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Número 37º - Febrero 2.003


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WERTHER IRREGULAR

Por Asier Vallejo Ugarte. Estudiante de piano.

Bilbao, Palacio Euskalduna, 19 de noviembre de 2002. Werther. Drama lírico en cuatro actos. Libreto: E. Blau, P. Milliet y G. Hartmann. Música: Jules Massenet. Estreno: Hofoper de Viena, 16 de febrero de 1.892.

Werther: Giuseppe Sabbatini. Charlotte: Katharine Goeldner. Albert: Jean Francois Lapointe. Sophie: Sabina Puertolas. El Burgomaestre: William Powers. Schmidt: José Ruiz. Johann: José Manuel Díaz. Brühlmann: Idoia Pérez. Käthchen: Adríán García.

Dirección Musical: Marco Boemi. Dirección de Escena y Escenografía: Beni Montresor. Escolanía de Ntra. Sra. de Begoña (dir: Iosu Soldevilla). Orquesta Sinfónica de Szeged. Producción: Teatro Carlo Felice di Genova.

Al ya conocido criterio del público bilbaíno está empezando a unirse una generosidad extraordinaria, lo que representa una buena noticia por el bien del propio público. Una vez más, durante la representación de Werther quedó demostrado que el proceder de los artistas está subordinado, en gran medida, al ánimo de aquél.  

Sabbatini encarnaba al apasionado poeta creado por Goethe. Hay que reconocer que sus dos primeros actos no fueron convincentes; jamás abandonó un fraseo cálido e incluso hermoso, pero desgraciadamente tan sólo las primeras filas del auditorio pudieron disfrutarlo. Una proyección muy escasa y un volumen tímbrico exageradamente diminuto hicieron que la actuación perdiese, y mucho, calidad. Sin embargo, el aria “Pourquoi me réveiller”, en la que Sabbatini se mostró más seguro y convincente, y la calurosa ovación brindada por el público tras la misma, significaron un punto de inflexión que propició una notable mejoría en su encarnación del protagonista, no sólo desde un punto de vista exclusivamente vocal, sino desde uno dramático. Su intervención en el acto final fue fantástica.

Muy similar resultado obtuvo la mezzo Katharine Goeldner en el papel de Charlotte. También basó su interpretación en su seductor fraseo y en el perfecto apoyo de cada nota, pero creó una extraña sensación de incomodidad que no consiguió dar credibilidad a su rol, destruyendo cualquier nexo de comunicación certera con el espectador. Aprovechó la oportunidad de lucimiento que da la escena de las cartas para ganar el favor del público, que tras el aria del tenor, quedó hechizado por la fusión en armonía de dos cantantes crecidos.

Una noticia muy feliz fue el éxito de Sabina Puertolas en el papel de Sophie, joven, de contagiosa alegría en escena y de muy apropiado y bien expuesto instrumento. También resultó interesante la propuesta de Jean Francois Lapointe para Albert, sobre todo desde un punto de vista vocal. Creemos mejorable el aspecto dramático.

Los secundarios, en especial William Powers y el siempre fiable José Ruiz, también rindieron a un buen nivel.

La Orquesta Sinfónica de Szeged (excelente conjunto) empezó sonando bien y acabó la ópera sonando mejor, contribuyendo a la línea ascendente de mejoría global, bajo las órdenes del maestro Marco Boemi. El coro de niños de la Escolanía de Ntra. Sra. de Begoña supo estar también a la altura requerida por el acontecimiento.

Más discutible sería la oportunidad de la escenografía, más propia en apariencia de un teatro de barrio que de un escenario con los medios escénicos que permite el Palacio Euskalduna. Resultó, sin embargo, en su sencillez, agradable a la vista. 

En definitiva, un elenco que puede resultar muy adecuado para Werther, previo proceso de maduración de la obra.