Revista mensual de publicación en Internet
Número 37º - Febrero 2.003


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BOHEMIOS: POBRES PERO MUY HONRADOS

Por Fernando López Vargas-Machuca. Lee su curriculum. 

Jerez, Teatro Villamarta. 7 de febrero. A. Vives: Bohemios. A. Irañeta, A. Rodríguez, J. T. Martínez, C. Durán, E. del Portal, J. L. Cancela, I. Salmoral, Ch. Rendón, C. Cantero. Coro del Teatro Villamarta; director en funciones, Antonio Martín. Orquesta Arsián Música, dirigida por J. Rubio. C Durán, director de escena. Producción musical del Teatro Villamarta.

No dio lo mejor de sí Amadeo Vives en Bohemios, una zarzuela simpática al tiempo un tanto tontorrona y no siempre inspirada en la escasa música que contiene, pero esta página del inolvidable autor de Doña Francisquita nos hizo pasar una estupenda velada a los habituales del Villamarta merced una estupenda producción sin grandes nombres ni alardes presupuestarios, pero sobrada de talento y de saber hacer bien las cosas. Escénicamente la ortodoxia fue plena: escenografía adecuada y agradable a la vista, muy cuidada dirección de actotes y solvente manejo de las siempre complicadas masas corales. Sin alardes y sin especial imaginación, pero con plausibles resultados.

Musicalmente hubo sus más y sus menos, funcionando el conjunto antes que cada una de sus partes individuales. Así por ejemplo, la soprano Arantxa Irañeta exhibió una voz grande y bien timbrada, con abundante esmalte, así como una excelente dicción, pero debe mejorar diferentes aspectos técnicos. Superior nivel alcanzó Ángel Rodríguez, tenor sensible y musical -le beneficia su cálido timbre- que puede deparar felices sorpresas en el futuro. Entre el resto de actores y cantantes, de excelente nivel medio, se encontraba el tenor cómico Carlos Durán, a la sazón responsable de la dirección escénica y la luminotecnia.

 La orquesta juvenil Arsían Música funcionó con cierta solvencia a las órdenes de Jorge Rubio, una batuta bastante gruesa y superficial pero al menos animada y entusiasta. Desgraciadamente, el coro local le funcionó mucho menos bien que a Enrique Patrón de Rueda en el reciente Romeo y Julieta que comentamos en este mismo número. A destacar la participación de tres sopranos del mismo en pequeños papeles, más que nada por sus intervenciones escénicas llegas de gracia y desparpajo.

Dada la parquedad de la música compuesta por Vives para el libreto de Perrín y Palacios, en el último acto se incluyeron (a la manera de lo que a veces se hace en la fiesta de El Murciélago) páginas ajenas a la obra original. Así, la soprano cantó aceptablemente el vals de Juliette de la conocida ópera de Gounod; el tenor convenció en la romanza de Jacinto Guerrero "Adios, París"; al barítono venezolano Juan Tomás Rodríguez casi lo sacan a hombros tras su fenomenal recreación de "Amor, vida de mi vida" de Moreno-Torroba; finalmente, se ofrecieron buenas interpretaciones del dúo Rigoletto-Gilda del primer acto de la insigne creación verdiana y del que cantan Alfredo y Violetta en el último de La Traviata. Una noche lírica de lo más agradable y entretenido, pues, hecha desde la honradísima pobreza de la "bohemia" villamartina. Aplausos para todos.