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DISCO DEL MES, DEL AÑO... ¿DE LA
DÉCADA?
Por
Ismael González Cabral.
Percusionista y Crítico Musical.
Por una vez y sin
que sirva de precedente, comenzaremos con una afirmación categórica: nos
encontramos ante un disco soberbio, un esperadísimo trabajo, realizado
para honrar la memoria y la música del jiennense Francisco Guerrero
(1951-1997), ese enorme - probablemente nunca apreciaremos cuánto -
compositor que nos dejó en plena efervescencia creativa, y que legó un
catálogo de obras esenciales y de una belleza y misterio, a fe, difícil de
describir con palabras.
Son incontables las veces en las que parecía que el disco que ahora les
comentamos iba a ver la luz. Desde que se registrara allá por 1999 y 2000,
hasta ahora, han pasado meses y años, que han supuesto un continuo
interrogante sobre el futuro de aquellas grabaciones.
Ha sido finalmente un sello especializado en música contemporánea,
Col-Legno, que dirige Wulf Weinmann y distribuye Diverdi, el que con el
apoyo económico de no pocas entidades españolas, ha conseguido sacar al
mercado un disco antológico, que viene a paliar la tremenda sequía
fonográfica que durante mucho tiempo acompañó a la obra de Francisco
Guerrero.
Hace dos meses, el que suprascribe ofrecía desde estas páginas virtuales,
un breve homenaje al compositor que nos ocupa, que no pretendía ser otra
cosa que un catálogo de pistas para adentrarse en su apasionante mundo
sonoro. Muy poco tiempo después, el conocimiento de la obra de Guerrero se
ha visto incrementado notablemente con la edición de sus obras
orquestales; que tienden un abanico de dieciséis años, desde la más
temprana Antar Atman (1980) hasta Coma Berenices (1996).
Para Guerrero la creación nunca debía desligarse de un pensamiento
profundamente estructural y de ambición científica. Era su manera de
expresar los universos de sonido que imaginaba y que llevaba al
pentagrama, quizás no con una técnica abrumadora, pero sí con una
coherencia aplastante, fruto de una escritura altamente compleja y en
apariencia caótica - aspecto este que no favorece la vagancia y que irrita
a muchos músicos a la hora de enfrentarse a sus obras -. Desde luego,
Guerrero no es Xenakis, con quien muchas veces se le trata de emparentar
estéticamente. Cierto es, que entre la música del español y la del
greco-francés hay evidentes puntos en común, pero allá donde uno muestra y
exhibe, el otro, Guerrero, acumula, superpone y compacta todo el material
sonoro.
Si existe una manera aproximada de definir su música, esta ha de ser sin
lugar a dudas la de agresiva y abrasiva, adjetivos que, a fin de cuentas,
comparten parecidos fonéticos y semánticos. Poco respiro hay en unas
partituras, repletas de tensión y fiereza instrumental. Y, al mismo
tiempo, no se nos ocurren, ejemplos más claros en la música española de la
segunda mitad del siglo XX, de obras que comuniquen y calen en el oyente
de una forma tan directa y brutal, como estas que nos ocupan.
En más de una ocasión se tiende a percibir la obra orquestal de Guerrero
como si de una clara progresión se tratara. Con ello parece querer darse a
entender que los procedimientos empleados en Antar Atman, se añadirán a
los nuevos recursos de Ariadna, y así hasta alcanzar Coma Berenices, en
efecto suma y compendio, de un trabajo realizado a lo largo de muchos
años. Sin embargo, no vacilaremos en considerar esta una visión en exceso
simplificadora. Cada obra de Guerrero es una entidad independiente, que
luego retomará de una manera u otra, pero que en absoluto debemos pensar
como un reciclaje. Por ello, aunque quizás desde un punto de vista
musicológico o meramente histórico no sea muy adecuado, consideramos
acertada la disposición desordenada y no cronológica de las obras en el
disco. Esto va a permitir al oyente, disfrutar de cada una de ellas sin
pensar a priori en nexos de unión, no estando sujeto a idea preconcebida
alguna.
El viaje comienza en Coma Berenices, obra de una enorme virulencia sonora,
confiada especialmente a la percusión, representando en su totalidad el
punto más avanzado en la creación de Guerrero. Estamos ante una
composición basada en la matemática fractal, tan cercana a los intereses
del autor. A tal respecto, referiremos siquiera Zayin I-VII, el
indispensable conjunto de tríos, cuartetos y hasta una página solista, que
el compositor escribiera a lo largo de varios años, y que luego recogiera
en disco el Arditti String Quartet, para el sello Almaviva. Prosigue con
Ariadna para 10 violines, 5 violas y 5 violonchelos. Escrita ateniéndose a
procedimientos combinatorios, el resultado es un abigarrado diálogo
instrumental, donde experimentamos una suerte de "horror vacui", en la que
el espacio es continuamente llenado por un hormigueo en la cuerda, que se
sirve de las más diversas técnicas instrumentales. Tras ella, llega Sáhara
(1984), donde la sequedad de las cuerdas y las marmóreas entradas de los
metales parecen sugerir el paisaje árido e inacabable del desierto. Oleada
(1993) para orquesta de cuerdas nos trae a la memoria, en la flexibilidad
y nervio del discurso, las obras para idéntica formación de Giacinto
Scelsi - dígase Natura Renovatur o Anagamin -, aunque sometido siempre el
material a un estricto idioma guerreriano. Finaliza el trayecto en el
origen con la temprana Antar Atman, acaso la pieza más extrema del
conjunto. Se nos presenta como un colosal ensamblaje de piezas, donde
cuerdas, vientos, metales y percusión luchan en una encarnizada batalla,
de fuertes componentes expresivos.
A todas estas partituras hace justicia la Orquesta Sinfónica de Galicia,
que luce y puede presumir de una enorme calidad en todas sus secciones. Al
frente de ella, José Ramón Encinar, director de una importancia capital en
el panorama de la música española, capaz de convertir en grandes pequeñas
semillas - ahí esta para demostrarlo su trabajo al frente de la envidiable
Orquesta de la Comunidad de Madrid -. Su pasión por la música de Guerrero,
le ha llevado a firmar un hito en la fonografía de nuestro tiempo. Su
complejo y titánico trabajo le ha permitido exprimir al máximo el
potencial de cada uno de los profesores de la orquesta. Al lado, detalles
como la excesiva presencia de la percusión en Coma Berenices, o cierta
suavidad en las cuerdas de Sáhara, con respecto a anteriores e
inaccesibles versiones, convierten, aun más si cabe, en grande, una labor
desempeñada desde el más profundo conocimiento, amor y respeto por esta
música. A ellos, y a todos los que han hecho posible este obra de arte en
forma de disco, nuestras más reiteradas gracias.
REFERENCIAS:
FRANCISCO GUERRERO: Obra Orquestal Completa (Coma Berenices,
Ariadna, Sáhara, Oleada, Antar Atman).
Orquesta Sinfónica de Galicia
José Ramón Encinar, director
Col-Legno WWW 1CD 20044
Distribuidor en España: DIVERDI
Página web:
www.diverdi.com
e-mail:
diverdi@diverdi.com
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