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BRENDEL EN ESTADO DE GRACIA Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum. Recital del pianista Alfred Brendel. Sonata en re mayor K. 311 y Sonata en fa mayor K. 533 de Wolfgang Amadeus Mozart. Sonata núm. 19 en do menor D. 958 de Franz Schubert. Cuatro baladas op. 10 de Johannes Brahms. Ciclo de Grandes Intérpretes. Auditorio Nacional de Madrid, 4 de noviembre de 2002. Das Rheingold. Música y texto de Richard Wagner. Alan Titur (Wotan); Ángel Ódena (Donner); Joan Cabero (Froh); Han-Jörg Weinschenk (Loge); Stephen Milling (Falsolt); Jyrki Korhonen (Fafner); Hartmut Welker (Alberich); Robert Wörle (Mime); Elena Zaremba (Fricka); Gwynne Geyer (Freia); Hanna Schwarz (Erda); María Rey-Joly (Woglinde); Itxaro Mentxaka (Wellgunde); Andrea Bönig (Flosshilde). Director de escena: Willy Decker. Director musical: Peter Schneider. Orquesta Sinfónica de Madrid. Teatro Real de Madrid, Alfred Brendel es un pianista veterano y legendario, conocido mundialmente por sus recitales y por sus numerosas grabaciones. En su actuación de hace dos, en el mismo Ciclo de Grandes Intérpretes que organiza Scherzo, causó una excelente impresión pero en su retorno dentro de esta misma convocatoria se ha superado, con una energía y un arrojo extraordinarios, de esos que paran la respiración e incluso las toses de los melómanos más enfermos. Sus versiones de Mozart fueron especialmente brillantes. Arrancó a tocar apenas llegar al asiento, con un garbo, una precisión y una brillantez que causaron pasmo en la sala. Fueron unas interpretaciones de las sonatas de Mozart totalmente juveniles, llenas de energía y de impulso, pero al mismo tiempo de una dinámica llena de plasticidad y perfección. El maestro exhibió un ataque de una extraordinaria precisión dentro de una concepción arquitectónica de las sonatas: el detallismo en la articulación estuvo incorporado a un trazado sólido y claro de todas las frases y secciones. La fuerza de su interpretación se mantuvo hasta la resonancia ultima de las cadencias, en las que mantuvo la expectación de la audiencia con mano maestra e infrecuente. El timbre fue esplendoroso en Mozart. En otros momentos del recital empleó una mayor riqueza tímbrica aunque, por lo general, escatimó este recurso en una acto de humildad pianística y de servicio al concepto abstracto de la música. Las sonatas de Mozart abrieron y cerraron el recital, demarcando la apuesta por un sentido clásico de la música, presente también en sus versiones de la Sonata núm. 19 de Schubert y en las Cuatro baladas de Johannes Brahms. En todas sus interpretaciones tuvo como referentes básicos la forma general, la claridad del ataque y la plasticidad dinámica. En Schubert el compás se cimbró con mayor libertad y fue en Brahms donde se permitió una mayor exhuberancia sonora, dentro siempre de ciertos límites. Sus versiones fueron muy actuales (nada anticuadas), eruditas y originales. La sensación general que produjo el veterano intérprete fue de jovialidad y nervio, lo cual demuestra que la edad sólo es un estado mental. Hay quienes con el tiempo rejuvenecen. (Fotografía de Rafa Martín) Próximos
recitales del Ciclo de Grandes Interpretes
3
de diciembre
de 2002
Grigori Sokolov 27
de enero de 2003
Jean-Yves
Thibaudet 11
de febrero de 2003
Dezsö Ránki 19
de marzo de 2003
Bella Davidovich
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