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ATRÁPAME SI PUEDES - John
Williams Por Joaquín R. Fernández El
año recién terminado nos ha traído un buen número de composiciones de
John Williams que, si bien redundan en el habitual sinfonismo del
compositor predilecto de Steven Spielberg, también incorporan cierto
grado de experimentalismo y riesgo, algo que a buen seguro satisfará a
los que le reprochan al maestro el poseer un estilo demasiado cerrado y
previsible. "Atrápame
Si Puedes" es una obra que nos retrotrae a los comienzos de la
carrera de Williams, a aquel autor que surgió del jazz y que luego tanto
ímpetu le brindó al mundo de las bandas sonoras en la década de los
setenta. Ahora, su deliciosa mezcla entre lo tradicional y lo vanguardista
se erige como un insuperable conjunto de ritmo y melodía, algo que el
oyente ya puede comprobar en «Catch Me If You Can», pieza distinguida de
la partitura que precisamente contribuye a dotar de vida a los magníficos
títulos de crédito iniciales del filme. Las
cadencias más vigorosas y vitalistas, aquellas que precisamente dotan de
agilidad al relato, cobran vida en un buen puñado de cortes («Float»;
«The Airport Scene»; «Learning the Ropes»; «Doctor, Lawyer, Lutheran»),
transformándose así en las verdaderas artífices del éxito de la
evolución de la historia. La frescura de las imágenes de Spielberg se
debe, aparte de al fabuloso montaje de Michael Kahn, a la grácil y
proporcionada música del autor de "El Imperio del Sol". No
falta tampoco el Williams más intimista y emotivo, dejando incluso en
ocasiones la orquesta a un lado y brindándole todo el protagonismo a un
lastimero saxófono («Recollections -The Father's Theme-»). «Father and
Son» reincide precisamente en estos afectivos pasajes, y lo hace a través
de un apesadumbrado y contenido uso del piano. Los fragmentos dramáticos
de "Atrápame Si Puedes" (aquellos por los que seguramente el
autor de la cinta será acusado de sensiblero), aparecen, por ejemplo, en
«A Broken Home», una de las piezas más emocionales de toda la banda
sonora, sobre todo en su tramo final. Notas suaves, hermosas y quebradizas
que se juntan entre sí con el fin de afligir el ánimo del oyente. El
álbum se completa con una serie de canciones de la época que, en contra
de lo que suele ser habitual, se introducen en la partitura de Williams
con inusitado acierto. No se trata de añadir baladas o tonadas que sirvan
para vender mejor el disco, sino de utilizarlas en la cinta para explicar
mejor la historia o crear una adecuada ambientación en determinadas
escenas del filme (es el caso de «Come Fly With Me», interpretada por
Frank Sinatra, o «The Look of Love»). Un añadido que, contra lo esperado, sirve como perfecto
complemento a la deliciosa partitura de John Williams, sin duda un
verdadero maestro de la música de cine actual.
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