Revista mensual de publicación en Internet
Número 39º - Abril 2.003


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DISCO DEL MES, DEL AÑO... ¿DE LA DÉCADA?

Por Ismael González Cabral. Percusionista y Crítico Musical.

          

Por una vez y sin que sirva de precedente, comenzaremos con una afirmación categórica: nos encontramos ante un disco soberbio, un esperadísimo trabajo, realizado para honrar la memoria y la música del jiennense Francisco Guerrero (1951-1997), ese enorme - probablemente nunca apreciaremos cuánto - compositor que nos dejó en plena efervescencia creativa, y que legó un catálogo de obras esenciales y de una belleza y misterio, a fe, difícil de describir con palabras.

Son incontables las veces en las que parecía que el disco que ahora les comentamos iba a ver la luz. Desde que se registrara allá por 1999 y 2000, hasta ahora, han pasado meses y años, que han supuesto un continuo interrogante sobre el futuro de aquellas grabaciones.

Ha sido finalmente un sello especializado en música contemporánea, Col-Legno, que dirige Wulf Weinmann y distribuye Diverdi, el que con el apoyo económico de no pocas entidades españolas, ha conseguido sacar al mercado un disco antológico, que viene a paliar la tremenda sequía fonográfica que durante mucho tiempo acompañó a la obra de Francisco Guerrero.

Hace dos meses, el que suprascribe ofrecía desde estas páginas virtuales, un breve homenaje al compositor que nos ocupa, que no pretendía ser otra cosa que un catálogo de pistas para adentrarse en su apasionante mundo sonoro. Muy poco tiempo después, el conocimiento de la obra de Guerrero se ha visto incrementado notablemente con la edición de sus obras orquestales; que tienden un abanico de dieciséis años, desde la más temprana Antar Atman (1980) hasta Coma Berenices (1996).

Para Guerrero la creación nunca debía desligarse de un pensamiento profundamente estructural y de ambición científica. Era su manera de expresar los universos de sonido que imaginaba y que llevaba al pentagrama, quizás no con una técnica abrumadora, pero sí con una coherencia aplastante, fruto de una escritura altamente compleja y en apariencia caótica - aspecto este que no favorece la vagancia y que irrita a muchos músicos a la hora de enfrentarse a sus obras -. Desde luego, Guerrero no es Xenakis, con quien muchas veces se le trata de emparentar estéticamente. Cierto es, que entre la música del español y la del greco-francés hay evidentes puntos en común, pero allá donde uno muestra y exhibe, el otro, Guerrero, acumula, superpone y compacta todo el material sonoro.

Si existe una manera aproximada de definir su música, esta ha de ser sin lugar a dudas la de agresiva y abrasiva, adjetivos que, a fin de cuentas, comparten parecidos fonéticos y semánticos. Poco respiro hay en unas partituras, repletas de tensión y fiereza instrumental. Y, al mismo tiempo, no se nos ocurren, ejemplos más claros en la música española de la segunda mitad del siglo XX, de obras que comuniquen y calen en el oyente de una forma tan directa y brutal, como estas que nos ocupan.

En más de una ocasión se tiende a percibir la obra orquestal de Guerrero como si de una clara progresión se tratara. Con ello parece querer darse a entender que los procedimientos empleados en Antar Atman, se añadirán a los nuevos recursos de Ariadna, y así hasta alcanzar Coma Berenices, en efecto suma y compendio, de un trabajo realizado a lo largo de muchos años. Sin embargo, no vacilaremos en considerar esta una visión en exceso simplificadora. Cada obra de Guerrero es una entidad independiente, que luego retomará de una manera u otra, pero que en absoluto debemos pensar como un reciclaje. Por ello, aunque quizás desde un punto de vista musicológico o meramente histórico no sea muy adecuado, consideramos acertada la disposición desordenada y no cronológica de las obras en el disco. Esto va a permitir al oyente, disfrutar de cada una de ellas sin pensar a priori en nexos de unión, no estando sujeto a idea preconcebida alguna.

El viaje comienza en Coma Berenices, obra de una enorme virulencia sonora, confiada especialmente a la percusión, representando en su totalidad el punto más avanzado en la creación de Guerrero. Estamos ante una composición basada en la matemática fractal, tan cercana a los intereses del autor. A tal respecto, referiremos siquiera Zayin I-VII, el indispensable conjunto de tríos, cuartetos y hasta una página solista, que el compositor escribiera a lo largo de varios años, y que luego recogiera en disco el Arditti String Quartet, para el sello Almaviva. Prosigue con Ariadna para 10 violines, 5 violas y 5 violonchelos. Escrita ateniéndose a procedimientos combinatorios, el resultado es un abigarrado diálogo instrumental, donde experimentamos una suerte de "horror vacui", en la que el espacio es continuamente llenado por un hormigueo en la cuerda, que se sirve de las más diversas técnicas instrumentales. Tras ella, llega Sáhara (1984), donde la sequedad de las cuerdas y las marmóreas entradas de los metales parecen sugerir el paisaje árido e inacabable del desierto. Oleada (1993) para orquesta de cuerdas nos trae a la memoria, en la flexibilidad y nervio del discurso, las obras para idéntica formación de Giacinto Scelsi - dígase Natura Renovatur o Anagamin -, aunque sometido siempre el material a un estricto idioma guerreriano. Finaliza el trayecto en el origen con la temprana Antar Atman, acaso la pieza más extrema del conjunto. Se nos presenta como un colosal ensamblaje de piezas, donde cuerdas, vientos, metales y percusión luchan en una encarnizada batalla, de fuertes componentes expresivos.

A todas estas partituras hace justicia la Orquesta Sinfónica de Galicia, que luce y puede presumir de una enorme calidad en todas sus secciones. Al frente de ella, José Ramón Encinar, director de una importancia capital en el panorama de la música española, capaz de convertir en grandes pequeñas semillas - ahí esta para demostrarlo su trabajo al frente de la envidiable Orquesta de la Comunidad de Madrid -. Su pasión por la música de Guerrero, le ha llevado a firmar un hito en la fonografía de nuestro tiempo. Su complejo y titánico trabajo le ha permitido exprimir al máximo el potencial de cada uno de los profesores de la orquesta. Al lado, detalles como la excesiva presencia de la percusión en Coma Berenices, o cierta suavidad en las cuerdas de Sáhara, con respecto a anteriores e inaccesibles versiones, convierten, aun más si cabe, en grande, una labor desempeñada desde el más profundo conocimiento, amor y respeto por esta música. A ellos, y a todos los que han hecho posible este obra de arte en forma de disco, nuestras más reiteradas gracias.




REFERENCIAS:

FRANCISCO GUERRERO: Obra Orquestal Completa (Coma Berenices, Ariadna, Sáhara, Oleada, Antar Atman).
Orquesta Sinfónica de Galicia
José Ramón Encinar, director
Col-Legno WWW 1CD 20044

Distribuidor en España: DIVERDI
Página web:
www.diverdi.com
e-mail:
diverdi@diverdi.com