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BUEN NIVEL EN VALENCIA
Por Fernando López Vargas-Machuca. Valencia, Palau de la Música. 14 de noviembre. Orquesta de Valencia. Ana Ibarra, soprano; José Ferrero, tenor; José Julián Frontal, barítono. Philippe Entremont, pianista y director. Obras de Esplá, Shostakovich y Debussy.. Motivos laborales me impiden seguir la presente temporada de la Sinfónica de Sevilla (de ella se ocupa, para los lectores de FILOMÚSICA, mi colega Bardolfo). En contrapartida me ha sido posible desplazarme a diferentes puntos de la geografía española y ver cómo andan algunas de nuestras formaciones. Así, he podido comprobar el óptimo estado en el que se encuentra la Orquesta de Granada, mérito sin duda de Josep Pons, intérprete con frecuencia discutible, pero técnico de primera y programador de amplias miras. Tanto con él como bajo la dirección de Caballé-Domenech y Massimo Spadano, la agrupación granadina ha mostrado un nivel realmente envidiable en todas sus secciones. También he tenido la oportunidad de entristecerme por el discreto estado en que se siguen encontrando la Orquesta de la RTVE y, sobre todo, la ONE: Madrid se merece mucho más. En el caso de la Nacional tal vez sea comprensible si sobre el podio se encuentra el irregular Frühbeck de Burgos, pero la primera de las citadas no encuentra semejante justificación si tenemos en cuenta las habilidades concertadoras de un López Cobos (quien pese a todo pudo ofrecer una notable Séptima de Bruckner). Finalmente el firmante de estas líneas ha podido recalar en la costa levantina. La Orquesta de Valencia sigue siendo una formación sólida y equilibrada, a lo que seguramente no es ajena la gran tradición que los metales, punto débil de la mayoría de nuestras formaciones, tienen por aquella muy musical tierra. Claro que, habida cuenta del importantísimo desarrollo cultural que está teniendo lugar a orillas del Turia (¡menudo teatro de ópera están construyendo!), podemos desear para la citada agrupación un rendimiento aún superior. El que presuntamente ofrecen, por ejemplo, las de Tenerife y Galicia. ¿Lo conseguirá cuando Carlo Rizzi sustituya a Gómez Martínez como titular? Sea como fuere, resultó digno el nivel que exhibiera el pasado 14 de octubre bajo la dirección de Philippe Entremont. El ya anciano pianista y director se mostró como buen concertador y músico de probada sensibilidad, aunque quizá pudiera haber extraído un mayor partido de la orquesta. Por otra parte, a sus lecturas de La Pájara Pinta de Oscar Esplá -ofrecida como homenaje a Rafael Alberti en el centenario de su nacimiento- y del Segundo Concierto para piano de Shotakovich se les podía pedir un enfoque algo más ácido y contrastado, y a su labor de solista una mayor limpieza en la digitación, si bien la sensibilidad manifestada en el bellísimo andante, una de las páginas más acongojantes (e inesperadamente románticas) del autor de La Nariz, nos hiciera olvidar tales reparos. En la segunda parte del programa se nos ofrecía una partitura tan infrecuente como El Hijo Pródigo de Debussy, la ya personal y relativamente inspirada cantata con la que en 1884 su joven autor obtuviera el prestigioso Premio de Roma. En ella Entremont mostró su sensibilidad para el repertorio impresionista (afamados son sus registros de Debussy y Ravel en Sony) y logró una lectura ahora sí irreprochable en la que la fantástica soprano Ana Ibarra -muy pronto Nanetta bajo la dirección de Colin Davis- brilló en sus elocuentes intervenciones por encima del sólido barítono José Julián Frontal, una voz magnífica que no siempre rinde al cien por cien de sus posibilidades, y del correcto tenor José Ferrero, que tuvo problemas para hacerse oír. Un buen concierto, pues, interesante botón de muestra de lo que es sin duda una temporada musical de notable nivel. Ojalá que el público de Valencia sepa disfrutarla como tal, y no como un mero relleno del abono entre las diversas visitas de grandes orquestas. Éstas, por cierto, a veces resultan menos interesantes de lo que en un principio pudiera pensarse. Véase si no la reflexión que publicamos en este mismo número sobre la presencia de Bychkov y la Sinfónica de la Radio de Colonia.
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