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WERTHER IRREGULAR Por
Asier Vallejo Ugarte.
Estudiante de piano. Bilbao,
Palacio Euskalduna, 19 de noviembre de 2002. Werther. Drama lírico en
cuatro actos. Libreto: E. Blau, P. Milliet y G. Hartmann. Música: Jules
Massenet. Estreno: Hofoper de Viena, 16 de febrero de 1.892. Werther:
Giuseppe Sabbatini. Charlotte: Katharine Goeldner. Albert: Jean Francois
Lapointe. Sophie:
Sabina Puertolas. El Burgomaestre: William
Powers. Schmidt: José Ruiz. Johann:
José Manuel Díaz. Brühlmann: Idoia Pérez. Käthchen: Adríán García. Dirección
Musical: Marco Boemi. Dirección de Escena y Escenografía: Beni
Montresor. Escolanía de Ntra. Sra. de Begoña (dir: Iosu Soldevilla).
Orquesta Sinfónica de Szeged. Producción: Teatro Carlo Felice di Genova. Al ya conocido criterio del público bilbaíno está
empezando a unirse una generosidad extraordinaria, lo que representa una
buena noticia por el bien del propio público. Una vez más, durante la
representación de Werther quedó
demostrado que el proceder de los artistas está subordinado, en gran
medida, al ánimo de aquél. Sabbatini encarnaba al apasionado poeta creado por
Goethe. Hay que reconocer que sus dos primeros actos no fueron
convincentes; jamás abandonó un fraseo cálido e incluso hermoso, pero
desgraciadamente tan sólo las primeras filas del auditorio pudieron
disfrutarlo. Una proyección muy escasa y un volumen tímbrico
exageradamente diminuto hicieron que la actuación perdiese, y mucho,
calidad. Sin embargo, el aria “Pourquoi me réveiller”, en la que
Sabbatini se mostró más seguro y convincente, y la calurosa ovación
brindada por el público tras la misma, significaron un punto de inflexión
que propició una notable mejoría en su encarnación del protagonista, no
sólo desde un punto de vista exclusivamente vocal, sino desde uno dramático.
Su intervención en el acto final fue fantástica. Muy similar resultado obtuvo la mezzo Katharine Goeldner en el papel de Charlotte. También basó su
interpretación en su seductor fraseo y en el perfecto apoyo de cada nota,
pero creó una extraña sensación de incomodidad que no consiguió dar
credibilidad a su rol, destruyendo cualquier nexo de comunicación certera
con el espectador. Aprovechó la oportunidad de lucimiento que da la
escena de las cartas para ganar el favor del público, que tras el aria
del tenor, quedó hechizado por la fusión en armonía de dos cantantes
crecidos. Una noticia muy feliz fue el éxito de Sabina
Puertolas en el papel de Sophie, joven, de contagiosa alegría en escena y
de muy apropiado y bien expuesto instrumento. También resultó
interesante la propuesta de Jean Francois Lapointe para Albert, sobre todo
desde un punto de vista vocal. Creemos mejorable el aspecto dramático. Los secundarios, en especial William Powers y el
siempre fiable José Ruiz, también rindieron a un buen nivel. La Orquesta Sinfónica de Szeged (excelente conjunto)
empezó sonando bien y acabó la ópera sonando mejor, contribuyendo a la
línea ascendente de mejoría global, bajo las órdenes del maestro Marco
Boemi. El coro de niños de la Escolanía de Ntra. Sra. de Begoña supo
estar también a la altura requerida por el acontecimiento. Más discutible sería la oportunidad de la
escenografía, más propia en apariencia de un teatro de barrio que de un
escenario con los medios escénicos que permite el Palacio Euskalduna.
Resultó, sin embargo, en su sencillez, agradable a la vista. En definitiva, un elenco que puede resultar muy
adecuado para Werther, previo
proceso de maduración de la obra.
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