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LES VISIONS DEL AMEN Por Miguel Ángel Cladera Aguiló. (Palma de Mallorca, Baleares)
“Les
visions del Amen” corresponden a un conjunto de siete piezas (para dos
pianos) que Messiaen compuso para la brillantez pianística de Ivonne
Loriod en 1943. Esta obra abarca los principales temas sobre los cuales el
compositor desarrolló la totalidad de su creación artística, a saber:
una profunda religiosidad, el carácter espiritual de la creación, la
ornitología, una profunda sensibilidad hacia la naturaleza y la fuerte
atracción que ejerció en toda su obra la figura de Jesucristo. El Amor,
como sujeto de la creación, y el deseo, potencia “activa” que busca
encontrar su impronta, se convierten en los hilos conductores de esta
experiencia estética. Principales
características de la obra. Como
el título ya sugiere, “les visions del Amen” desarrollan la temática
espiritual contenida en la voz hebrea “amen”. Si nos remitimos a su
primer campo de significación, “Amen” o literalmente “así sea”,
es la voz que se usa al final de una oración y que manifiesta un vivo
deseo para tenga efecto lo que se dice. También se puede transcribir
como: “así es” y es quizás aquí donde Messiaen encuentra más
material para su trabajo. Encontramos por lo tanto el vivo deseo de crear
y el acto mismo ya consumado. No es de extrañar que “Les visions del
Amen” empiecen con el tema “Amen de la création” y se cierre el
ciclo con “Amen de la consommation”. Las propias palabras del autor
pueden ayudar a dilucidar el concepto:” Asociando la vida de todas
las criaturas que dicen Amen, con el acto de su existencia, yo he
intentado a través de siete visiones musicales expresar la riqueza de
significado contenida en la palabra Amen”. Las criaturas que
aparecen en este escenario, donde se asocian e interactúan, tienen en común
una misma razón creadora, Dios, y en virtud a El una sola voz,
“Amen”, es decir: “Así sea”. Este sumisión y aceptación de su
propio ser, se transforma en un intenso canto coral de alabanza hacia su
creador. Messiaen, hombre, creado, pero con una intensísima sensibilidad
intenta acercarnos a la experiencia, espiritual y estética que supone
para cada una de las criaturas esta alabanza hacia Dios. “Les
visions del Amen” son un ciclo cerrado, tienen un principio y un fin: “Amen,
la palabra del Génesis que es el Apocalipsis del principio. Amen, la
palabra del Apocalipsis que es el fin de la consumación.” Sólo
al final del ciclo, cada criatura alcanzará su pleno ser, movida por el
deseo y el amor hacia su creador y motivada por la gracia hará efectiva
su consumación. Les
visions. El
primer tema de “les visions” se titula “Amen de la création”
y su duración aproximada es de 07: 18 minutos. El autor nos da una
referencia del tema con esta cita que extrae del libro del Génesis: “...Y
Dios dijo: “haya luz”, y hubo luz...” Gén. 1-3 Messiaen
posiblemente identifica “la luz”, con el principio de la creación, es
decir, algo creado y que a su vez actúa como principio creador. Es el
segundo piano el que desarrollará el tema de la creación que por
descontado será el más importante, no ya en la pieza, sino que se
extiende a toda la obra en sí. El movimiento es un “crescendo” que
evoca el misterio y la magnificencia de la “nebulosa originaria” que
contiene en su interior el poder creativo de la luz. En “crescendo”,
al igual que esta nebulosa de carácter inflacionario. Al final del
desarrollo, se pueden adivinar unas “campanas celestes” que se
estremecen con la magnitud creadora de
la luz. Estas campanas anuncian en
un completo “pianissimo”(ppp) uno
de los más importantes axiomas de la creación: “Luz, y por
consiguiente ¡vida!. El uso de pedales rítmicos en la consecución
de los ritmos no retrogradables, por parte del primer piano acompañan y
dan énfasis a la voz del segundo piano. Amen
des Ètoiles, de la planète à l’anneau. 05:46 La
cita introductoria nos la ofrece el libro de Baruk: “y los astros
brillaron en sus atalayas y se gozaron. Llamólos y dijeron: Aquí
estamos; brillaron gozosos en obsequio de su hacedor.” Baruk 3,
33-35 Por
vez primera nos introducimos en el inmenso canto de alabanza a Dios que
constituye uno de los pilares básicos de todo el repertorio. Messiaen
transforma la experiencia existencial de los astros y de los planetas, en
concreto el planeta Saturno, en toda una intensa experiencia estética
dirigida al oyente. Es un universo pleno de vida y ebullición el que nos
describe el autor; una marcha incesante hacia “el acto de ser”, un
acto de gracias por “poder ser”. Así el ritmo frenético de la
“danza de los planetas”, evocado por el segundo piano, y el arco iris
de colores expuesto en el tercer desarrollo, convierten a esta composición
y en palabras del autor en “Una brutal y salvaje danza, donde las
estrellas, los soles y Saturno se ven envueltos por una espiral multicolor
que gira alocadamente a su alrededor”. Esta
pieza consta de una introducción y de tres partes desarrolladas
independientemente; la introducción ejecutada por el primer piano, nos
ofrece un elenco de las cinco notas que forman la danza de los planetas.
