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Número 35º - Diciembre 2.002


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III FESTIVAL DE CUERDA PULSADA EN LA FELGUERA

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.


Por tercer año consecutivo se celebró en La Felguera el Festival Internacional de Música de Cuerda Pulsada de Asturias, una cita que pasa prácticamente sin repercusión a pesar de congregar nombres de indudable prestigio dentro de su terreno, lo que quizá sea debido a la situación de la sede elegida, en plena cuenca minera asturiana, un sitio en el que inicialmente no se pensaría como sede de eventos musicales. El programa de los dos días que duró el Festival mezclaba obras para instrumentos de cuerda pulsada con otras para orquesta de cámara y, en ambas, obras de repertorio con piezas contemporáneas, incluso estrenos absolutos.


En cuanto al repertorio de cuerda pulsada, el día 22 pudimos escuchar en la primera parte dos obras. La primera fue Frivolité de Xavier Boliart, para guitarra y orquesta, en la que la percusión tiene quizá la parte más destacada, y que pasó sin mayor pena ni gloria a pesar de los esfuerzos del solista Miguel Ángel Sanz (que tocó con la guitarra amplificada). La segunda fue Ida y vuelta, un arreglo de danzas populares (Habanera, Chotis y Tango) para bandurria y orquesta, música muy asequible compuesta e interpretada por Araceli Yustas. En la segunda parte, Alberto Artigas nos hizo conocer el bellísimo Concierto para mandolina de Hummel, una página digna de haber sido escrita por el propio Mozart, y su interpretación estuvo a la altura de obra tan exquisita.

Al día siguiente, 23, en la primera parte el repertorio de cuerda pulsada estuvo dominada por el arpa, y escuchamos a la solista de este instrumento de la OSPA (Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias), Miriam del Río, en unas correctas lecturas de la Serenata para arpa sola del compositor romántico Elías Parish-Alvars y las Danzas sagrada y profana para arpa y orquesta de Debussy. Pero el gran atractivo estaba en la segunda parte, con el estreno mundial del Concierto para guitarra y orquesta nº 13 de Carlo Domeniconi (presente en la sala), una obra que explora todos los recursos expresivos de la guitarra durante un solo movimiento de media hora de duración y que, pese a su complejidad resultó bastante asequible para el público; mérito que en gran parte puede atribuirse al solista, Marco Socías, a quien está dedicada, y que, aparte de la proeza que supone aprenderse una obra así de memoria, hay que destacar que tocó sin amplificación, a pesar de lo cual se le pudo oír con total claridad. Todo un lujo el poder contar en La Felguera con el que es, sin duda, el guitarrista español más destacado de su generación.


Los dos días, los programas se completaron con obras puramente orquestales interpretadas por el mismo conjunto que acompañó a los solistas antes citados, que en este Festival fue la Orquesta Filarmónica de Cataluña (antes Orquesta de Cámara de l'Empordá) dirigida por Carles Coll: un conjunto, si no perfecto, sí que iba más allá de la simple rutina profesional. El primer día nos ofrecieron el Intermedio de Goyescas de Granados y el Vals Triste de Sibelius, dos conocidas páginas con inicio muy semejante, lo que quizás se quisiera hacer notar al ponerlas juntas. El comienzo de la pieza de Sibelius, totalmente "embalsamado", fue lo más flojo de la actuación de una orquesta que en general tuvo un nivel satisfactorio.

El segundo día, el concierto se abrió con la deliciosa Contradanza y Vals del adiós de Nino Rota, correspondiente a la música que escribiera para la película El Gatopardo de Visconti, y tras ella una muestra de la creación actual como es Secuencias de Ramón Barce quien, sobre el escenario, presentó al público su obra, en parte inspirada en la música árabe y que no acabó de conectar con el público.

Por razones de horarios de salida del último tren desde La Felguera, no pudimos escuchar las obras que cerraban cada uno de los programas, que eran el primer día la Sinfonía nº 92 "Oxford" de Haydn y el segundo día la Suite para cuerdas del propio Nino Rota. Con todo, la impresión que nos quedó es que mereció la pena presenciar este Festival.