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Compromiso de entretiempo
Por
Víctor Pliego de Andrés. Lee
su curriculum.
Obras de Vivaldi, Haendel, Sammartini y Locatelli. Il Giardino Armonico. Director y solista de flauta: Giovanni Antonini. Violinista: Viktoria Mullova. Concierto Extraordinario de Juventudes Musicales de Madrid. Auditorio Nacional de Música de Madrid, 12 de marzo de 2003. Las fronteras entre los músicos y los públicos historicistas o puristas se van difuminando en beneficio del arte. Las artificiales e irreconciliables polémicas que hace unos años se entablaron entre los diversos criterios interpretativos han quedado para el recuerdo y nuestra mirada sobre la música del pasado se ha enriquecido gracias desde la pluralidad. El historicismo es otra faceta más del presente, aunque sin duda ha jugado un importante papel catalizador a la hora de romper con algunos patrones repetitivos y uniformes. Il Giardino Armonico es un prestigioso grupo milánes, responsable de algunas grabaciones exitosas, que parte de unos presupuestos fieles al estilo barroco que luego concilia con las necesidades del concierto moderno, de la acústica de los discos y de los actuales auditorios. La propuesta constituye un compromiso entre formas de hacer que suponemos antiguas y las prácticas de hoy. La sala sinfónica del Auditorio de Madrid fue testigo de este interesante trabajo, que arranca de los instrumentos de época un sonoridad brillante y grande, gracias a unos arcos agresivos y al empleo de violonchelos con pica. Viktoria Mullova es una artista prodigiosa, que toca el violín barroco con una técnica mixta. Es respetuosa con los criterios de la época, emplea una preciosa afinación antigua y un vibrato comedido, exclusivamente ornamental, pero apuesta por un sonido que entendemos más moderno y penetrante. En cualquier caso, como no tenemos grabaciones de los siglos pasados, la verdadera naturaleza del sonido restaurado queda siempre sometida a especulación o a la fantasía. Por encima de estas consideraciones, el arte de Mullova es superior. Resuelta enormemente grato encontrar una virtuosa de su altura que apuesta por tocar su instrumento al modo (relativamente) antiguo. Su musicalidad es tan desbordante como su tremendo mecanismo. Exhibe ambas virtudes con serenidad y confianza, haciendo gala de una personalidad fuerte y de un talante profesional. Interpretó magistralmente los dos conciertos de Vivaldi incluidos en el programa. El maestro Giovanni Antonini llevó con ritmo vertiginoso la orquesta y también intervino como solista en el Concierto en Fa mayor para flauta, cuerdas y bajo continuo de Giuseppe Sammartini. Además pudimos escuchar la obertura de La Senna festeggiante de Vivaldi, el Concerto grosso en Si bemol mayor, op. VI núm. 7 de Haendel y la Introduttione teatrale en Re Mayor de Locatelli. La cita constituyó una gran celebración festiva de la música barroca. El público siguió de buen grado la apuesta, pero sin el entusiasmo que a mi me produjo.
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