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La
niña y el veterano Sinfonía
núm. 9 en mi menor, op. 95 y
Concierto para violonchelo y orquesta en si menor, op. 104 de
Antonin Dvořak. Orquesta Filarmónica “Arturo Toscanini”.
Director: Andreas Weiser. Solista: Mstislav Rostropovich. Juventudes
Musicales de Madrid. Auditorio Nacional, 25 de octubre. En este concierto, que abrió
la temporada de Juventudes Musicales en Madrid, se han dado cita una
orquesta recién creada, una niña como quien dice, y un veterano del
violonchelo. Mstislav Rostropovich es un músico excepcional y además un
personaje con un gran carisma. El intérprete se movió como pez en el
agua en su recorrido a través del Concierto
para violonchelo y orquesta en si menor, op. 104 de
Dvořak, disfrutando y haciendo disfrutar al público nota a nota, no
solo desde su parte, sino también en los momentos orquestales en los que
su instrumento calla: incluso sus silencios emanan una especial
intensidad. A pesar de su virtuosismo, de su acentuada personalidad y de
su propia luz, Rostropovich se integró plenamente con los demás músicos
a quienes demostró una gran atención y respeto. La Orquesta Filarmónica
“Arturo Toscanini” estuvo soberbia: es una recién nacida, con sede en
Parma, que ha hecho su presentación este año. Ofreció una ejecución
conjuntada con una precisión que no decayó en ningún momento y que
estuvo pareja a su espectacular fuerza y seguridad. Todos los arcos se
desplazaron con la sincronía de un ballet. El maestro Andreas Weiser
dirigió de forma sobresaliente, con una depurada técnica al servicio de
la partitura. Su exposición de Dvořak fue extraordinariamente clara
en los ritmos, armonías y estructuras, enfatizando con severidad los
bajos que sostienen el edificio orquestal y permitiéndose como único
amaneramiento una exquisita atención a las resonancias finales. Este
gesto dejó un excelente sabor al final de cada movimiento. Por el
contrario, Rostropovich propuso una aproximación más lírica y romántica,
generando un antagonismo cordial y sin rupturas. El sonido de su
violonchelo es humano y cálido. Se proyecta con arrebatadora eficacia en
toda la gama dinámica. Cada nota estuvo llena de emoción, dentro de un
fraseo redondo, siempre equilibrado y con un despliegue de la justa energía
necesaria. La Orquesta Filarmónica “Arturo Toscanini” ofreció como
primera parte de la velada la Sinfonía núm. 9 en mi menor
“del Nuevo Mundo”, op. 95 de Dvořak en una versión nítida
y deslumbrante: se distinguió un timbre sobrio pero potente; hizo un uso
contenido y afortunado del vibrato; la cuerda estuvo en perfecta afinación;
en los vientos destacaron las intervenciones solistas sobre el trabajo de
las secciones. El maestro Weiser condujo a la orquesta por una ruta
alejada de sentimentalismos y artificiosidad, huyendo del de los gestos
melifluos, para enfatizar los trazos rectores de una obra contundente en
su concepción y factura. La versión fue rigurosa y musical. Los oyentes,
que acudieron atraídos por la celebridad del solista, salieron gratamente
sorprendidos por la calidad de esta joven orquesta que ya podemos
considerar situada entre las mejores de Europa. Todos recogieron unas
merecidas ovaciones y Rostropovich repartió saludos y muchos besos (El 30
de octubre, Rostropovich retornó al Auditorio de Madrid al frente de la
Orquesta de Lituania y con Maxim Vengerov como solista).
Próximos
conciertos de Juventudes Musicales de Madrid
9 de enero
Violines de la Filarmónica de Berlín
23 de enero
Camerata Salzburg. Director: Sir Roger Norrrington.
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