|
|
SONATAS PARA VIOLÍN DE HANDEL Por Ignacio Deleyto Alcalá. Lee su Curriculum.
Hiro Kurosaki y William Christie son los protagonistas del nuevo registro de las sonatas para violín de Handel. Estas obras forman parte de la no extensa pero interesante música de cámara de Handel (sonatas en trio, sonatas para flauta, oboe, etc) y recorren prácticamente todo el itinerario creativo del músico de Halle, desde sus primeros años en Italia (HWV 358) hasta sus últimos en Londres (HWV 371). Es muy posible que algunas de estas obras, como la Sonata en la mayor, HWV 372 y la Sonata en fa mayor, HWV 370, no hayan sido compuestas por el músico sajón. En cualquier caso, son piezas musicalmente valiosas y por ello, de Handel o no, merecen la pena ser conocidas. Sea porque el mundo interpretativo antiguo
hoy es más abierto que hace veinte años o porque las generaciones actuales
se han beneficiado de sus maestros o simplemente por un actual derroche de
talento lo cierto es que nunca ha habido tantos y tan buenos violinistas
barrocos como en estos años. Su técnica y virtuosismo no desmerecen en nada de las de otros violinistas barrocos de mayor renombre y además están complementadas por un caudal de sensibilidad. En un programa que teóricamente podría resultar monótono el hecho de que se pueda escuchar de principio a fin sin apenas mirar el reloj es una prueba de la estimulante contribución de Kurosaki. Su elegancia en el fraseo, su suavidad en los ataques, su dulce sonido con ligeras disonancias y su mesura y musicalidad en las ornamentaciones, sin efectos gratuitos, son toda una lección de interpretación barroca adecuada a Handel. Además, siempre bien arropado por la frescura del clave (y órgano positivo) de William Christie. La toma de sonido es de tal nitidez y
presencia que el violín, un Rogeri de 1690, suena brillante y orgulloso.
Pocos se podrán resistir al sedoso lamento del "Affettuoso" de la
Sonata en re mayor, HWV 371 (su última obra de cámara) o al enérgico
"Allegro" que le sigue. Una de las obras más bellas es la Sonata en La
mayor, HWV 361 compuesta alrededor de 1725, en la que podemos destacar
el burbujeante "Allegro" final, basado en el último movimiento de la
Sonata para flauta en Si bemol mayor HWV 377, donde Kurosaki y
Christie muestran virtuosismo y musicalidad por un igual. Podríamos dar
más ejemplos pero nos ahorraremos la tinta. Si le gusta Handel y/o el
violín barroco -pura poesía en las manos de Kurosaki- disfrutará de este
disco. REFERENCIAS:
|