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EL "NOVEDOSO" BEETHOVEN DE RATTLE
Por
Angel Riego
Cue. Lee su
Curriculum.
La nueva grabación
que nos presenta EMI del ciclo sinfónico de Beethoven, a cargo de su
director "estrella" del momento, Simon Rattle, y la Filarmónica de Viena,
corresponde a un concepto de "recuperación del Beethoven auténtico" que
lleva ya bastantes años comiendo terreno a las versiones que podríamos
llamar "tradicionales".
Se considera en la actualidad que el Beethoven de los grandes directores
de la tradición alemana (como un Furtwängler, por citar el caso
indudablemente más célebre) no era lo que había escrito realmente el
compositor, sino la visión que tenía Wagner de la música de Beethoven,
para lograr la cual se necesitaba ignorar muchas indicaciones de la
partitura, sobre todo las de "tempo" (las que marca el metrónomo suelen
ser bastante más rápidas que las que se escuchan en concierto o en los
discos). Wagner creó escuela como director de orquesta, transmitió sus
ideas a sus discípulos y, en última instancia, la tradición alemana de
dirección de orquesta procede de él.
Los intentos de crear un Beethoven "objetivo", "tal como viene en la
partitura", y que rompa con el "Beethoven wagneriano" de la tradición son
en realidad muy antiguos, y podrían remontarse hasta Toscanini, pero ha
sido en los últimos tiempos cuando la investigación musicológica ha venido
en ayuda de estas interpretaciones con nuevas ediciones críticas de las
partituras originales, que contengan la orquestación que realmente
escribió Beethoven, sin alteraciones posteriores ni errores de los
primeros copistas. Así, en 1990 llegaba una de las grabaciones más
conocidas del ciclo Beethoven siguiendo esta línea, la dirigida por
Nikolaus Harnoncourt, basada en las partituras de la entonces nueva
edición Peters. Recientemente ha aparecido una nueva edición crítica de
estas obras, debida a Jonathan del Mar, que parece que se está imponiendo
entre los directores, pues ya ha sido grabada tres veces: por David
Zinman, Abbado (su 2ª grabación) y esta de Rattle.
El problema al que se enfrentan estas interpretaciones es que muchos
oyentes están acostumbrados a las versiones "wagnerianas" y esperan
encontrar cosas que luego no encuentran: un Beethoven que no tenga
profundidad mística en los Adagios, que no tenga una fuerza arrolladora en
los "Allegro con brio", que no que suene "heroico" o sugiera una "lucha
titánica contra el Destino" cuando parece requerirse... pues no suena a
Beethoven. Claro, se puede argumentar que dichos oyentes (entre los que se
incluye el firmante) están mal acostumbrados por escuchar un Beethoven
"falso", pero a esto último también se puede objetar que la profundidad o
la fuerza expresiva se pueden lograr por otras vías, no necesariamente por
la vía "wagneriana", que ciertamente una obra de arte tiene muchas
posibles lecturas y no una sola, y que las partituras de Beethoven son tan
ricas como para admitir distintos enfoques válidos, por lo que no se
juzgan los planteamientos, sino los resultados obtenidos.
Sería por otro lado injusto exigir a una nueva grabación de las digamos
"filológicas" que estuviera al nivel de los grandes maestros que han
interpretado esta música, como Furtwängler, Klemperer, Cluytens, etc. ya
que eso tampoco se logra en las versiones "tradicionales" que se siguen
haciendo hoy en día, la última de las cuales hasta ahora ha sido la de
Barenboim. Por otra parte, la "tradición" tiene ya más de un siglo a sus
espaldas y las versiones "novedosas" mucho menos, y hay que comprender que
las cosas necesitan un tiempo de rodaje.
La nueva grabación de Simon Rattle es, en este sentido, muy superior en
conjunto a la de Harnoncourt. Tomada en vivo en abril y mayo de 2002
durante un ciclo de conciertos donde se dieron las 9 sinfonías (un honor
que antes de él sólo han tenido con la Filarmónica de Viena otros cuatro
directores: Weingartner, Furtwängler, Bernstein y Abbado, una muestra de
lo que la orquesta mima al director británico), en ella Rattle nos
propone, como era de esperar, un Beethoven muy "lúdico", festivo, en el
que el temperamento fogoso del director da buenos resultados en los
movimientos "con brío", y en el que lo que más se echa en falta, como era
de esperar, es profundidad en los movimientos lentos. Puede ser curioso el
compararla con la de Barenboim, la última hecha hasta el momento según la
"tradición", pues uno falla donde acierta el otro, y si se pudieran reunir
los aciertos de los dos quedaría indudablemente un gran ciclo Beethoven,
con la profundidad de Barenboim y su sonido "noble" pero sin su atmósfera
"de funeral", sin ningún sentido del humor, y con la mayor "chispa" de
Rattle, sumada a su fogosidad y a una técnica realmente soberbia.
