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ENTRE LA BURLA Y LA ELEGANCIA
Por
Rubén Flórez Bande
Pletnev baja de
nuevo al piano. El que ha sido fundador, y director titular de "su"
Orquesta Nacional Rusa (ahora es su director honorario) toca junto a ella,
siendo acompañado por la batuta de uno de los últimos santones de la
música rusa: Mstislav Rostropovich. El programa elegido son dos conciertos
para piano, típicamente rusos, y los dos son terceros: el 3º de
Rachmaninov y el 3º de Prokofiev.
Quizás sea Pletnev el pianista más "elegante" de los actuales pianistas
rusos, el más europeo de ellos, pero sin perder las ideas de la escuela
rusa. Por eso su Rachmaninov se destaca de sus compatriotas, no es tan
brusco ni tan hiriente como los de un Gavrilov o un Askhenazy, es un
Rachmaninov más melódico, dejando de lado los alardes virtuosísticos que
abundan en esta partitura, toca de puntillas pero con fuerza, en ocasiones
crea un sonido "místico" y dudoso, no se sabe muy bien por qué, quizás
para no caer en la melancolía de este concierto (la tonalidad de Re menor,
es propensa a ello) pero que no le hace perder nada de tensión. Le falta,
quizás, la seguridad del propio Rachmaninov en su grabación de este
Concierto, o quizás lo que ocurre es que nos quiere poner a la vista las
dudas con las que el compositor afrontaba cada una de sus composiciones,
siempre preocupado por los resultados finales. En resumen, es una versión
muy elegante, muy lisztiana, en ocasiones recuerda a Chopin, y no es una
mala opción. Aparece también la contundencia rusa en los solos antes del
"attaca" del segundo movimiento. Curiosa es la forma en la que juega
Pletnev con la agógica; tanto que a veces se pasa, forzando los
"ritardandi" a lo dramático.
El acompañamiento de Rostropovich es ruso 100%, no es tan elegante como el
solista, ni tan cuidadoso en los matices, dirige con "brocha gorda" y con
contundencia, que si en ciertos pasajes está bien, como el arranque del
último movimiento y el final del mismo, no lo está tanto en el
"Intermezzo. Adagio" que quedan fuera de sitio, añorándose el color y el
cuidado que le da a esta música un Previn. La versión del concierto es la
íntegra, no la retocada por el compositor después del estreno; debió de
tomarse muy en serio las críticas que decían que a este concierto le
sobraban notas. Para mí posiblemente sea el mejor concierto de su
producción... pero eso ya son gustos personales.
Lo mejor del disco es el 3º de Prokofiev, que al menos a mí me
sorprendió muy gratamente. Tampoco aquí nos volvemos a encontrar un piano
ruso, ni mucho menos, ni con un pianista martilleante como pudiera ser una
Argerich. El piano de Pletnev aquí se muestra sumamente burlón, y eso
choca, Pletnev no es un extravagante del piano, tampoco estoy diciendo que
toque extravagantemente, choca porque uno tiene una imagen de este
pianista, como una persona seria, distante, con una media sonrisa, con
algo de arrogancia... eso es lo que se percibe en sus audiciones y en sus
conciertos, pero ni por los más remoto me hubiera imaginado a un Pletnev
burlón.
No va a la ironía del concierto, ni a la ironía del compositor, va a la
burla, en este concierto hay mucha burla y no tanta ironía, Pletnev toca
como un payaso (pero en el buen sentido) con frases diáfanas, clarísimas,
como si quisiera decirnos que esto lo puede tocar cualquier pianista, lo
toca con mucha sencillez, exagerando (eso sí) matices, abusando del
"stacatto", retardando o acelerando las escalas, ralentizando tiempos
(¡que lentitud con la que empieza el tercer movimiento!), haciendo
camerísticos muchos pasajes, como algunos del segundo movimiento... una
lectura muy peculiar. Le falta color, pero en casi todo lo que le he oído
a Pletnev, le falta eso, el color, siempre más interesando por lo técnico
que por lo colorista, se nota que es compositor.
La dirección de Rostropovich aquí es perfecta. Conoce este lenguaje a las
mil maravillas e intenta imitar a Pletnev en eso de darle un toque "buffo"
al concierto; y lo consigue, exagerando los fortes de los clarinetes, como
si fueran patos, cortando notas de los metales... pero claro está, sin
perder brusquedad, que no tan bien le iba a Rachmaninov, pero que en
Prokofiev en ocasiones se añora.
La orquesta es buena, pero se podría pedir más; tiene una cuerda
magnífica, con un vuelo que ya quisieran muchas de las grandes, pero tiene
unos metales, secos, sin color, fríos... bueno, típicamente rusos, que se
podrían mejorar, digo yo: no es una Filarmónica de Berlín, pero es que
todo no se puede tener. Resumiendo: Un piano analista e investigador de
sonoridades, y una batuta brusca en ocasiones y con ganas de aprender en
otras.
REFERENCIAS:
RACHMANINOV: Concierto para piano y orquesta No. 3 en Re menor,
Op.30
PROKOFIEV: Concierto para piano y orquesta No.3 en Do mayor, Op.
28
Mikhail Pletnev, piano. Orquesta Nacional Rusa. Dir: Mstislav
Rostropovich.
DG 471 576-2.
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