Serán esta danza y sus variaciones la “materia bruta” de los
posteriores desarrollos. Unos cambios abruptos del ritmo y del registro
dotan de una diversidad
elocuente a la cinco notas introductorias y dotan de movimiento y agilidad
a la danza planetaria. El primer piano envuelve a este “éxtasis rítmico”
, valiéndose para ello Messiaen del uso de la superposición en la
polimodalidad, tan característica en su esquema compositivo.
Amen
del’agonia de Jesús. 07:53 “De nuevo por segunda vez, habiéndose apartado se
puso a orar, diciendo: Padre mío si no es que pase este cáliz sin que yo
lo beba, hágase tu voluntad”. Mateo 26, 42 Esta
composición, narra la agonía que sufrió Jesús antes de ser capturado
por sus verdugos. “Jesús sufrió y lloró”. Messiaen
explora la grandeza del sacrificio ofrecido por Jesucristo a los hombres,
en sus dos vertientes: por un lado el de la sumisión al padre y plena
aceptación de su destino, y por otra el del nacimiento de un nuevo
hombre, salvado ya, en virtud de ese sacrificio. “El acepto, quizás
ellos serán hechos” El
tema esta estructurado como una tragedia griega, con una estrofa
introductoria, una anti-estrofa y un épodo final. Messiaen debió
recurrir a un gospel basado en el evangelio de Mateo a la hora de componer
esta pieza. Estrofa:
Jesús
está solo en el monte de los olivos enfrentándose a su agonía. Tres
motivos musicales ocurren: 1º
La maldición de Dios padre hacia el pecado del mundo, encarnado en estos
momentos en la figura de su hijo. 2º
Un gran lamento o grito comunicado por una expresión rítmica agrupada (
upbeat, accent) y un momento de inflexión. 3º
Una “cuarta”, haciendo énfasis en el gemido, ya marcado por los
diferentes patrones rítmicos. Anti-estrofa:
De
una naturaleza rítmica más complicada que la estrofa, pero no antagónica
en la métrica. Incluye un ritmo bajo ejecutado con pedales rítmicos que
evocan el sonido de gongs y tams-tams. Épodo:
el
épodo retoma el tema de la creación: Jesús con su sacrificio ofrece la
gracia redentora y crea un nuevo hombre. Un largo silencio, puntuado con
severas pulsaciones, expresa el sufrimiento de aquella hora; un
sufrimiento indescriptible sugerido solo por la sangre sudada. Ejemplo
de la combinación “anacrusa-acento-desinencia” en la composición,
que otorga mayor expresividad melódica a la agonía de Jesucristo. Amen
du désir.10:54 En
esta visión musical, Messiaen expone su particular visión del deseo. “de
este modo el ángel llamó al profeta Daniel, ¡hombre de deseo!”.
