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CHUNG ALCANZA LAS ESTRELLAS
Por
Ismael González Cabral. Periodista
y Crítico Musical.
De todo el amplio
número de obras que Olivier Messiaen (1908-1992) escribiera para orquesta,
quizá sea Des canyons aus étoiles... la más representativa de
todas ellas, si dejamos a un lado la genial desmesura de la Sinfonía
Turangalila. Su carácter pivotal dentro del catálogo del músico
francés lo otorga el aunar, no sólo todas las inquietudes de Messiaen
(cantos de pájaros, naturaleza, misticismo y profunda religiosidad) sino
el mostrar cómo el compositor es capaz de crear diferentes universos
musicales en continuo cambio. Y es que, en esta obra, todo permanece en
movimiento, rara vez los cuarenta y cuatro músicos que integran aquí la
Orquesta Filarmónica de la Radio de Francia tocan juntos, existiendo hasta
páginas para el solista de piano.
De los cañones a las estrellas... la compuso Messiaen en plena
década de los 70, con motivo de un encargo para la celebración del
centenario de EEUU. Y la inspiración para escribirla la encontró en la
zona desértica de los cañones de Utah. Allí, además de una notable
variedad de especies ornitológicas que le entusiasmaron, quedó perplejo
ante el festín de color que se desplegaba ante él; "rojo violeta, un
rojo anaranjado, rosa, rojo carmín oscuro, rojo escarlata, todas las
posibles variedades del rojo, una extraordinaria belleza".
Aquel descubrimiento debía hablar ya el lenguaje de Messiaen, mucho antes
de que las primeras notas fueran escritas sobre la partitura. No es de
extrañar por tanto, que el material que el compositor tenía delante le
permitiera extenderse durante más de noventa minutos en un complejo y
fascinante fresco sinfónico, camerístico y solista, que nos sitúa, sin
dilación y desde el mismo comienzo en el latir del corazón de aquel paraje
natural.
Sin embargo, que nadie piense en placidez o calma. Aquel paisaje motivó a
Messiaen a componer una obra que invita al recogimiento, también a
perderse en las vastas soledades de aquellos cañones y en los profundos y
misteriosos silencios que recorren la partitura. Música llena de extremos
dinámicos, de alucinantes ritmos y de bellísimas asociaciones
instrumentales. No se encuentra aquí el Messiaen abierto y barroco de la
Turangalila, sino otro mucho más ensimismado, también más
críptico e inundado de misterio; el que asocia a los pájaros con los
interminables diseños de zonas desérticas.
No es la primera vez que se refiere en estas páginas la proeza que está
llevando a cabo el director Myung-Whun Chung para Deutsche Grammophon. He
aquí un episodio más, que viene a unirse a los títulos ya disponibles en
el catálogo del sello amarillo. Evitaremos decir que estamos ante una
interpretación incomparable, porque ahí está por ejemplo Reinbert de Leeuw
con el Schoenberg Ensemble (Montaigne) cuya habitual sequedad casa
espléndidamente con estos Cañones y difiere del gusto más
expresivo del coreano. Sí apuntaremos, que es una versión con una toma de
sonido excepcional, un diseño de portada y un cuadernillo rico en
alusiones y en conocimientos sobre la obra, y por encima de todo, una
grabación que es entendida a la perfección por Chung, quién trabajó en no
pocas ocasiones con el propio Messiaen, y que es autor de versiones de
absoluta referencia. Ahí tienen su, esa sí, esencial Turangalila,
o la más desconocida y maravillosa, Éclairs.
La respuesta de la Filarmónica de la Radio de Francia alcanza cotas de
excelencia. Roger Muraro en el piano y Jean-Jacques Justafré en la trompa,
junto a los percusionistas Francis Petit y Renaud Muzzolini en la
xylorimba y glockenspiel respectivamente, ajustan conforme a las órdenes
de Chung una obra y un testimonio fundamental para conocer a Olivier
Messiaen.
REFERENCIAS:
MESSIAEN: Des canyons aux étoiles...
Roger Muraro, piano. Jean Jacques Justafré, trompa. Francis Petit,
xylorimba. Renaud Muzzolini, glockenspiel.
Orquesta Filarmónica de la Radio de Francia.
Myung-Whun Chung, director.
DEUTSCHE GRAMMOPHON 471 617-2
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