EL RETORNO DE BRUNO WALTER A BERLÍN
Por Angel
Riego Cue. Lee su Curriculum.
Bruno Walter parecía
predestinado a ocupar el puesto de director titular de la Filarmónica de
Berlín: berlinés de nacimiento, "niño prodigio" de la música,
discípulo de Mahler y el director alemán más prestigioso de su época,
de quien no se recordaba ni un solo mal concierto. Por todo ello, a la
muerte de Artur Nikisch en 1922, Walter se consideró el candidato ideal
para sucederle en el puesto.
Pero ocurrió que se le cruzó en su camino otro director, diez años más
joven que él: Wilhelm Furtwängler. Walter dijo que Furtwängler consiguió
el puesto a base de intrigas, aunque es más probable que el vencedor
supiera convencer a quien tenía que nombrar nuevo director de qué era lo
que necesitaba la Filarmónica: un director "único", alguien de
quien diríamos ahora que "la Naturaleza le hizo a él y luego rompió
el molde" y en esa definición el que encajaba perfectamente era
Furtwängler; cualquiera que le haya visto dirigir en alguna de las
filmaciones que existen sabrá a qué nos estamos refiriendo.
Walter continuó dirigiendo ocasionalmente a la Filarmónica y en los años
20 realizó algunas grabaciones, de las que las más conocidas son
oberturas como Coriolano de Beethoven, Las Hébridas de
Mendelssohn o El Carnaval Romano de Berlioz. Junto con otras
piezas como la "Danza de los 7 velos" de Salomé, los
Valses del Caballero de la Rosa, ambas de Richard Strauss, y el
vals Rosas del Sur, de Johann Strauss II, forman todo lo que se
conserva grabado por Bruno Walter dirigiendo a la que hubiera debido ser
"su" orquesta, antes de que la llegada del régimen nazi forzara
a exiliarse al director, por ser judío. Todas estas grabaciones, como es
lógico, tienen un sonido deficiente debido a la época.
Tras el final de la guerra, Bruno Walter se quedaría a vivir en el país
que le acogió, Estados Unidos, pero haría apariciones esporádicas en
Europa, retornando a los lugares y orquestas que tuvo que abandonar por la
llegada del nazismo: Munich, Viena... Uno de esos conciertos, que tuvo
lugar el 25 de septiembre de 1950, fue precisamente el de su retorno a
Berlín, que es el que nos presenta este disco publicado por el sello
TAHRA, y que es la única oportunidad de escuchar a Walter dirigiendo a
los berlineses con una toma de sonido aceptable; ya solamente por eso, su
interés histórico sería enorme, pues Walter no volvió a dirigir nunca
más a la Filarmónica de Berlín.
Pero el interés crece aún por estar compuesto el programa por dos
especialidades de Walter, las sinfonías 40 de Mozart y 2ª
de Brahms (el concierto incluyó también la Obertura Egmont de
Beethoven y el Don Juan de Richard Strauss, no incluidos aquí).
Ambas sinfonías las tiene grabadas dos veces con orquestas americanas
para la CBS (hoy Sony Classical), una primera con la Filarmónica de Nueva
York con sonido "mono" y una segunda en estéreo con la Sinfónica
Columbia.
Las 6 últimas sinfonías de Mozart por Bruno Walter se han considerado
siempre como la versión clásica por excelencia de estas obras, aunque en
el caso concreto de la 40 haya críticos que prefieran a Furtwängler
o a Erich Kleiber. Por otra parte, su ciclo de las sinfonías de Brahms
siempre estuvo considerado como el mejor en estéreo, y en el caso
concreto de la 2ª, las dos versiones de Walter (Nueva York y
Columbia) son, en opinión de este comentarista, las mejores que se hayan
grabado nunca. Por tanto, era del máximo interés escuchar la forma de
dirigir de Walter (cálida, sentimental, "humanista") adaptada
al sonido, no de sus habituales orquestas americanas, sino de un conjunto
con el virtuosismo y el sonido tan "germánico" de los Berliner
Philharmoniker.
En el caso de la obra de Mozart, esta versión berlinesa podría incluso
preferirse a sus grabaciones americanas, al menos a la de Columbia, por su
"tempo" más urgente, una mayor tensión y un virtuosismo
orquestal superior. El colorido orquestal que ponen los berlineses también
hace más atractiva a la obra. En cambio, en la Sinfonía de
Brahms nos seguiríamos quedando antes con sus dos grabaciones americanas,
tanto la de Columbia (incluida en la "Edición Bruno Walter")
como la antigua de Nueva York, reeditada por EMI en su serie "Grandes
directores del siglo XX" y comentada hace poco en esta revista. La
versión aquí comentada tiene, sin embargo, grandes atractivos, como el
sonido bellísimo de las cuerdas de los "Berliner" en los dos
primeros movimientos, o un tercero al menos comparable al de sus
grabaciones americanas, pero el vertiginoso 4º le queda aquí mucho más
rutinario, parece que esta música necesita el estudio de grabación para
que todo salga con la perfección deseada.
Otro inconveniente de esta 2ª de Brahms es el sonido en los dos
primeros movimientos, que presenta a ratos un zumbido similar a una
interferencia de otra emisora de radio, un defecto menor dentro de un
reprocesado, en general, excelente. Este concierto ya había aparecido
publicado en ediciones más o menos "piratas", pero es ahora
cuando aparece en una edición oficial, con todos los derechos legales en
regla, partiendo de la cinta original de la emisora y no de "copia de
una copia", con lo que el sonido seguramente ya no se puede mejorar más.
De todos modos, el comprador de este disco no buscará conocer estas obras
por primera vez, sino que el interés que le motivará será el de la
ocasión histórica, y ese sí que está por encima de toda duda. Como
observación final, diremos que este disco forma parte de una serie
dedicada a celebrar el décimo aniversario de la aparición del sello
TAHRA, y que otros volúmenes de la serie están dedicados a Erich
Kleiber, Karl Böhm, y otros artistas.
REFERENCIAS:
MOZART: Sinfonía nº 40 ; BRAHMS: Sinfonía nº 2
Orquesta Filarmónica de Berlín
Director: Bruno Walter
Tahra TAH 452
Distribuidor en España: Harmonia Mundi
Página web: www.harmoniamundi.com