El deseo plasmado en esta obra es un deseo espiritual, un deseo nacido en
nuestro interior que nos empuja hacia nuestro creador; un deseo dinámico
que a su vez transforma y nos
ofrece una imagen fidedigna de la totalidad de la realidad. Esta
pieza se estructura de la siguiente manera: el primer tema corresponde a
un movimiento lento, casi estático, donde se explora el deseo en su
vertiente más emotiva y espiritual. Este deseo expresa una profunda
ternura, crea un dolor en el alma, un acercamiento al creador. Nuestra
alma intuye a Dios y se inflama con los efluvios del paraíso.
Posiblemente Messiaen, adoptó las teorías de Bergson sobre “la intuición”,
para formalizar su idea de deseo, muy próxima a la mística en su
concepción. El segundo movimiento representa un deseo más vehemente y más
dinámico, representado por un intensísimo amor (cercano al paroxismo)
y por una “terrible” añoranza hacia nuestro creador. En el desarrollo
de la pieza los dos temas alternan consecutivamente, fundiéndose en la
coda. Es importante destacar el papel fundamental del deseo en toda la
imaginería simbólica y espiritual de las visiones. Amen
des anges, des saints, du chant des oiseaux. 07:06. “canción
de la pureza de los santos, amen. Exultante canción de los pájaros,
amen”. Como
bien indica el autor, el primer canto esta dedicado a la figura de los
santos, principales figuras, donde el deseo anteriormente citado, alcanza
su grado máximo de representación. “y cayeron sobre sus rostros
(la turbe celeste) en presencia del trono y adoraron a Dios,
diciendo Amen”. Apoc. 7, 11-12. El segundo canto es un
homenaje a los pájaros, esas criaturas dotadas de una particular voz, que
usan para adorar a Dios su creador. Messiaen dedicó gran parte de su
tiempo a la ornitología, y en especial a estudiar los cantos de las aves,
de los que se valió para crear sus propias composiciones. Para su
realización, el autor se valió del canto de algunos de los mejores pájaros
cantores, como: el mirlo común (turdus merula), la curruca capirotada
(sylvia atricapilla), etc. La primera canción es “franca y pura”; conecta
inmediatamente con la canción de los pájaros que sirve para enlazar el
primer tema con la centelleante parte de piano del final. Los temas se van
alternando y los cantos de los pájaros son estilizados e idealizados,
convergiendo en un alegre amalgama. Acto seguido aparecen unas
repeticiones con variaciones de los dos temas. La pieza finaliza con una
corta coda donde vuelve a aparecer el tema de las aves. Amen
du judgement. 02:43
“de verdad os lo digo, amen” Esta
es una composición “áspera”, donde la alternancia de tres notas
pulsadas al límite, nos recuerdan la existencia de un día
en el cual seremos juzgados por nuestras acciones o actitudes pasadas.
Tres notas que evocan la “campana de la evidencia”. “Apartaos
de mi, vosotros los malditos” Mat. 25-41 Amen
de la consommation. 07:08 Esta
pieza es la que cierra el ciclo. Las criaturas están situadas frente a su
creador en un estado de gracia y sublimidad permanente. El optimismo es la
clave imperante de esta composición, optimismo y acción de gratitud
hacia Dios. “Más la senda de los justos es cual fúlgida luz
matinal, cuyo brillo va creciendo hasta la plena radiación del día”.
Prov. 4-18. Es el segundo piano el que nos retoma el tema capital
de “les visions”, el de la creación. Así como la cita indica, la luz
identificada con la creación alcanza ya su cenit, su máximo estatus
ontológico. Un largo coral, ejecutado posteriormente, enarbola la
gratitud de “ser” hacia Dios; es una alabanza de gloria divina y
eterna para el creador. El primer piano arropa esta coral (combinando
notas muy agudas y notas muy graves) con un “carillón” de acordes y
brillantes ritmos que rememoran las piedras preciosas del Apocalipsis, de
la Jerusalén celeste; zafiros, esmeraldas, topacios, jacintos, amatistas
y sardonitas, un verdadero arco iris de piedras preciosas que colorean y
perfuman la luz de la vida. Audición recomendada
Excelente
es la versión ejecutada por Marten Bon (piano), reconocido por su
trascripción para piano a cuatro manos que realizó de “le sacre du
printemps”, autorizada por el propio Strawinsky; y Reinbert de Leeuw
(piano), conocido también por sus publicaciones de ensayos musicales. |