a la ópera cómica. Los últimos
intentos por terminar una ópera. Elogios tardíos a un compositor
olvidado. Bibliografía.
1 Alegre como los pinzones y melodioso
como los ruiseñores.[Volver]
2 Resulta muy extensa la lista de
compositores quienes, en vida de Verlaine -y otros muchos en forma póstuma-
tomaron sus poesías para convertirlas en mélodies; baste
recordar a algunos de sus contemporáneos tales como Hahn, Fauré,
Debussy, Duparc, Vierne, Massenet o Chausson, entre otros.[Volver]
3 Thomas Marie François Sauvage y
Jules-Hoseph Gabriel de Lurieu fueron, además de conocidos autores de
piezas teatrales ligeras -vaudevilles- de su época, libretistas
de varias óperas de Adolphe Adam (1803-1856). El primero en Le Tóreador
ou L'Accord Parfait (1849) y el segundo en Trois Jours en une
Heure y Josephine ou Le Retour de Wagram (1830) y Le
Grand Prix ou Le Voyage à Frais Communs (1831).[Volver]
4 Claretie, periodista, crítico literario,
historiador, escritor y dramaturgo, colaboró con Jules Massenet en el
libreto de La Navarraise (1894), basado en una pieza propia: La
Cigarette (1890).[Volver]
5 Leterrier y Vanloo fueron libretistas
conocidos en su época. Sobre todo el segundo, colaboró con numerosos músicos
en la creación de óperas y operetas, por ejemplo: con André Messager en
Les P'tites Michu (1897) Véronique (1898) y Le
Bernaise (1885). Con Louis Varney (1844-1908) en La Fée aux Chèvres
(1890). Con Jacques Offenbach (1819-1880) en Le voyage dans la Lune
(1875) y Mam'zelle Moucheron (1880).[Volver]
6 La letra decía: "¡Le pal! ¡Le
pal!/ Est de tous les supplices/ Le principal/ Et le plus fécond en délices",
("El palo/ es de todos los suplicios/ el principal/ y el más
abundante en delicias") esta última frase luego fue reemplazada por "Et
le moins rempli de délices" ("Y el menos lleno de
delicias").[Volver]
7 Tal el comentario del crítico Pierre Véron
en el periódico Charivari.[Volver]
8 Su biografía aparece en 1910: Emmanuel
Chabrier. París, ed. Dorbon.[Volver]
9 Francis Poulenc: Emmanuel Chabrier.
Ed. La Palatine. Paris, 1961.[Volver]