Particularizando una por una de las sinfonías, en las dos primeras, las
más próximas al clasicismo, Rattle consigue magníficos resultados, como
era de esperar: la Segunda es realmente una versión redonda,
dentro de un estilo plenamente "haydniano" (en el Scherzo nos parece estar
escuchando una sinfonía de Haydn tal como la 83, "La Gallina"),
con un primer movimiento que es una verdadera fiesta, un final
"chispeante" y, lo menos logrado, un Larghetto que, con todo, no defrauda
y queda plenamente coherente con su visión del conjunto de la obra. La
Primera, sin embargo, acusa más la falta de hondura en su movimiento
lento, pero el resto es muy bueno, con un primer movimiento de un brío y
un humor arrollador y un final "chispeante", casi rossiniano, muy logrado.
En conjunto no defrauda, y es muy superior a la de Barenboim, que aquí
suena a "momificada", aunque por contra, en el Larghetto de la 2ª
el maestro argentino-israelí-español consigue resultados muy superiores a
los de Rattle.
A partir de la Tercera es cuando más veces uno piensa que "aquí
falta algo", o que todas las sinfonías están planteadas de modo tan
clasicista como las dos primeras. La "Heroica" tiene verdadero
brío en su primer movimiento, la Marcha Fúnebre (como era de esperar, lo
menos logrado, aunque aun así digna) presenta un remanso lírico, el
Scherzo hace honor a su nombre, suena verdaderamente "lúdico", y el Finale
tiene ímpetu. En conjunto, la versión es fogosa, tiene momentos líricos...
lo que no tiene es el dramatismo o la monumentalidad que recordamos de las
versiones tradicionales, aunque a lo que se escucha no se le pueda poner
ningún fallo especial; eso sí, en el cuarto movimiento ya escuchamos
algunos acordes que suenan a "orquesta historicista", lo cual se repetirá
en otras sinfonías (sobre todo las tres últimas).
La Cuarta promete mucho en su primer movimiento, de una alegría
contagiosa, pero las expectativas terminan por no verse cumplidas, pues al
acabar los 4 movimientos uno tiene la impresión de que esta sinfonía es
"algo más" que la alegría que nos presenta Rattle.
La Quinta ya la había grabado Rattle otra vez antes de este
ciclo, en el 2000 (comentada en el nº de diciembre de 2001 de Filomúsica)
y esta nueva grabación es algo más tradicional que aquella, menos dada a
experimentos, y técnicamente mejor tocada y grabada. Como además no le
faltan la energía ni la "contundencia" que se esperan en esta obra, esta
versión puede suponer uno de los puntos más altos del ciclo y no queda mal
situada entre las grabadas en los últimos años (Barenboim, Solti, etc.),
suponiendo en cierto sentido un "soplo de aire fresco" después de tanta
versión estándar. Eso sí, no se encontrará aquí la profundidad o la fuerza
telúrica de las grandes versiones tradicionales, pero tampoco se esperaba
encontrarlas.
La "Pastoral" mantiene un cierto interés, pues aunque falte el
componente "místico" al menos Rattle se libra del peor pecado contra esta
obra, la excesiva contundencia en la que caen Karajan o Solti; tal vez se
deba a que la orquestación que emplea es menos densa que en los referidos.
Mejor en todo caso los dos primeros movimientos que los tres restantes,
que suenan demasiado acelerados.
La Séptima es una de las mayores decepciones del ciclo, pues
cuando podría esperarse que el fogoso Rattle fuera el director ideal para
la "Apoteosis de la Danza", como la llamó Wagner, lo que encontramos es
una lejanía expresiva que la hace parecer una segunda "Pastoral";
ya se sabe, lo de la danza es un concepto wagneriano, hay que huir de él.
