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Número 46º - Noviembre 2.003


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LA  LITERATURA  Y  LA  MÚSICA  UNIDAS  POR GUILLERMO  TELL

Por Mª del Mar Gallego García. Profesora. 

 
Rossini

Cuando se habla de Guillermo Tell, nuestra mente evoca al legendario héroe suizo  de la independencia helvética, quien protagoniza una de las más conocidas leyendas medievales. Por medio de la Literatura se nos ha presentado como un hábil arquero, que al rebelarse contra las autoridades, fue sometido por el bailío Gessler a una delicada prueba consistente en atravesar con una flecha una manzana colocada sobre la cabeza de su hijo.

 La habilidad que demostró en el uso del arco y la flecha con esta hazaña, constituye una de sus cualidades fundamentales, sirviendo de inspiración al poeta lírico y dramaturgo alemán  Friedrich von Schiller (Marbach 10 / 11 / 1.759 – Weimar 9 / 05 / 1.805), en su drama “Guillermo Tell” (1.803) cuyo verdadero protagonista es un canto a  la libertad, y al compositor italiano Gioacchino Antonio Rossini (Pesaro 29 / 02 / 1.792 – Passy  13 / 11 / 1.868), en su ópera “Guillermo Tell”, la cuál fundamenta el artículo que os presento. 

Pero, ¿existió realmente Guillermo Tell? Se cuenta que Alberto, el emperador de Alemania, había resuelto someter a los suizos y convertir al país en un Estado hereditario para la casa de Austria. Para alcanzar su propósito, envió rudos gobernadores quienes debían tratar al pueblo de forma tirana y déspota. De esta manera pretendía  que se rebelaran y así justificar la ocupación con las armas. Aunque no se dispone de datos contrastados en los que se verifique y ubiquen al maestro de la ballesta “in situ”, se cree que Guillermo Tell,  habiéndose reunido con sus compatriotas, encabezó esta resistencia. 

Gioacchino Antonio Rossini, conocido especialmente por sus óperas cómicas   y siendo uno de los máximos exponentes del “bel canto” del siglo XIX (género que realza la belleza de la línea melódica por encima del drama o la profundidad emocional), se hizo eco de la mencionada leyenda del arquero suizo y compuso la magnífica ópera de “Guillermo Tell”.  

El compositor italiano, a quien se le aplica los sobrenombres de el Cisne de Pesaro y el Mozart italiano, nació el 29 de febrero de 1792 en Pesaro, siendo su padre músico y su madre cantante.  

 Estudió en el conservatorio de Bolonia, ciudad donde vivía su familia, comenzando su carrera operística cuando compuso, con 18 años, una comedia para Venecia.  Posteriormente escribiría otras comisiones para Bolonia, Ferrara, Venecia, Milán... Vivió en Venecia, Nápoles (convirtiéndose en 1.815 director musical y artístico del Teatro San Carlo).Viena, París... Las óperas más importantes de Rossini fueron compuestas en el período siguiente a su estancia en Nápoles. Otello (1.816), con su estructura unitaria fuerte, marca su madurez como músico dramático.  Las óperas napolitanas demuestran una extensión enorme de medios musicales.  

Fue en París, donde compuso la ópera de Guillermo Tell en 1.829 a la edad de treinta y siete años; para entonces había estrenado 37 óperas, entre las que destacan “Demetrio y Polibio” (1.806), “El barbero de Sevilla” (1.816), que sin lugar a dudas es una de las más famosas escrita en Roma,  “Otello” (1.816), “Guillermo Tell” (1.829), además de otras óperas como “L'italiana in Algeri” (1.813), “Il turco in Italia” (1.814), “La Cenerentola” (1.817), “Semiramide” (1.823) y “Comte Ory” (1.828), 23 cantatas, 10 himnos, música religiosa y diversas composiciones instrumentales y vocales. Su primera mujer, la soprano española Isabel Colbran, interpretó varias de sus primeras óperas. 

En 1.831 Rossini dejó de componer óperas, al tiempo que decide no escribir más música, promesa que mantiene con la excepción de dos obras importantes, “El Stabat Mater” (1.842) y “La pequeña misa solemne” (1.864).

 Salió de París en 1.837 para vivir en Italia, pero sufrió allí prolongada y dolorosa enfermedad (principalmente en Bolonia, donde fue consejero en el Liceo Musical, y en Florencia).  Isabel murió en 1.845 y al año siguiente se casaría con  Olympe Pélissier, con la que vivió durante 15 años. El músico italiano apenas compuso durante este período.  A pesar de este largo retiro siguió figurando como una de las personalidades más relevantes del mundo operístico. Falleció el 13 de noviembre de 1868 en Passy, Francia.  

Las óperas de Rossini fueron las últimas compuestas dentro del estilo italiano de ópera “buffa” (ópera cómica). Ligeras y animadas, su música destaca por sus características cómicas. Rossini utilizaba el bel canto para crear melodías alegres de gran brillantez y emotividad. Ocupó una posición excelente en el mundo musical italiano de su tiempo, ganando un éxito considerable. 

Otro compositor que se sintió atraído por la leyenda de Guilermo Tell fue el músico belga Andrè Ernest Modeste Grètry, nacido en Liège el 8 de febrero de 1.741. Desde su juventud fue cantante y violinista,  aunque al comienzo de su carrera cosechó abundantes críticas por su trabajo, lo que le desmotivó  en ciertos momentos, pero gracias a las insistencia de su profesor, continuó. Salió de su ciudad natal a la edad de 18 años y se trasladó  a Roma, para continuar su perfeccionamiento musical y componiendo óperas.  El primer éxito de Grétry fue “Le tablet parlant” (1.769), una de las obras preferidas de los amantes franceses de la ópera. En 1.766, compuso “Isabelle y Gertrude” (en un libreto de Favart) para representarla en Ginebra.  Su gusto para la música dramática continúa entonces rápidamente.  Gracias a la protección del embajador de Suecia, puede representar en París otra ópera, “El Huron” (libreto de Marmontel). Ya en 1.780, compuso “Andromaque”.

                 Como hemos podido comprobar la Literatura y la Música están unidas, ambas parten de la idea de su autor, surgen de su  sentimiento, de la emoción... todo magníficamente combinado en la mente del artista para componer o descomponer una idea y dibujarla en un pentagrama imaginativo, pero que suene rítmicamente y cautive el pensamiento del receptor, como así sucede con el “Guillermo Tell”  de Schiller o con la ópera de Rossini.

Por todo lo visto, aunque no existan pruebas históricas contundentes que justifiquen la presencia del legendario héroe, el mito pudo más y su memoria sigue viva en Suiza con la clásica escena de Guillermo atravesando con su flecha una manzana colocada en la cabeza de su hijo.