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DOS
RECITALES DE VÉRONIQUE GENS PARA VIRGIN CLASSICS
Por Ignacio
Deleyto Alcalá.
A pesar de no
ser muy conocida por el gran público, seguramente
algunos recordarán a Véronique Gens en La Clemenza di
Tito del Teatro Real del año pasado. En realidad, esta
soprano lleva varios años en activo en una carrera
claramente ascendente. Empezó a finales de los ochenta y
de la mano de William Christie realizó numerosas
grabaciones con Les Arts Florissants. Desde hace unos
años, sin embargo, sus apariciones en teatros de ópera
de todo el mundo bajo importantes batutas (Abbado,
Dutoit, Jacobs, Herreweghe, etc) le han servido para
romper la etiqueta de soprano historicista limitada al
repertorio barroco.
Muchos nos fijamos en ella cuando escuchamos su "If
love's a sweet passion" del Fairy Queen de H.
Purcell (también con Christie). Ya por aquel entonces su
voz luminosa y cristalina, sin vibrato, aunque sin la
frialdad de otras voces historicistas, no pasó
desapercibida. Ahora, casi diez años después, nos la
encontramos en dos recitales tras firmar un contrato con
Virgin Classics: uno dedicado a arias de ópera de Mozart
(VC 45319) y, el último en aparecer, centrado en tres
cantatas italianas de Handel (VC 45283). La soprano ha
querido dar el gran salto. El primer disco demuestra su
valentía, pues, presentarse como solista con un disco
dedicado a arias de ópera de Mozart es, como poco,
arriesgado. ¡Y vaya arias!: "Mi tradì" del
Don Giovanni, "Come scoglio" del Cosí,
"Non so più cosa son" de las Bodas y así
hasta un total de diez de las más conocidas (incluye
también dos arias de concierto).
De entrada, debemos decir, que no estamos ante un Mozart
historicista (a pesar de usar una orquesta con
instrumentos originales) como si, por ejemplo, Emma
Kirkby grabara este repertorio. Llama la atención como
su voz ha "madurado" en estos años desde
aquellos discos con Les Arts Florissants. Para empezar,
su pequeña voz de entonces ha ensanchado, posee una
mayor amplitud, ha oscurecido ligeramente y tiene más
cuerpo. La soprano demuestra tener un técnica sólida
que le permite moverse con soltura y facilidad por las
dificultades de estas páginas. No tiene problemas
arriba, su registro medio es amplio, sabe proyectar bien
su voz sin estrangularla en ningún momento. Su emisión
es segura y su dicción, clara. Y, como era de esperar,
no abusa del vibrato.
Sin embargo, le
falta un mayor contraste en la voz a la hora de abordar
diferentes papeles. Por ejemplo, en el "Batti,
batti" del Don Giovanni su interpretación es plana,
sin aprovechar las posibilidades de esta aria. Zerlina es
astuta, melosa, engatusa a Masseto y el intérprete debe
ser capaz de reflejar todo esto. Tampoco en el
"Porgi amor" consigue transmitir la nostalgia y
soledad de la condesa aunque su técnica sea impecable.
También le falla el registro bajo en arias como
"Come scoglio", auténtica montaña rusa para
una cantante aunque, en conjunto, hace una lectura
poderosa y bien esculpida además de ornamentar con
gusto. (Recientemente ha grabado el papel de Fiordiligi
con René Jacobs ). Otras arias, por el contrario, están
más conseguidas como el "Per pietà, ben mío"
en la que Gens hace un final poderoso y brillante
(impensable de una voz entrenada en Rameau y Charpentier)
y las dos de La Clemenza donde matiza mucho más quizás
por tener esa ópera más estudiada. Ivor Bolton se
muestra en su sitio, acompañando con precisión, pero
poco más. Un director de mayor enjundia, con una mayor
atención al detalle y una dirección más de cerca,
habría sacado más partido a la soprano.
El siguiente disco reúne tres cantatas de un joven
Handel pertenecientes a su período italiano. El sajón
viajó a Italia en 1706 cuando contaba 21 años y
permaneció allí cuatro años. Ciudades musicalmente
importantes como Florencia, Nápoles, Venecia y Roma
fueron paradas obligadas para el curioso compositor. Su
patrón en Roma fue el cardenal Ottoboni cuyo círculo
humanista "La Arcadia" era un importante centro
de actividades musicales. Allí, Handel entró en
contacto con músicos como Corelli y A. Scarlatti,
maestro de la cantata italiana para voz solista y
continuo. No cabe duda que estas obras de Handel son
deudoras del estilo de A.Scarlatti.
Este "revival" que ha tenido Handel en la
última década no ha traído, sin embargo, una ola de
grabaciones de sus cantatas en comparación con sus
óperas y oratorios por lo que cualquier nuevo registro
de esta importante producción es motivo de alegría para
el aficionado a la música barroca y en especial, si
tienen la factura del registro que ahora comentamos. El disco incluye
tres cantatas: Armita abbandonata, Agrippina condotta a
morire y La Lucrezia (pocas grabaciones de esta
maravillosa obra desde la pionera de Leppard aunque en
arreglo para orquesta).
F. Fernandez, co-fundador del Ricercar Consort y
violinista de reconocido prestigio en el repertorio
barroco y Les Basses Réunies ofrecen un excelente apoyo
a la voz solista. Por ellos quisiera empezar porque el
bajo continuo que realizan es extraordinario, variado y
lleno de matices. En el aria "Il suol che
preme", por ejemplo, los furiosos arpeggios en el
bajo están perfectamente delineados por estos músicos y
los recitativos son en sus manos dramas en miniatura.
Especial mención para el cello de Bruno Cocset y el
clavecín de Blandine Rannou (ambos miembros de Il
Seminario Musicale).
Son estas obras de marcado dramatismo (y no de ambiente
pastoral) donde se habla de episodios trágicos y no de
lides amorosas. Veronique Gens a la que nunca antes
habíamos escuchado en Handel realiza aquí una
interpretación intensa y emocionada, cálida y
apasionada, estilísticamente impecable y con una
potencia vocal que no es habitual en otras sopranos
especialistas en este repertorio.
Esta música llena de contrastes está perfectamente
servida por su voz que se pliega a la riqueza de ideas de
estos pentagramas. Ya desde el primer recitativo la
escuchamos con una fuerza expresiva que a veces
echábamos en falta en su aproximación a Mozart. La
cantante despliega un enorme abánico de emociones desde
el sosiego y la dulzura hasta la más encendida furia.
Está impresionante en los pasajes de coloratura como en
el aria "Orrida oscura", se muestra cómoda en
las agilidades y en las secciones "da capo"
ornamenta con fantasía y buen gusto. Estamos, pues, ante
un disco que hará las delicias de todos los aficionados
al canto barroco y que recomendamos plenamente.
En resumen, dos hermosos discos de presentación como
solista (aunque con resultados dispares) donde Véronique
Gens demuestra ser una cantante preparada para afrontar
nuevos retos y a la que capacidad ciertamente no le
falta.
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