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PENDERECKI EN GIJÓN
Gijón, Teatro
Jovellanos. 16 de enero de 2003
Penderecki: Agnus Dei (del Requiem Polaco). Concierto para violonchelo y
orquesta (solista: Ivan Monighetti). Sinfonía nº 4 "Adagio".
Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA)
Director: Krzystof Penderecki.
Debido seguramente a su vinculación con la región tras recibir hace unos
años el Premio Príncipe de Asturias es como hemos podido tener el lujo
de la presencia en Gijón de un compositor de la importancia de Krzystof
Penderecki, lo que hace pocos años hubiera parecido impensable. La
expectación era grande y el Teatro Jovellanos aparecía lleno al inicio
del concierto, observándose algunos vacíos en el intermedio; por mucho
que se diga que Penderecki ha abandonado la vanguardia en busca de un
estilo asequible para el gran público, una parte de este siempre se
mostrará refractario.
En las obras contenidas en el programa pudo notarse el eclecticismo actual
de Penderecki: el Agnus Dei, perteneciente al Requiem Polaco, fue
escrito en 1981 para coro "a cappella" y aquí se presentó en
versión instrumental; es inevitable que su comienzo traiga a la memoria
el de la Música para cuerda, percusión y celesta de Bartok, al
igual que el comienzo de la Cuarta Sinfonía "Adagio"
(de 1989, escrita para el Bicentenario de la Revolución Francesa)
recuerda mucho al de la Quinta de Shostakovich. Obras ambas que
caen mucho en lo repetitivo, en la reiteración de las mismas fórmulas
una y otra vez, pero que no puede negarse que sean asequibles para todo
tipo de público.
Entre una y otra se ofreció en Concierto para violonchelo de
1972, donde el solista Ivan Monighetti fue el triunfador indiscutible de
la velada, llevando a cabo una versión magistral de esta dificilísima
pieza que también nos recuerda a los Conciertos de Shostakovich. La
dirección de Penderecki de su propia música fue, como era de esperar,
plenamente solvente, siempre con la batuta en la mano izquierda (el músico
es zurdo) y la OSPA rindió a un nivel bastante por encima de lo habitual
en ella. Tras el concierto me acerqué por los camerinos y comprobé que a
Monighetti le rodeaba un grupo de "fans" mientras que Penderecki
esperaba en solitario a que alguien se dignara a entrar a pedirle un autógrafo...
esperemos que no por este "desplante" se niegue a volver por
Asturias.
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