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SPEED - Mark Mancina
Cuando Mark Mancina aún era un auténtico desconocido, Jan De Bont peleó con la Fox para que le permitieran contratarlo como compositor de "Speed", sin duda una de las partituras de cine de acción más afamadas de los años noventa. De Bont había quedado muy impresionado con sus aportaciones para "Amor a Quemarropa", mas el estudio prefería que un autor de mayor renombre se hiciera cargo de este trabajo. Sin
saber si
finalmente sería él el responsable del proyecto, Mancina tuvo que esperar
hasta el último momento para recibir una respuesta afirmativa, disponiendo
entonces de cinco semanas para componer la banda sonora.
Ya en los
títulos de crédito iniciales («Main Title») se percibe la característica
conjunción que realiza Mancina de orquesta y sintetizador. El enérgico
tema central resuena al compás del letrero del filme, sucediéndose después
un arreglo con algunas de las piezas que mejor describen la tragedia que
sustenta el argumento del relato. Aunque vibrante, apoteósica y con cierto
cariz épico en algunas de sus notas, la partitura aporta también un
especial dramatismo a las imágenes de "Speed". Es el caso de «The Rescue»,
uno de los pasajes más emocionantes de la cinta, momento en el cual los
pasajeros del autobús han de abandonar apresuradamente la mortal trampa en
la que viajan.
Pero si hay
algo que sabe captar muy bien el compositor es el infortunio de lo que
sucede en pantalla, un elemento que en principio bien pudiera resultar
trivial a ojos de otro autor, seguramente más preocupado por dotar a la
obra de un ritmo adecuado que de un consistente contexto dramático. Su
música se torna triste y funesta a la hora de transmitir la jaula en la
que se ha convertido el autobús (para comprobarlo, basta escuchar el
minuto inicial de «Rush Hour»), acrecentándose la sensación de derrota
cuando muere alguno de los personajes («Helen Dies»). Finalmente, la
angustia de esta situación límite alcanza su clímax en «The Gap», donde
unos violentos violines y unos furiosos metales nos van avisando del
peligro que se acerca, un puente a medio construir que desata el pánico
entre los pasajeros del autocar.
Por lo
demás, se suceden temas de acción de un incontestable vigor («Fight On
Train») y casi siempre adecuados a lo que sucede en pantalla (Annie
llevándose por delante un carrito de bebé en «City Streets»), añadiéndose
además momentos sombríos e intrigantes que también sirven para configurar
la personalidad de Howard Payne, el villano de turno («Pershing Square»,
«Pop Quiz»).
En los
títulos de crédito finales («End Titles») Mancina libera toda su
contundencia melódica, remarcando su tema de amor el feliz término de la
película. Podrá ser calificada como una obra intrascendente por algunos,
pero la música de "Speed", que es en realidad una evolución de los
trabajos de anteriores autores (caso de Zimmer), ha sido realmente
influyente en un género en el que, desgraciadamente, abundan las
mediocridades y las fútiles grandilocuencias, tal y como se puede
comprobar estos días con "El Núcleo", de Christopher Young.
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