Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum.  

Dos compositores se enfrentaron en el programa presentado por el Plural Ensemble en el ciclo del Centro para la Difusión de la Música Contemporánea (CDMC): de una parte el veterano compositor húngaro György Ligeti y de la otra el joven español David del Puerto. El resultado fue interesante por el contraste producido y el carácter reivindicativo de la comparación, que de alguna manera postula la vigencia y continuidad de la música vanguardista de los últimos cincuenta años hasta nuestros días. La obra juvenil de quien es hoy casi octogenario tiene un talante más jovial que la que escrita más recientemente por treintañero, cuya personalidad irradia madurez. Más allá de la pericia de cada cual, es cuestión de talante, de otros aires, de tiempos distintos. La música retrata inevitablemente el momento en el que surge. A pesar de su carácter minoritario y de una vitalidad que muchos cuestionan, este concierto, celebrado en la sala de cámara del Auditorio Nacional, atrajo a un nutrido y variado público que casi la ocupó en su totalidad. Además de los profesionales habituales (compositores e intérpretes) acudieron muchos estudiantes y aficionados, interesados por la figura ya histórica de Ligeti, por la maestría de David del Puerto y por el renombre de los solistas. Una señora sentada mi lado tuvo la necesidad de aclararme que acudía solo porque le habían dado una entrada gratis. Opinaba que desde la penetración del rock’n’roll la “música española” había caído en franca decadencia. Después de taparse ostensiblemente los oídos en el transcurso del concierto para piano, abandonó la sala sin esperar el final. Fue un caso excepcional y anecdótico, pero curioso porque nos retrotrae a otros tiempos felizmente superados. El programa incluyó piezas camerísticas y para pequeña orquesta, con abundantes cambios que, a pesar de la diligencia, demoraron algo la continuidad de las actuaciones. El conjunto estuvo mejor con el concierto para piano de Ligeti que con el de marimba de David del Puerto, pero resolvió las dificultades que ambos presentan con soltura suficiente como para recrearse en la interpretación y en el sonido. Los respectivos solistas, Alberto Rosado al piano y Miguel Bernat con la marimba, ejecutaron su tarea impecablemente y fueron muy aplaudidos. Fabián Panisello levó la batuta con nervio y precisión. Los solistas que intervinieron en las demás piezas también hicieron un trabajo irreprochable. Gracias a estas nuevas generaciones de músicos, la interpretación de la música contemporánea tiene aquí poco que envidiar a otros países en lo que a calidad se refiere. A pesar del rock’n’roll ...

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