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¿ESCUCHAMOS? Por Paula Coronas Valle. Profesora de piano del Conservatorio Manuel Carra de Málaga. Directora de Intermezzo.
En la práctica
musical de un instrumento debemos considerar como prioritario un elemento
de relieve: El sonido. La calidad de la imagen sonora depende también en gran medida del grado de sensibilidad del intérprete, y no es inmediato en muchos casos el resultado a tal esfuerzo. En cuanto al método para obtener un buen sonido, normalmente se recurre a caracteres dinámicos que sirven para facilitar la ductilidad del propio sonido. Así mismo es frecuente la práctica sobre la continuidad de las vibraciones en la acústica, originando variaciones de intensidad e incluso causando la desaparición del propio sonido. A todo este complicado proceso llega un elemento más de estímulo: La imaginación. El oído humano debe educarse en una filosofía de anticipación que permita escuchar interiormente los sonidos en el contexto de la secuencia. A esto le llamamos perspectiva auditiva, y es lo que confiere al discurso musical autenticidad y aspecto unitario. La “doctrina de escucha y reescucha” en el sonido asegura la belleza y la pureza del mismo. No olvidemos que el instante concreto del ataque, físicamente hablando, es únicamente una parte necesaria para recibir sonoridad. La consecuencia inmediata de emisión de vibraciones es lo que produce placer en la audición. Realmente sorprendente resulta la variedad sonora que puede originar un instrumento musical. En este sentido, el Piano ofrece una gama inigualable de timbres y de voces en el ámbito sonoro. Recordemos al célebre pianista Antón Rubinstein en las palabras: “¿Creéis que el piano es un solo instrumento? ¡No, es un centenar de instrumentos!”. En efecto, comprobamos la cantidad de registros que posee el Piano en toda su extensión, abarcando un inmenso repertorio a través del cual se manifiesta su grandiosidad. Según E. Neuhaus, es el piano el más intelectual de los instrumentos, capaz de emular toda clase de sonoridades. Debemos advertir además algunas particularidades que influyen sobre este maravilloso instrumento convirtiéndole en el centro de la creación artística: 1) Su sonoridad en sí
misma ya presenta una personalidad muy definida cuya individualidad hay
que conocer. En suma, el trabajo auditivo de entonación de intervalos proporciona una gran cohesión sonora al fragmento. Se trata de un campo ilimitado de horizontes muy amplios en búsqueda de una mayor perfección técnico-sonora. La maestría de la interpretación encuentra en esta depuración gran parte de su éxito. No debemos pues desfallecer ante la exploración de sonoridades múltiples que responden a una escucha atenta y bien orientada. Este es el camino emprendido por grandes mitos de la interpretación cuyos modelos de recreación individual han contribuido a perpetuar la existencia de un Arte Universal. Escuchémonos, pues.
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