LECCIONES NUNCA APRENDIDAS

Por Daniel Mateos Moreno.

Buscando cosas en el ordenador, desbrozando un desordenado disco duro de 8 gigas, uno se encuentra las cosas más curiosas. Precisamente, este artículo que hoy os presentó, lo conservo aún inédito desde que lo escribí con 14 ó 15 añitos... quedó en el olvido. Dado el carácter cultural general de la revista, he creído conveniente publicarlo, aunque no sea específico de música, pero sí aplicable a la música, como a todo el saber o la cultura. Pues bien, sin más dilación, aquí lo tenéis:

" Como si ya lo hubiera hecho un millón de veces antes, como si se tratase de algo evidente, movió sus dedos regordetes para coger una tiza y escribir, impacientemente, un esquema.

Sus dedos marcaban claros al rozar imperceptiblemente la pizarra. Se movía con decisión de un lado a otro de la habitación, aparentando que lo que pensaba era ya algo bien conocido. De espaldas a nosotros, contoneaba sus sandalias danzando la danza del saber. Los antiguos profesores poseedores de todo el saber, y con respuestas a cualquier pregunta, se sucedían a mi alrededor, y probablemente, alrededor suya también, como si de un tenue recuerdo de infancia se tratara.

Terminó de escribir en la pizarra.

Una expresión de satisfacción surcó su cara; al fin se había descubierto la verdad, como de agresividad encerrada en palabras de convencimiento.

Se apoyó en la pizarra y continuó, imprevisiblemente, un discurso que parecía contener y analizar cada punto, cada milímetro de lo que es, de lo que en verdad significa, de lo que no cabe discusión y ha sido ya descubierto antaño. Pero me entristecí al comprobar que para mi entendimiento, para mi mente menos cultivada que la suya, todo aquello era arbitrario y limitado.

La sirena sonó como una señal de alerta, como la señal de salvación que el pueblo impaciente espera. El ronco sonido penetró en cada uno de nosotros. Al fin se hizo el día, al fin. El profesor concluyó: "Así está escrita la historia..., y la sabiduría no es algo con lo que se puede jugar".

Y todos comprendimos que, al estudiar, no era necesario pensar".

Así concluye este pequeño artículo que guardo con cariño.