No sólo el Allegretto no conmueve (lo que era de esperar) sino que ni
siquiera el tercer movimiento tiene "garra" (y esto ya es más raro en
Rattle); eso sí, lo que no faltan son "tirones" que recuerdan a las
orquestas historicistas (algunas figuras en el primer mov. que suenan
rarísimas, o al comienzo del 4º).
En la Octava vuelve a aparecer el sonido que recuerda a "cuerdas
de tripa" pero sin embargo aquí estamos ante uno de los puntos más altos
del ciclo, junto a 1ª, 2ª y en gran parte la 5ª:
una lejanía, una sutil ironía que parece propia de un director de edad
avanzada que esté ya "de vuelta de todo" unido a un sentido del humor muy
británico que es una de las mejores bazas de Rattle. No falta tampoco
lugar para los momentos "con brío" (comienzo del 4º mov.) y así esta
Octava puede situarse al menos entre las grandes de la era digital.
Por último, de la Novena recordábamos una versión por Rattle en
video interpretada en el campo de concentración nazi de Mauthausen, que
hacía esperar algo interesante de esta del ciclo; oída a continuación de
las anteriores, puede afirmarse que los tres primeros movimientos
mantienen la tónica general del ciclo (el primero, muy correcto, no es tan
evocador de un cierto "más allá" como en las mejores versiones
tradicionales; el segundo suena "vivace" como indica su título, pero no
"demoníaco"; el tercero es poético pero no "místico"...) hasta llegar al
movimiento coral, que nos parece el mayor batacazo de Rattle en todo el
ciclo. Entre los solistas, las dos mujeres y el coro (el de Birmingham, se
supone que traído para la ocasión como recuerdo de la etapa en la que
Rattle dirigió a dicha orquesta) parecen correctos, el tenor es mejorable
y el barítono (Hampson) es una gran voz pero canta con su habitual
afectación que para mi gusto personal resulta insoportable. Lo peor llega
en la coda: escuchamos al coro recalcar exageradísimamente la palabra
"Welt", al flautín de la orquesta tomar un protagonismo también exagerado
(nos recuerda al final de su anterior Quinta del 2000, también parece que
se quieren evocar las marchas militares del XVIII), luego decir a la
carrera el último "Freude, schöner Götterfunken" y nuevamente ralentizar
después el tempo para el final instrumental. En fin, todo parece demasiado
caprichoso y fruto del divismo del aún "joven" director, que quiere
destacar por hacer algo "diferente".
Hay que decir algunas palabras sobre la presentación de los discos, que se
nos presenta en un estuche con un diseño que parece una caja de bombones y
un libreto editado con verdadero lujo (tapa dura, fotografías casi siempre
en color) que contiene tres artículos, uno de Richard Osborne sobre las
sinfonías, otro de Jonathan del Mar sobre su edición de las partituras, y
un tercero del presidente de la Filarmónica de Viena, Clemens Hellsberg,
sobre la relación de la orquesta con estas obras, aparte del texto de la
"Oda a la Alegría", por supuesto nada de ello traducido al
español, solamente en francés, inglés y alemán. La grabación es muy
correcta dentro de la frialdad típica de EMI, y al menos hay que agradecer
que para estar hechas todas "en vivo" no se note la presencia del público.
En resumen, un ciclo Beethoven que parte de planteamientos innovadores, ya
solamente por los cuales tendrá la adhesión de cierto público, y que en
sus resultados tiene logros indudables, aunque sean en las sinfonías menos
conocidas (1ª, 2ª, 8ª). ¿Es suficiente para merecer el gastarse los 50 ó
60 euros que cuesta la caja? Cada uno podrá dar su particular respuesta,
aunque si de lo que se trata no es de conocer "un Beethoven diferente"
sino de comprarse el primer ciclo Beethoven, recomendaríamos antes que
este los de los otros maestros en una línea más "tradicional", mencionados
más arriba.
REFERENCIAS:
BEETHOVEN: Las 9 Sinfonías
Solistas en la 9ª: Barbara Bonney (soprano), Birgit Remmert (contralto),
Kurt Streit (tenor), Thomas Hampson (barítono). Coro de la Sinfónica
Ciudad de Birmingham (director: Simon Halsey).
Orquesta Filarmónica de Viena.
Director: Simon Rattle.
EMI 7243 5 57445 2 4 (5 CDs)
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